REPERTORIO AMERICANO 315 Pastorcito santo Era un pastorcito perdido en los campos.
Los ojos azules, de mirar tan franco; el aire tan dulce, de niñito santo; al verlo, deseos daban de besarlo, El pelito rubio sobre el rostro pálido. poco en la senda se perdió cantando Señor, hoy te vimos cruzando los campos, iqué hermoso que estabas, pastorcito santo!
RAFAEL DE DIEGO Rep. Argentina.
lado, todos los de este pueblo en agobio, para decirles, conmovido, cobrando corazón. Saludad, que algo grande pasa, en todo el cielo!
Porque hay una cosa que cuentan de estas emigradoras, y es que cuando se juntan para sus viajes, deliberan, parece que deliberan largo rato, y unas vigilan mientras otras van a llamar a las que faltan, a las cigüeñas domésticas que suele haber, y las maltratan por no querer seguirlas en su éxodo, de aves libres. Luego de lo cual se elevan rectamente; para orientarse, brújulas vivas, giran sobre sí y parten a las lejanas tierras de más sol, Ahora pasan, símbolo vivo de lo que cada vez más creo que es el único motivo de vivir; pasan por lo alto, entre nubes hostiles, como perdidas; y siento no sé qué respeto grande. Encuentro bien esta vergüenza de las cigüeñas, de tener hermanas que no aman la libertad, que son y no son; y encuentro bien que quieran inatarlas a picotazos. La domestiquez va contra las alas, es mal ejemplo para las crías y un peligro para el porvenir de la especie. Comprendo la cólera de las nobles aves, peregrinos de ala fuerte, de vuelo sostenido, de instinto liberal; comprendo que en el fondo no hacen más que defenderse: el ave de.
alas serviles, que es y no es de su casta, es poor enemigo que las aves de rapiña. Hay que acabar con ella.
Hacen bien. Yo también, por lo que toca a lo que hemos dado en llamar la Humanidad en marcha, estoy en que los pueblos que se quedan, que se quedan a servir, que tienen alas caídas, que no aman lo que son de por su alma, tienen que acabar pronto y acabar con vileza, faltos de motivo interno de vida; yo también, por lo que hace a lo que hemos dado en llamar nuestros prójimos o próximos, odio a las gentes domesticadas, que son y no son, enemigos de las alas de nuestros hijos, y quisiera dar de levadura algo de mi odio a todos los hombres que cuando han sentido mucha hambre en el espíritu han volado noblemente, con vuelo sostenido, a la busca eterna de cielos mejores, Lo que estos malos días pasa altamente, entre nubes hostiles, por los Pirineos, despues de dar muchos picotazos, es la libertad. La libertad, que no viene de este punto o del otro punto, sino que viene y va de todas partes. La libertad, que no viene de Francia, como dicen imentira. ni de Inglaterra, sino que desde pequeños nos ha pasado por la cabeza tantas veces como a los franceses y a los ingleses, y gritando más.
Los MAL PENSADOS LOS BIEN PENSADOS En la nieve hay un cadáver. El petirrojo lo va cubriendo de hojas secas. Llega gente. Unos dicen del petirrojo. Si lo ha cubierto de hojas ha sido por piedad, por ocultarlo a los buitres: hasta las aves son de buen corazón.
Otros dicen. Si lo ha cubierto de hojas es porque así nacerán antes, debajo, miles de larvas para vivir de ellas: es por egoísmo: hasta las aves son de mal corazón.
Pero los primeros, hasta cuando saben lo malo, necesitan muchas veces pensar bien: porque si fueran.
petirrojos están seguros de que serían de la clase de petirrojos que dicen. Mientras que los segundos necesitan siempre pensar mal: porque son así, malos.
hasta cuando ocurre que aciertan, hasta cuando ocurre, que dicen la verdad.
TOMÁS MEABE España.
Los piratas y el Quijote Estamos en el siglo xvi, en uno de aquellos paises cuyas costas baña el mar Caribe. Es la época en que los piratas de Holanda y de Inglaterra, esparcidos por las aguas del mundo espíritus de mal y de rapiña. destruyen y saquean las ciudades marítimas, y aun de tierra adentro, que España empieza a levantar, o ha levantado ya, en el Nuevo Mundo.
Oigamos a un antiguo cronista que refiere el ataque de unos piratas, y la defensa de una ciudad. Recaló a principios del mes de junio (1586. sobre el puerto de Guaicamacuto, media legua a barlovento de La Guaira, aquel célebre corsario Francisco Drake, a quien hicieron tan memorable en el orbe sus navegaciones como temido en la América sus hostilidades. El pirata, cuyas intenciones se conocen, pone en. movimiento a todo el mundo. La ciudad capital, separada del mar por ingente cordillera, no se siente; a pesar de la barrera de montes, segura. Ya Drake y otros corsarios conocen el camino de sus almacenes y la cuantía de sus caudales. Cuantos hombres pueden llevar un arma, desde los catorce hasta los setenta años, abandonan la ciudad, corren a las moutañas y esperan la tropa de piratas en sitios estratégicos.
Hallábase la ciudad (Caracas) desamparada dice el cronista por haber ocurrido los más de los vecinos con los alcaldes al camino real de la marina para defender la entrada.
Drake, buen bandido y buen guerrero, burla la espera y se presenta sobre Caracas por donde nadio lo aguarda.
Iba Drake con quinientos piratas. No había nailio en la ciudad. Nailie sino un viejo valiente: Alouso Andrea de Ledesma. Sólo Alonso Andrea de Ledesma, auque de edad crecida, teniendo a menoscabo de su reputación el volver la espalda al enemigo sin hacer demostración de su valor; aconsejado más de la temeridad que del esfuerzo, montó a caballo. y con su lanza y su adarga salió a encontrar al corsario. qne mar.
chando con las banderas tendidas, iba avanzando a la ciudad. aunque aficionado el Drake a la bizarria ile Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica