276 REPERTORIO AMERICANO Elogio de los países pequeños Bélgica. Suiza las escuelas de COSTA RICA Pequeños países que tienen la modestia como aire veiute pasos inás allá de donde llega su huerto, se natural y no son cogidos por la lujuria fea y fácil sonreirian desdeñosamente.
de la dominación. dominar a otro prefieren depuPatria que un niño puede recorrer. Así no dira rarse a sí mismos.
una mentira llamando suya ciudad que no ha visto, Pequeños países en los que ninguno posee dema mar que no ha olfateado. Así, cuando ellos leen a siado, porque poseer demasiado fuese en ellos ademán sus poetas, recibirán fácilmente sobre el corazón el para todos visible, paises, por eso, como más pudo río o el golfo Z: todos han pasado por sus senrosos, con el pudor que crean los pequeños espacios tidos.
en que todos nos miramos.
Tierra domada entera, sin barbarie de pedregal Semblante próximo, aliento próximo, alegría o ni de inatorrales ciegos.
dolor próximos, es decir, la fraternidad verdadera, la Tierra regada, es decir, dichosa, que no tiene ronda de hombres en que el pulso de uno pasa hasta crujido de gredas sedientas y está apta para sustenel último. No es posible ignorar en ellos la miseria tar hombres lo mismo en la montaña que en el llano.
grande, ni decir, por lo tanto, que se es irresponsa Humanizada, por el largo servicio de los hombres.
blo de ella. Aquí el egoísta está asaeteado por todos Patrias felices, bajo el concepto de que el espíritu los ojos y el justo también recibe el abrazo de sus no necesita espacio y de que la sensibilidad incorhermanos.
pora la creación a nuestro cuerpo.
Pequeños países en los que, del primero al últiino Sólo con el espíritu se las podría huunillar; pero hombre, no se pasa como de la montaña limpia al las patrias grandes, las que asoman a dos o tres hediondo túnel: del primero al último hombre hay mares, no tienen mas que ellas, que han dado arte unos cuantos pasos: fraternidad efectiva, hija de la sanía, telas y canciones.
semejanza.
Se reunen los fuertes en asambleas, y tienen quo Pero, sobre el suelo pequeño, la variedad noble hacerles asiento a su lado, porque suelen poseer más de los oficios humanos, dándoles una vastedad moral: honra que ellos, y hacen falta cuando se quiere crear en diez hectáreas de tierra se mueven el pastor, el ambientes ricos de dignidad. En el alfabeto de los gañán, el hortelano, el jardinero, el albañil, el deco pueblos suelen ser éstos la consonante dulce que quita rador, el orfebre, el escultor, el herrero, el tejedor, brutalidad a las vocales bruscas.
el poeta y el músico. Ninguno falta, y así la tierra Pequeñas tierras que el ciudadano nambra para pequeña no padece forma alguna de hambre. Aquí añadir algo a sí mismo, donde él siente la urgencia el que hace la casa, aqui el que ensambla las piezas de sacao pudiendo amenazar a los otros pueblos ni del reloj y aquí el que hace cantar a un gran coro.
Tierras en que un hombre dijo que lo pequeño con escuadras ni con polvareda. de turbas, su alianza podía tener la infinitud por medio de lo perfecto, es deseada, porque su voz sin grito suele ser acento al revés del hombre que en otra parte dijo que para suave que tiene la probidad y el gesto sencillo que ser mejor había que ensanchar de cualquier modo el tiene la honra.
suelo. Sus niños han crecido sabiendo que nunca GABRIELA MISTRAL gobernarán al hombre que siembra al otro lado de sus fronteras, y si alguno los invitara un día a dar Bruselas, marzo 1923.
La reliquia Fauno mutilado, seco surtidor, desolado huerto de mi juventud.
Bendita la hora que aqui me ha traído.
La fuente ya seca, la fuente sin llanto llorar me hace a mi.
Que fué ayer parece que dentro el misterio de sombra florida, en el musgo echados, las mejores horas del vivir pasaban.
Del agua escuchábamos la música dulce, los peces mirábamos dentro la piscina, cogiamos flores, cazábamos bichos, y nos desgarrábamos.
subiendo a las ramas de las acerolas.
Nadie se explicaba como en el follaje del senoril huerto, poniendo más sombra crecía la rama de un antiguo olivo.
Arbol centenario, amable inclinaba el torcido tronco, para que pudiésemos subir sin fatiga.
De la fuerte rama que altiva, se alzaba la cuerda colgábamos de la mecedora y, dale que dale, alegres holgábamos, hasta que la noche la luz apagaba de la hora encendida, de la hora encantada.
Juzgaría sueño el tiempo volado de la vida mia, sin esas heridas que marco en el pecho, sin esas heridas que vuelven a abrirse al ver que no mana ni canta ni llora del jardin, la fuente.
Treinta años de vida corrieron veloces y está todavía colgado del tronco un trozo de cuerda de la mecedora como triste prenda, podrido despojo de iin mundo acabado.
Fauno mutilado, seco surtidor, desolado huerto de mi juventud, JUAN ALCOVER Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica