118 REPERTORIO AMERICANO Chatterton.
una lejos, pero muy lejos, hundido en las brumosas regiones de los éxtasis como una barca alada de aligero velamen, que atravesando. umbrosas florestas, descendiera, por sinuosa corriente, veloz y balanceada.
su rima (abab cdcd efef gg. o sea la tradicional inglesa, empleada por Shakespeare, en beneficio de sugestión musical que, de haberse obtenido, crearía una atmósfera propicia al sentimiento que encierran los versos.
Keats dedicó su Endymion a la memoria de Tomás Chaiterton. el más inglés de los poetas, exceptuado Shakespeare.
El jovenzuelo de Bristol que urdiera, a la sombra de la vieja catedral, sus poemas arcaicos, atribuyéndolos a un autor imaginario del siglo xv, fascinaba a su compatriota. En una carta del 21 de Setiembre de 1819, escribíale a su hermano Jorge. el inglés más puro, o el que hubiera podido llegar a serlo, es, en mi concepto, Chatterton: su lenguaje es enteramente nórdico. al día siguiente, en otra carta, dirigida a su amigo John Hamilton Reynolds, refiriéndose al mismo poeta, lamabale «el más puro escritor de lengua inglesa.
Chatterton se enveneno a los diez y ocho años (1770) vencido por la miseria.
Aquel suicidio impresionaba profundamente a Keats. Al dedicarle este soneto ¿Sospechaba que hubiera podido ser si propio epitafio. Oh, Chatterton. cuán triste, cuán triste.
fué tu hado, hijo de la miseria, caro al dolor! Temprana muerte veló tus ojos donde la soberana lumbre del genio ardía, relámpago apagado. Cuán pronto aquel acento majestuoso y osado en póstuma armonía trocóse. Oh, cuán. cercana cerníase la noche de tu hermosa mañana. Oh, flor abierta a medias que el frío ha marchitado!
III Cuando el temor Suspiro por la música, por el placer divino; me asalta.
mi corazón sediento es rosa inortecina.
Vierte el sonido un encantado vino Cuando el temor me asalta de morir sin haber y en chaparrón de plata sus notas disemina. Por la lluvia sedante, como un llano desnudo, con mi pluma espigado en mi campo mental hasta reverdecer de nuevo, ansío y dudo.
y sin que en alta pila de libros logre ver, como en ricos graneros, mi cosecha otoñal. Oh, déjame embriagarme de esta dulce Cuando miro en las noches consteladas arder. armonía los nebulosos símbolos de una ficción astral más, mucho más! Mi sed es grande todavía.
Del corazón opreso desata la serpiente y pienso que pudiera morir antes de ser, que a la inquietud constante me encadena, por mágico destino, su intérprete casual; y a mi alma y mi cerebro pasa la disolvente cuando joh, bella efimera! me llego a melodía, a través de cada vena.
predecir que no he de verte más y que veré morir la misteriosa llama del fuego encantador, John Keats entonces, solo, a orillas del mundo (1795 1821)
abrumador, pienso que en esa nada también se habrán Murió en la capital de Italia, poco de hundir, después de haber llegado al país con definitivamente, la gloria y el amor.
el propósito, pero sin la esperanza, de restablecer su salud. Casi descoAl sueño nocido y apenas considerado en vida, la posteridad no tardó en proclamar La simplicidad revolucionaria de Wordssu gloria. Los críticos europeos recoworth, nutrida de sencillez campesina, tuvo nocieron en el joven lírico a uno de eco en la prédica de Leigh Hunt, que proclamaba la renovación del artificial los más altos del siglo. Inglaterra, lenguaje poético, mediante. el uso de las por la pluma de Mateo Arnold, ha palabras más comunes y triviales. El teorizador encontró su Garcilaso en Keats, colocado a Keats junto a Shakesquien realizó admirablemente lo que su peare.
amigo aconsejaba. Su verso opulento, denEnamorado de la Grecia clásica, so tejido que aprisiona en tupida trama los matices más fugaces, las asociaciones cuyos resplandores admiró indirectamenos previsibles, suele contener el vocamente, por vez primera, en los espeblo vulgarisimo y la imagen grotesca. Pero no chocan burdamente ni rebajau la digjos de Chapman, ella le inspiró dos nidad artistica; asoman con espontánea de sus grandes poemas: Endymion, naturalidad y se adaptan armoniosamente al conjunto. Este soneto, en su originai desordenado, rico y deslumbrante inglés, pudiera ser su mejor prueba.
como una selva, e Hyperion, fragmento marmoreo, friso trunco de im Suave embalsamador de la aquietada noche pecable belleza.
que sueldas, con tus dedos de roce, En sus odas y en sus sonetos se inadvertido, encuentra, sin duda, la obra más perlos escudados ojos, felices bajo el broche fecta del gran poeta juyenil, hija de de sombra, en la divina tiniebla del olvido: una imaginación suntuosa, de un temperamenio sensual, de un arte es¡Oh, lisonjero sueño! cierra voluntarioso, pléndido. De él podría decirse lo que mis obedientes párpados, o a que termine escribió Arturo Symons con respecto espera a Aubrey Beardsley. Tuvo la preci tu himno, antes que en torno del lecho en pitación fatal de aquellos que van a que reposo morir jóvenes; esa perfección inquie esparza su calmante piedad tu adormidera.
tante y exenta de conocimiento, esa absorción de una vida en una hora, Pero sálvanie entonces del día, o su que descubrimos en quienes se aprepresencia suran a realizar su obra antes del renacerá en mi almohada con su pasado mediodía, sabiendo que no verán la grave; tarde. librame del suplicio de la insomne conciencia El siguiente soneto expresa esa que como un topo mina las sombras en la angustia. La versión se ha apartado calma. deliberadamente del original, en lo diestramente en la dócil cerradura tu llave que se refiere a la distribución de gira, y séllame el cofre acallado del alma.
Mas ya pasó: en la, cumbre de la estrellada altura eres, y a las esferas tu canto dulcemente destinas, sin que nada conturbe su voz pura, la ingratitud del mundo ni la inquietud del hombre.
Sobre la tierra el justo salva de maldiciente vileza y purifica con lágrimas tu nombre.
El último soneto Este famoso y magnifico soneto, el último que compusiera el poeta, fué escrito en una página en blanco del volumen de las poesias de Shakespeare, frente a La queja del amante, a bordo de la nave «María Crowther, durante la travesía de la Mancha, en viaje a Italia. Si yo estuviese, estrella, fijo cual tú. no aislado, en suspensión nocturna de fúlgida fijeza, sin parpadear velando, igual que un desvelado y paciente eremita de la naturaleza, la intranquila marea que como en religiosa ablución las riberas continentales baña, ni contemplando impavido la máscara sedosa que la reciente nieve da al yermo y la montana.¡No! Aunque siempre innoble y firme en.
mi constancia, de mi bella apoyado sobre el pecho en sazan sentir, insomne siempre y en dulce vigilancia, el amoroso ritmo de su respiración; cómo exhala su aliento eternamente oir, y, así vivir sin término o en éxtasis morir. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica