REPERTORIO AMERICANO 1233 La deuda De E un lado la huerta, de la que llegaba Por pronto una vitalidad independiente, tensa y el crepitar de las chalas que envolvían vibrante. Cuando me miré luego en el eslas mazorcas ya maduras, resecas por todo JUANA DE IBARBOUROU pejo del gran armario de luna del cuarto un día de sol igneo: del otro el monte inde mi madre, en el cual ella recién había móvil y fresco, apretando al río entre la encendido la lámpara, mi cara era tan blanca red de los árboles que no plantó nadie, y y tan extraña que después siempre he telejos las primeras luces amarillas del puenido miedo de recordarla.
blo acurrucado contra la serranía. Cuando, en aquel inventario que hacía mi angustia, Hablamos concluido de cenar. La negra a ratos me daba vuelta hacia el Este, veia sirvienta levantaba la mesa y Titán, el pe: a mi madre en el rectángulo de la ventana abierta, repasando con lentitud la ropa de más, que diez y ocho años y resignarse a rro, roia un hueso en un extremo del come.
la familia y de la casa que pronto tendríavivir entre cuatro paredes ruinosas, con un dor silencioso. Todo estaba cerrado ya y mos que abandonar. Es una hora que no olmarido tan ruinoso como ellas, de una ava sólo se sentía la conversación lenta de los vidaré nunca. Se preparaba la tormenta que ricia y un fulgor en los ojos seniles que dos únicos peones, que tomaban mate en la quizá llegaría antes de cerrar la noche, y daban miedo. Ah, eso no, Dios mío! En cocina. Mamá, que habíase puesto a hacer la cadena de cerros distantes encapuchátre los truenos de la tormenta, ya casi so crochet, dijo suspirando: base de nubes oscuras, cargadas de relámbre nuestro campo, bajo la sombra creciente. Julián no viene esta noche.
pagos. Abri la portera del guardapatio y a y el viento que me sacudía como un arbusto Yo callé obstinada, porque hacía ya mucampo traviesa subi hasta la colina. Una más, surgido de pronto sobre el lomo suave cho que sentia por mi hermano un rencor brisa, que ya tenía ligero olor a lluvia, me de la colina, me sorprendi gritando con la que llenaba mi corazón de una cólera sin dió en la cara quemada de lágrimas. tocara hundida entre las manos, ahuecadas en tregua contra él. Aquel hermoso muchacho, dos los ruidos del campo en una tardecita una crispadura desesperada: tan mimado de mi madre, era la causa de de tormenta me cercaron de pronto con su Nos iremos a Montevideo, mamita. Yo toda nuestra desgracia, del porvenir os.
enloquecida algarabia. Chirriaban las ramas trabajaré, mamita. Pero el viejo no, el viejo curo y de la miseria en que íbamos a suun solo angustioso y monótono; los chajás no, por la Virgen Santisima!
mirnos irremediablemente. Si nos hubiésecortaban el aire con gritos estridentes y Fue una hora trágica, de veras. No creo mos arruinado por fatalidad, por mala suerte, alguno que otro cloqueo de gallinetas salhaber sufrido tanto nunca, ni siquiera cuando pase. Yo sería la primera en compadecer y vajes se destacaba del coro uniforme que besé por última vez la faz rigida de mi pa consolar, en aceptar valerosamente todos subía de los pajonales tendidos en el codo dre, que me dejó en los labios, por muchos los sacrificios. Pero no; eran dispendios de cenagoso del río. Miré nuevamente hacia la dias, una atroz sensación de piedra amari jugador y mujeriego, criminal aprovechacasa y al ver a mi madre más inclinada aún lla y helada.
miento de la amorosa blandura materna, lo sobre la costura, para aprovechar la última que nos habia llevado a aquel extremo. luz, una ternura desgarrada me llenó otra La voz de mi madre, inquieta, me llegaba luego la horrible, la odiosa insinuación, con vez los ojos de lágrimas. Nos iríamos, sabe en medio de los truenos crecientes y del un acento de falsa dulzura que yo no le habia oido nunca: Dios dónde, dentro de pocos días. El mal viento del nordeste, ya cargado de goterohermano había malbaratado el mermado pa Si tú quisieras, hermanita, podríamos nes de lluvia: salvarnos. Todo está en que consientas trimonio que las prodigalidades caudillescas. María Isabel, Isabelita, Isabelita!
de mi padre menguaran tanto, y no nos Pero el estribillo me enloquecía y me elicasarte con el viejo Chico Bentos. Es rico quedaba otra esperanza que el trabajo os sordecía: cinco mil pesos. cinco mil pecomo un pachá, el muy animal.
curo y brutal en quién sabe qué rincón del sos. cinco mil pesos. Ah, sin embargo, cómo después uno todo mundo. En siete días más vencería, sin re. Tendi los brazos al cielo. Mas no sé por lo perdona y olvida!
medio, la infame hipoteca, y la viejecita y qué los moví luego en forma de circulo en la muchacha tomarlan para siempre algún torno mío (el circulo mágico, el signo de Los perros ladraron, pero sin furia. Corts desconocido camino de la tierra.
las cábalas, he pensado muchas veces luego) el silencio un agudo silbido familiar y la ¡Señor que das la luz y das la sombra: y grité casi sin darme cuenta de lo que ha VOZ conocida grito desde afuera del grau cuánta amargura me hiciste beber en aque cía, como en una subasta espantosa: portón que cerraba el patio de muros enlla hora. Veinte anos de mi vida, los mejores. calados, como si fuera la poterna de una los que han de ser más dichosos, por cinco muralla: mil pesos, cinco mil pesos. Pancho, Cuico, abran, que soy yo!
El estribillo que durante todo el dia me Ilusión, desesperación, ficción de un cere Mamá dijo simplemente: había estado martillando entre la cabeza, bro que tal vez mordió un minuto la locura. Lucila, anda a calentar la sopa, que ya haciéndome ya doler las sienes como con iquién sabe que! Yo senti, lo juro, que una viene el niño.
golpes reales, volvió a rodar en mi cere voz gruesa, voz de hombre adulto, dijo a se puso a esperar, con las manos abanbro, más vivo después de la pequeña tregua: mi espalda: donadas sobre la mesa. Yo incline más la Cinco mil pesos. Cinco mil. Cinco mil. Aceptado!
cara hacia el libro y a medida que se acer¿Pero de dónde había de sacar yo, pobre Me volví, fria de horror. El llamado de caba el ruido de pasos, a los que correscriatura que ni joyas tenía, aquella suma mi madre me llegó otra vez ligeramente pondia el rítmico arrastre de las espuelas enorme? Nada que poder comprometer nos irritado y ya imperioso: de plata en los ladrillos del corredor, una quedaba ya. El campo habíase vaciado de. Maria Isabel, vuelve en seguida! nerviosidad inconcebible y absurda me aflosus majadas y sus vacunos, parte del her bajé corriendo la colina, crucé el pa. jaba los brazos que temblaban sosteniendo moso monte estaba talado ya, y la única tio, cuyos paraísos de menudas flores mo mi cabeza obstinadamente baja. Mi hermano salvación, la única, ila única, Dios de mi radas sacudia furiosamente el pesado viento entro y dijo secamente: madre. era bajar la cabeza ante la fatali del Brasil, y entré en la primera puerta que. Buenas!
dad y aceptar por marido aquel horrendo encontré abierta, la del comedor todavía sin Yo permaneci callada, pero inamú contesto viejo que había hecho con Julián el infame luz, con la sensación de que todos mis ca con la dulzura que tenia siempre para el negocio de la hipoteca insalvable. Me sen bellos se me erguían sobre el casco helado, predilecto: tia como enloquecer de a ratos. Tener nada como si cada hebra hubiese adquirido de Buenas noches, hijo. Estás mojado, anda. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica.