144 REPERTORIO AMERICANO era Las hermanas de Rebeca mellos sacaré agua. El hombre calla, maravillado. la moza «de muy hermoso aspecto, virgen, Entre tanto fresco y garrido motivo aldeano, nin a la que varón no había conocido. uella decora guno tan de égloga como el de la acequia, considenimis, virgoque pulcherrima et incognita viro. es sorada especialmente como cisterna ya que también brina de Isaac, hija de Bethuel, su primo. Hugo, que es canal de riego y abrevadero. y sobre todo a la a fuer de omnipotente, éra, cuando así lo quería, hora de la tarde, cuando las mozas vienen por agua, delicioso entre los deliciosos, hizo por allí el alado y ella, como en versos de melodiosa fluidez, dice.
elogio de estas cisternas de la Biblia. Dice. Nosomejor su poesía simple y eterna.
tros sólo borrachos concebimos el amor. El amor nada, asimismo, más ligado a la antigüedad antiguo fué bebedor de agua. Dice: remotísima. Sabido es la importancia que en la mitología y la poesía griegas tiene la fuente: la ninfa La bible, en ses épithalames, Bénit eau du puits large et rond, no fué, sin duda, más que su personificación. homme ancien ne comprend les femmes Igual cosa entre los árabes, y con mayor razón, Qu avec des cruches sur le front.
ya que su origen como pueblo se vincula milagrosamente a un pozo; despedida por su amo Abraham, La citerne est entremetteuse Du grave mariage hébreu.
Agar y su hijo erraron varios días por el desierto, Le diable emplit et la creuse; hasta que, devorado por la sed, el pequeño cayó en Dieu dans cette eau met le ciel bleu.
la arena; la madre, horrorizada, alejábase para no verlo morir, cuando un ángel, aparecido de pronto, Pero volvamos a nuestra acequia aldeana, le descubrió un manantial. Así fué salvado. Ismael.
El sol acababa de entrarse. en el progresivo padre de los árabes. La religión de Mahoma consaapaciguamiento crepuscular, el ruido de la acequia gró aquél pozo, donde, con fervor litúrgico, los muse va haciendo cada vez más distinto y. constituyo sulmanes van a apagar su sed el día octavo de la al fin la nota predominante del paisaje. Esto mienperegrinación. Pero en ninguna parte como en la tras el cielo se fué volviendo más puro, y a sil imaBiblia la cisterna tiene tan hermoso papel; figura en gen y semejanza los cerros se han puesto preciosalos pasajes más frescos, y es casi siempre la testigo mento azules, y mientras las cigarras emborrachadas o intermediaria obligada de los más puros idilios del de sol como de un ardiente vino, prolongan aún, antiguo amor. Aconsejado por su madre, Jacob huye despidiéndole, el delirante himno coral.
a Harán, donde viven sus parientes; tras largo pereEntretanto: grinar por los campos, un dia avista un pozo, y junto. Las lentas aguadoras han llegado a la acequia.
a él tres rebaños con sus pastores, pregunta a éstos por cada cual su cántaro bruno o bermejo llena, Labán, su tío, y ellos le dan las noticias que pide, Tapándole la boca con follaje, sin prisn.
agregando. he aquí Raquel su hija viene con el La acequia está olorosa de menta y hierbabuena. ganado. en efecto, una moza llega con sus oveY el pintoresco grupo dice, entre risa y risa, Sus bromas y sus chismes. Fluye el tiempo sin prisa.
jas; Jacob remueve la piedra del pozo y abreva el rebaño; después, gravemente, besa a su prima, la Vestidas de coco o percal de gayos colores, gåpastora «de lindo semblante y hermoso parecer. rrulas y frescas, esas mozas parecen todas lindas y Moisés, forastero y prófugo, recibe por mujer a Sé bien que muchas no lo sean, hay siempre dos o tres phora, hija de Jethro, sacerdote, en pago de haberla que redimen el grupo. Es alguna pizpireta morocha defendido a ella y sus hermanas de unos pastores em de ojos oscuros y sonrisa blanca y roja, digna de peñados en impedirles que dieran de beber a sus ovejas. todos los homenajes, con la cálida llenez de sus curY fué a la orilla de un pozo, el de Jacob, donde vas y la gracia agorera de su andar. alguna rubia Jesús dijo a la aguadora de Samaria sus más prode aire ingenuo, a la que el sol apenas si la ha tosfundas palabras. Ni en este inonte ni en Jerusalén tado, aunque, en cambio, de tanto besárselas, le amaniadoraréis al Padre: ya llegó el momento de adorarle zanó las mejillas. alguna otra de ojos hermosos y en espíritu y en verdad. Renán cuenta que cuan; un poco salvajes, como los del halcón, y de trendo él visitó Nazaret, se veía aún «la fuente alrede zas tan macizas que se dijera que le pesan coino do dor de la cual concentrábase en otro tiempo la vida ro, y tan largas que le acarician las ancas.
y la alegría de la pequeña villa. Es indudable, sobre la cabeza, donde han puesto un rodeto, agrega, que Maria fué allí casi todos los días, y con de trapo o ramitas, alzan a manera de fresca corona el cántaro al hombro, formó en la fila de sus ignode labor la tinaja que gluglutea. por la senda que radas compatriotas. tiene ondulaciones femeninas, las dulces siluetas de Pero nada más fresco de poesía antiquísima que curvas precisas e imprecisas avanzan bellamente.
el capítulo XXIV del Génesis. Recordáis? Abraham, Piernas y tobillos desnudos. Suave susurro de enaqueriendo elegir mujer para su hijo Isaac entre su guas alinidonadas. Con donosa habilidad la mayor parentela, envía con tal objeto a Harán a uno de parte de ellas, llevando hacia adelante las manos, sus criados; Harán está al otro extremo del desierto. hace girar el huso de la hilanza. Oyese, intermitente.
El criado apareja diez camellos, y parte. Qué viajes el zumbo ligero. Como de gitanas, algunas manos serían aquellos! Un día por fin llega a un pozo y tienen los dedos cargados de anillos. en las orejas allí hace arrodillar sus bestias. Es la hora de la. zarcillos, grandes a veces como aquellos de oin. petarde, la hora en que salen las mozas por agua. sados de medio siclo, que Isaac mandó a Rebeca.
el hoinbre eleva a su Dios la ingenua súplica. Sea, La marcha es muy lenta; lo exige el peso del pues, que la moza a quien yo dijere: Baja tu cánta ánfora rústica, que releva los pechos como hermaniro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: tos menores.
Bebe, y también daré de beber a tus camellos: que El desfile, sencillo y solemne, se dijera un friso, sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac. Mansedumbre amorosa del ala del aplono el ruego es escuchado. He aquí que una aguadora La del largo crepúsculo. El agua de la acequia viene con el cántaro al hombro. todo pasa conAhora canturrea nás claro. Un cinamomo Con su aroma antiquísiino y religioso obsequia.
forme a las palabras del siervo. Al pedido de éste, Las lentas aguadoras retornan de la acequia.
ella responde. Beber. se apresura a bajar el cántaro a sus manos. agrega. También para tus ca(Plur lira, Buenos Aires. Luis Franco Imprenta y Libreria Alsina San José de Costa Rica Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica