REPERTORIO AMERICANO 67 Tres amores Pasión contrariada, de la cual se hace reminiscencia en la última estrofa de Gonzalo de Oyón: De Julio. Arboleda, José Eusebio Caro y Gregorio Gutiérrez González. Ay, infeliz del que a mujer adora!
Que a otro el eterno en sus decretos dio. Ay! infeliz del que a piedad movido llama de amor antiguo resucita. Ay, infeliz del pecho que palpita por un bien que la suerte le robó!
Solamente en una composición, la menos repugnante de las políticas, Julio Arboleda se dirige a su esposa. Mi bien, mi amor, mi angelical Sofia, adorno de mi casa y de mi nombre, la flecha huyendo de mi pecho de hombre, va de rechazo a herir tu corazón. en otra, de la cual un biógrafo hace mención, pero que no aparece en el volumen de sus versos, publicado en New York, se despide de la dama. modelo de gentileza y de virtud, a la que después tomó por esposa (1842. de este modo. En vano, en vano palpita mi corazón al dejarte; es preciso para amarte virtud y gloria tener.
Si cobarde me creyeras me despreciaras villano; más que recibir tu mano yo la quiero merecer. No nos parece Julio Arboleda, como poeta, a la altura de Caro y Gutiérrez, porque ni su pensamiento es tan profundo como el del primero y tan vigorosa su estrofa, ni tuvo jamás el encanto y el lujo de los versos de Gregorio. Tiene, es cierto, admirables periodos, sobre todo en Gonzalo de Oyón, que salvan a esa obra, por otra parte de combinación métrica tan fastidiosa. Cuando juntamos aquí estos tres nombres lo hacemos porque generalmente se dice al hablar de nuestros grandes poetas. Caro Arboleda, Gutiérrez González. UMADA la vida de estos tres poetas, se podemos decir, menos fantásticamente verhace un siglo y veintiseis años: Arbo dadera la pasión de nuestro poeta. Parecia leda vivió cuarenta y cuatro, Caro treinta presentir a este idolo convencional, antes y seis y Gutiérrez González cuarenta y seis. de verle, en los tumultuosos latidos del coLos tres se casaron muy jóvenes: Gregorio razón; poníase pálido y en ocasiones era a los veinticuatro años, Julio a los veinti necesario sostenerle y casi arrastrarle, si cinco y José Eusebio a los veintiseis. Del la bella Temilda llegaba a pasar cerca de primero fué esposa Juliana Isaza, del se él. Complicose esta afección erótica con gundo Sofía Arboleda y del tercero Blasina alguna enfermedad real que producia palpiTobar. Viven en Bogotá hoy las tres musas taciones desordenadas en el corazón, y hade esos poetas, rodeadas de abundante y biendo consultado a un eminente Profesor cariñosa familia, de nietos juguetones a los de Medicina, cuyos fallos eran reputados cuales la muerte privo de los cantos de sus inapelables, éste creyó encontrar señales de abuelos ilustres.
una aneurisma muy adelantada, y le aconAntes de que el amor les fijara definiti sejó discretamente regresar sin demora a vamente su centro, Caro y Gutiérrez Gon la casa de sus padres. zález tuvieron pasajeros caprichos. El uno El médico era el doctor Cheyne, y el día y el otro sentían necesidad, urgencia de ca de este tremendo diagnóstico el 16 de diriño y de afectos vehementes; y aunque el ciembre de 1846. Su enfermedad lo hará corazón de Caro rebosaba de amor por su morir a usted antes de un año. había dipadre, como en cada uno de sus versos se cho a Gregorio Gutiérrez, y ese mismo año, siente y se admira, y aunque Gutiérrez Gon y por esos mismos días, José Eusebio Caro zález viviera en la dichosa compañía de es le dirigía una poesia al médico, en que, sotudiantes que lo quisieron muchísimo; no bre el supuesto de que moriria de un mal obstante, el amor filial no era para el uno incurable al corazón, ponderaba su ciencia suficiente, ni para el otro la animada fra y sus virtudes: ternidad de los claustros. Caro dejó en sus versos recuerdos de esa primera pasión que «Oh! équién no llorará sobre tu suerte, Cheyne, ángel de bondad, sabio, infeliz, tuvo origen en el año de 1853 (por febrero. que sabes del dolor y de la muerte Según su hijo Miguel Antonio, fué pasajero salvar a los demás pero no a ti?
amor de un mes y le cantó la muerte en De modo que al mismo tiempo que el docMi Amor y ¡Pobre Amor tan bello. Estas tor Cheyne desahuciaba a un gran poeta, dos delicadas elegias continúa Miguel Anotro gran poeta lo desahuciaba a él. tonio. comparecen en el original bajo el Caro murió primero que el médico, y Greencabezamiento común de Transición. En la gorio a los treinta y siete años del proprimera dice Caro, retratando, cual Tinto nóstico!
reto a su hija muerta, aquel celaje tan pronto Temilda no quería demasiado a Gregorio, desvanecido: porque él al despedirse le cuenta una peComo tras las montañas sadilla espantosa: hundiéndose la luna se pinta en la laguna «Y sofucado en negros pensamientos que cercan tristes canas; la sien del lecho, delirante alzaba, como el dormido infante y en mi febril agitación vela en rápido embeles tu desdén. y mi tumba abandonada.
aun de la madre amante recuerda el primer beso. Por ti al sepulcro, desdeñado bajo, como la voz del mundo buscando en él la apetecida calma; en torno al moribundo, y nunca sentiré sobre mi losa tal con vivo fulgor de tus ojos divinos ni una lágrimas.
brillo fugaz mi amors. Quién es Temilda? Vive, según se nos Gutiérrez González amo con vehemencia.
ha dicho, en Bogotá, donde la conoció GreEra estudiante aún muy joven y conoció. gorio Gutiérrez, rodeada de las mayores entonces a una bella señorita en Bogotá. consideraciones sociales. Vivirá en los verde la cual se hizo adorador fervoroso. Salsos del poeta antioqueño con la pasión devador Camacho Roldán pinta a la heroína sesperada de un primer amor desgraciado.
y la naturaleza de sus amores. Una vir Los versos de Julio Arboleda arrojan poca tuosa y bella señorita, de grandes ojos ras luz sobre el movimiento de su alma, si no gados y dulces, a quien vió alguna vez en es en las vulgares sátiras políticas, que son una ventana, le inspiró una pasión semedespreciables, véanse como se vieren, o en jante a la de Petrarca por Laura, de quien algunas composiciones como Me ausento, sólo creyó el cisne de Arezzo tener resen la cual asoma una pasión contrariada: puesta afirmativa a las fervientes declaraciones de sus sonetos, veinte años después «Y con la mano trémula apartóme, de la muerte de ésta; declaración que, Sustrajo a mi cabeza su regazo, probablemente, por venir del cielo, más dishuyendo de mi amor y de mi abrazo y de su propia timida pasión.
tante de la tierra que las más apartadas yo la ví de lejos, reclinada, nebulosas, tardó tanto tiempo en el camino.
puesta la mano trémula en la frente, de un caduco deber llena la mente Mas no por esto era menos intensa, y aun y del amor presente el corazón. El amor de Gregorio por Julia es tranquilo, lleno de mutua confianza, y aparece en sus versos sin alternativas, sin zozobras.
Desde la primera composición de 1850: a Juntos tú y yo vinimos a la vida, llena tú de hermosura y yo de amor a ti vencido yo, tú a mi vencida, nos hallamos por fin juntos los dos. tu mano en mi mano, paso a paso.
marchamos con descuido al porvenir, sin temor de mirar el triste ocaso donde tendrá nuestra ventura fin, hasta los últimos de 1869, tres años antes de su muerte. Asi te dije. Oh Dios. quién creeria que no hiciera milagros el amor. Cuántos anos pasaroni, vida mia, y excepto nuestro amor, todo pasó. Merecida ha de ser no arrebatada. QueVEDO, Musa VII.
Digan nuestros lectores si esta reminiscencia y la que hace notar el señor Cuervo en sus Apuntaciones, y muchas otras que pudiérainos indicar si fuera nuestro preposito roerle los zancajos a este poeta guerrero. que tomó del italiano, del Duque de Rivas y de Espronceda los pocos versos que pueden obtener para él la estrecha inmortalidad colombiana no nos autorizan para creer que Arboleda va a la zaga de González y Caro, como un buen monitor, que recita la lección aprendida, junto a un ingenio que inventa. Nota del Autor. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica