REPERTORIO AMERICANO 79 y medio se incorporó murmurando, mientras creción de líneas! Nada falta, nada sobra, cuenta de lo morboso que era mi amigo me tomaba las manos: como en la obra de un buen escultor. Cornelio. Vaya! al fin.
luego ison dos caracteres extraordinarios. Pero, hombre, calma. Veamos por qué Excuso contarle lo que siguió. Sólo tengo La percepción que del matiz tiene Alicia lo he perdido.
que decirle una cosa terrible: aquella mujer cuando exclama. Mira: el hombre verde Porque contó mi cuento a varios escriestaba loca. Era sádica! ahora tengo refleja toda una fisonomía moral y es digna tores y sé por lo menos de dos que ya lo que descubrirle algo que se le ha ocultado, a de Lorrain. La aristocracia y la originali están escribiendo. El primero, Ariel. Hoy pesar de nuestras frecuentes relaciones: con dad de sus personajes es única. No hay mismo me lo dijo. oigame bien! Si Ariel Alicia fuimos tal para cual: chocaron el hacha nada en el breve cuento que no sea nuevo. lo escribe, si me roba la obra que me hará y la piedra. Porque yo también soy sádico. Su prostituta y su bohemio son singulares. famoso, yo lo mato.
Yo entonces acudia a casa de Ud. a Jeerle luego, la composición del lugar del gabi Volvi a ver a Cornelio y pensé que acaso mis versos con una especie de rabia, porque nete en que Alicia espera a ¿quién. Cómo aquella no era una vana amenaza. No puedo Ud. siempre los encontraba malos y me lo se llama su héroe?
afirmar la exactitud de mi percepción, pero decia sin rebozo. csto era precisamente lo Pero si el héroe soy yo. Yo he vivido siempre lo había percibido como el tipo del que me hacía visitarlo: la verdad de sus pa esa historia.
delincuente. Un día aquel gran simulador labras en que no había ni temor ni envidia. Pues bien, la composición del lugar del me dijo que si él no hiciera literatura acaAhora comprenderá Ud. porque me vió de gabinete en que Alicia recibe a Cornelio es baría por ser homicida. Pero como yo repronto vestirme bien y alhajarme. De qué originalísima. Aquella salita en que no hay cordé que hacía pocos días le había presangustiosa manera pagaba aquellas dádivas! más muebles que un diván que sustenta a tado una obra de criminología en que se Pero ahora llega lo terrible: lo que hace una mujer en reclamo; y en que el hombre afirmaba que el arte es muchas veces válquince dias me hace perecer de espanto. Hace en pie forzosamente al cansarse y buscar vula de escape de tendencias morbosas y ese tiempo que le senalo, como medio mes, reposo ha de aproximarse a la hembra que preserva del crimen, no quise hacerle caso.
que llegué por la vez última a la casa de lo codicia, es de una sencillez. Anada Ud. Nunca creí a Cornelio capaz del crimen.
Alicia. No puedo, no podré volver nunca. que Alicia sólo pronuncia tres frases; pero Era más bien el tipo del parásito social, Empezaba a oscurecer. Había traspuesto la que en estas tres frases, que son tres pre vagabundo, ocioso y vicioso, que llega las.
puerta de la reja que cierra la propiedad y guntas, queda toda una psicologia de hetaira.
ta la estafa; pero se detiene ante el robo y ya casi llegaba a su casa de habitación, cuan Le diré a Ud. lo que a mí me dijo Dario: el homicidio. Pero hay que confesar que a do de pronto vi dos puntos brillantes, dos. Pero qué minas nuevas ha encontrado veces su cara de chacal inspiraba miedo, ojos luminosos que se fijaban en los míos a Ud en un Eldorado ideal?
sentimiento del que él se prevalecia cl muy corta distancia, y me alucinaban, al Cornelio sonrió con la feroz, con la mor círculo de sus camaradas. esta ocasión mismo tiempo que dos manos invisibles me bosa vanidad que lo hacía un hombre de era una de esas. Con aquel hombre mor.
oprimian el cerebelo de una manera dolorosa. Lombroso, completamente satisfecho. Quiero boso no se sabía claramente qué esfera de Cai desvanecido bajo los cipreses.
recordar aquí al lector que la vanidad, lle la delincuenccia limitaba sus acciones, y El suave contacto de una mano húmeda y vada a extremos inconcebibles para el hom era preciso temerlo todo. Sobrexcitado por tibia en mis manos y un olor a éter, a alcohol bre sano, es uno de los más comunes ca el alcohol y la vanidad herida, dabá vueltas y al perfume de Alicia, por mí muy conocido, racteres del criminal. Desde el que quemó en torno de la sala como una fiera enjaufué lo primero que senti al recobrar el co el templo de Efeso hasta el artista des lada, vociferando. Su repulsivo rostro, aninocimiento. Alicia me acariciaba con ter. crito por la novela moderna que mata para mado por dos ojos verdosos, me inspiraba hacer una obra única, en este terrible es terror, a pesar del gran afecto que le tenia. Cuando le conté lo que me había pasado tigma del egoísmo llevado hasta el delito Hubo un momento en que, con más o mneme oyó con ojos muy abiertos y a medida se encuentran muchas veces el creador lite nos disimulo, llevé mi mano al rededor de que avanzaba mi corta relación un terror rario y el delincuente.
su cadera derecha, sitio habitual del revólcada vez más vivo hacia estremecer sus Yo continué. Por otra parte en su maraver. Alli podían estar, escondidas, las mane miembros. Cuando concluí, se cubrió los villoso cuento se aunan la belleza artística dibulas de aquel chacal. as garras y lus ojos con las manos y se dejó caer murmu y la verosimilitud absoluta. Su héroe, que dientes de la fiera humana son artificiales.
rando con indefinible espanto: cae desvanecido al ver dos ojos luminosos Por fortuna, busqué en vano.
Es ella. Es ella!
y sentir dolorosa presión en el cerebelo, El estigma que más lo marcaba, despues para el lector corriente cae poseído por un de la vanidad, era el de la mentira. lusisII espíritu infernal. de sensualidad, para el tentemente se habia colocado ante mi maCómo se compuso médico cae debilitado por excesos de luju quina fotográfica, a pesar de que conocía El hombre verde ria. Para el médico sus dos protagonistas su exactitud y su crueldad. Pero es que son desde el principio hasta el fin dos acaso esperaba que lo hiciera salir airoso Cuando Cornelio me conto, tembloroso, bonitos tipos de degenerados. Yo afirmosu constante simulación.
excitado, en plena calle, cabe los derruidos que ambas versiones, la de la influencia de Tanto porque no podia prever hasta que muros de la iglesia de San Francisco, su un espíritu del mal y la científica, acaso no punto podia ser cierta su amenaza de casmaravillosa historia de El Hombre Verde se contradicen. Pero eso no nos importa tigar a Ariel, como porque le tenia afecto el artista impenitente que hay en mi proahora. El hecho es que en su obra, como (pues era un individuo muy interesante, rrumpió en un caluroso aplauso.
en toda obra bella, no falta el elemento de inteligente y digno de cariño) y sobre tullo. Pero, hombre. por qué hace Ud. tan la verdad.
porque queria dar fin a sus molestas que malos versos cuando puede hacer tan ad Cornelio se separó de mí. Con la admira jas, le dije: mirables cuentos? Usted, como muchos, ha ble retentiva que constituye uno de mis. Por qué no escribe usted mismo su desconocido hasta hoy su verdadero camino. dotes de artista, yo conservé el cuento en historia del hombre verde?
Usted es un cuentista sin igual. Su extraña la memoria palabra por palabra, y lo referi. Ya está hecho, me contestó sacando historia de El Hombre Verde es digna de mejor dicho, lo leí a varios amigos litera del bolsillo un manuscrito.
que la firmen Hoffman o Poe. En el dificil tos. Todos convinieron en su extrema be Sentado sobre una silla mecedora lo tome género, acaso el más sugestivo y digno lleza.
y lo lei. En una silla de igual clase, en de interés de estos dos autores, no co Un día llegó a mi casa Cornelio, semibeodo continuo movimiento, Cornelio tenia una nozco nada más puro.
y más loco que nunca.
expectación ansiosa.
Los dos caracteres del hombre y de la Usted me ha perdido. Usted es mi ase Su cuento era sencillamente lamentable.
mujer sus protagonistas están trazados de sino, me dijo ezabrupto; y por la exagera Las partes capitales de aquella bella histomanera magistral. Qué sobriedad y qué dis ción de su frase ya puede el lector darse ria, que constituían su magnifica estructura, nura. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica