334 REPERTORIO AMERICANO El tesoro de Irene Ha resuelto venir bien pronto.
Piensa hacerme una visita.
Como si estas palabras hubieran Para REPERTORIO AMERICANO sido la única señal que se esperaba para que la visita prometida tomase SEMPRE, al volver de un viaje, nos mismas excentricidades. No volviacuerpo, el criado asomo la cabeza por mos de nuestro asombro. Las horas la puerta, anunciando con voz muy Por eso no me extrañó que, al re corrian sin darnos cuenta. Pero de clara: greso del mio, Irene me dijese, tan pronto, cuando estaba ya el sol ver Don Rafael Dorantes.
pronto como entré a visitarla: tical, el viajero, al oir que el silbato Un grito ahogado de mi amiga fué. Te hago saber que al fin tengo de la máquina anunciaba el arribo a la respuesta a ese nombre; y enseya lo que tanto deseabas para mi. cierta estación, se puso en pie de un guida el dueño de él se presentó en. Qué es ello?
salto, y dándose una palmada en la la puerta, pidiendo nuestra venia para Un novio.
frente, exclamó con premura. punto entrar. Es posible? exclamié.
he estado de seguir a lo largo, sin Irene salió a su encuentro. El visiSi. No estoy ya sola en este ver que es aquí el final de mi viaje. tante era un joven alto, distinguido, mundo. Hay otra alma que va con Con tristeza, pero con solicitud, le amable. Sus ojos grises, alargados, de migo.
ayudamos a recoger sus paquetes y mirada profunda, tenían singular atracY una gran suavidad pareció ilumi maletas; y cuando ya estuvo todo tivo.
nar su rostro, tan inexpresivo siempre, reunido sobre el asiento, el joven, sa Hubo las presentaciones del caso, de lineas inarmónicas, de tez un tanto cando violentamente de su cartera dos y cuando ya cada uno de nosotros cobriza y áspera.
tarjetas; nos las entregó, diciendo: se acomodó en la butaca elegida.
No sabes, le respondi. cuánto Para que no se olviden de su com Rafael Dorantes dijo a mi amiga, con me alegra esta noticia.
pañero de viaje, que es ya su amigos, asombro de las dos. Lo sé de sobra me dijo Irene, enseguida, aprestando la pluma. No esperaba tener el gusto de conmovida. Por eso después de mi «Ruego a ustedes, nos dijo, que me ver a usted también. Cierto que penabrazo de saludo, es lo primero que den sus nombres; quiero conservarlos saba ir a visitarla a su casa; pero he querido referirte.
siempre en mi recuerdo. Nuestro crea que me complace verdaderamete Hubo una corta pausa en que la nombre es Irene, le dijimos a un tiem encontrarla aqui, luz misteriosa de la felicidad volvió po, aunque el apellido es bien distinto. Mi amiga y yo cruzamos una mia transformar el rostro de mi amiga.
Apunto lo que le dictamos, añadiendo rada de sorpresa.
la ciudad. Pero cuéntame le dije. cuénlas señas de nuestras cay No comprendo lo que dice usted tame cómo ha sido el principio de sas. minutos después, nos estre se aventuró a exclamar Irene.
esta bella historia. Me interesa tanto chaba. efusivamente las manos, y salía Tocó su vez a Rafael Dorantes para saberlo todo.
del compartimiento, llevando su equi vernos a las dos con asombro.
paje. Te confieso que cuando le vi Irene, sonriendo con dulzura, tomó. Digo repitió dirigiéndose a mi cruzar el andén y alejarse a lo largo amiga, que pensaba yo ir también entre sus dedos el largo collar de de él, senti que una garra me estruperlas que le adornaba la garganta, a la casa de usted para visitarla.
y entrecerrando los ojos, como quien fue así, que al llamarnos a comer, y.
jaba sin piedad el corazón. Tanto Pero me alegro mucho de encontrarla aqui.
reconstruye con las manos un recuerdo después, por la noche, a cenar, casi Esta es mi casa afirmó la dueña tangible, me dijo: nada probé. Mi garganta se rebelaba de ella, con gran desconcierto. Fué en el tren, volviendo tama tragar. cuando al dar las once Pero entonces dijo Rafael, titubién de un viaje. Mi tocaya Irene me de la noche llegamos por fin, la ciu beando. ya no vive aquí la seriohabía invitado para que la acompa dad me pareció un desierto. Pero no, rita Irene Diaz?
nase al veraneo; y habiamos estado no tengo el derecho de quejarme. Yo soy Irenė Diaz.
un mes en la playa, de donde regreporque días después. Verás. Usted. Irene Díaz. Cuál es ábamos ya con los primeros soplos Mi amiga se puso en pie, corrió el nombre, entonces, de la rubia que de setiembre. Eran las siete de la hacia su alcoba y volviendo enseguida viajaba con usted cuando yo conoci mañana. Acabábamos de instalarnos con un cofrecillo de nogal, me dijo. a las dos?
en los asientos, cuando entró al com Voy a enseñarte mi tesoro. Irene Soler. partimiento que ocupábamos un joven sacó de allí un montón de cartas El visitante, desconcertado por commoreno, de ojos grises, profundamente interesante. Colocó sus maletas en que arrojó sobre el diván.
pleto, atónito, clavó los ojos en el las redes, y tras de arreglar los pa Ya comprendes añadió mi amivacío, mientras el rostro se le encendía vivamente. En sus miradas leia. quetes y el abrigo que llevaba con ga Es la historia de siempre. No presigo, se acomodó a nuestro lado. tendo que leas estos papeles. Todas mos con gran claridad cuanto estaba Momentos después, el tren partia, y las cartas de amor dicen lo mismo, hilvanando. Conque todas aquellas minutos más tarde, la conversación aunque suenen diferente a los oídos cartas que él había concebido para Irene Soler, la rubia, habian sido esentre el vịajero y nosotras, quedaba interesados.
anudada. ÉI, Irene y yo éramos los Sonrió como para mecer su idilio; morena. Qué cosas fragua el descritas y enviadas a Irene Diaz, la únicos que ocupábamos aquel comy luego añadió: tino. partimiento; pudimos, pues, conversar libremente, exponiendo ideas y juicios Creo que él me quiere de veras. Seis meses cuenta ya mi dicha.
En el salón hubo un silencio exque, por rara coincidencia, estaban pectante. Parecia que estábamos to. su nombre? le pregunté.
en perfecto acuerdo con los de nuesmándole el pulso a la Vida. Se le oía latir.
tro compañero de viaje. Fué aquella. Rafael. Rafael Dorantes.
conversación un verdadero banquete Los labios de mi amiga, prestigia. Comprendo todo dijo de pronto espiritual. Nos arrebatábamos los con dos por el nombre amado, se exten mi amiga, dejando escapar un susceptos, idénticas palabras salian a ve dieron, sonrientes, dibujando una linea piro irreprimible. Todo lo comprendo ces de nuestros labios. Los mismos bellísima que no tenian luego ya. Pero no se apene usted. Quién gustos, el mismo temperamento, las agregaron en éxtasis: podrá tener la culpa de esto. Nadie. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica