REPERTORIO AMERICANO 139)
La tristeza de Nausicaa hijos de Néstor, llegii descoso de desposar a la doncella de gentil presencia. De Calcis salió Clito, amable a los ojos de Atenea. Al margen de la Odisea.
Imitando a LEMAITRF. por su habilidad en la fabricación de armas.
De la Tesalia acudió Diocleo, hijo de poEscrito en 1914 para Maria Teresa Obregón, hoy scfiora de Dengo deroso señor: suyos eran los rebaños de caballos más hermosos del país. Sus cabaIS nave que llevaba a Ulises, el héroe a lavar con sus esclavas las reales vestillos negros de luciente piel y ojos que britroyano, a su patria, al primer golpe duras. Los caballos extrañaron las ma ios llaban entre la oscuridad del pelo como las de los remos se alejó de la costa de la isla que los guiaban: no eran las mismas que.
estrellas en la negrura de la noche, eran Esqueria.
en otras mañanitas los llevaran estremecicelebrados aun en países allende el mar.
Nausicaa, la hija del rey Alcinoo, sintió das de juventud y alegria e hicieran restaAliterses, a quien su lanza diera renombre, entonces en su alma un dolor infinito. Te llar el látigo cerca de sus orejas: eran ahora vino de Sifnos, rica en oro. Del Ática salió nía los ojos llenos de lágrimas y por eso unas manos débiles y laxas. En vano la Perseo, mecido en cuna noble entre las nole parecía que un hilo de luz unia su mi brisa que sopla con la aurora, llamó las bles y dueño de los campos más fértiles rada con la rápida embarcacion. Mientras rosas de sus mejillas: ya no podia alterar de Eleusis: los frutos de sus olivares no pudo distinguir al hermoso extranjero, sus la palidez que las invadiera el dia en que tenían rival; en sus huertos se contaban labios sonrieron a pesar de tener los ojos tas velas del barco que llevaba a Ulises a humedecidos; pero cuando la nave se alejó por miles los panales qne destilaban la miel su pais, se hundieran en el horizonte. Una más rubia y perfumada de muchas leguas tanto que las velas se confundieron con los vez en el rio, ella comenzó a sumergir las a la redonda; sus viñas producían el vino copos de espuma que se agitaban sobre las ropas en las aguas; no teia fuerzas para más generoso que llenar podía las cráteras olas, dejó de sonreir. cuando las velas sacarlas ni para retorcerlas. Las dejó en del Ática toda.
desaparecieron bajo la línea del horizonte, manos de sus esclavas y se fué. a vagar El buen rey Alcinoo, siempre tan ocupado las lágrimas bajaron lentas y desoladas por por las riberas en que encontró por vez en los trabajos que le imponía su cargo y sus mejillas.
primera a aquel hombre incomparable. Cuántambién poco perspicaz, 110 observaba la Desde ese dia la alegria huyo del cora to le lubiera gustado llorar con su cabeza indiferencia con que su hija miraba la nube zón de Nausicaa. Su risa juguetona, que iba apoyada en el amplio pecho del héroe y de sus cortejadores. Así, le dijo sonriendo siempre a través de las vastas habitaciones sentir su barba negra y sedosa acariciarle con bondad: con el gozo con que saltan los corderillos la frente. Escoge, hija mia, el más grato a tu recién nacidos por las praderas, no se oyó La hija de Dimante, tan amada de Naucorazón. Dichoso aquel que te lleve consigo.
más; y el amor siempre en vela de la reina sicaa, le hablo asi: luego añadió en tono de cariñosa broma: Aretea se inquieto por este silencio y quiso. Qué tienes, Nausicaa, que tan descolo Me he sentado en el consejo, más ressaber la causa, mas la doncella no respondió rida estás y tan apenada pareces? Bien se plandeciente que los demás, con cl manto al cariñoso reclamo.
ve que sufres. Qué te falta, Nausicaa? Sólo tejido por las manos de mi hija Nausicaa y Ya no departia amablemente cual solia, amor hay en derredor tuyo para ti. Háblacon mis vestiduras que esas misinas manos con su madre y sus esclavas a la hora del me, que me apena mirarte de esta suerte.
y el agua pura de nuestro rio, dejaran tan trabajo. Ahora permanecía silenciosa largos Oye, amiga: en mi cuerpo no hay dolor blancas. Ante ti la alegria se esponja como ratos y dejaba ir y venir su lanzadera en alguno. en el pensamiento si. Pero te pido los pájaros al salir el sol, y la huella que tanto que su pensamiento estaba puesto en no repitas lo que voy a decirte, porque se dejas es de paz.
el forastero encontrado a las orillas del río, murmuraría de la hija de Alcinoo y mi pala mañana aquella en que fué con sus es. dre, mi madre y mis hermanos tendrían un clavas a lavar las reales vestiduras; en el gran dolor sin poder remediar nada: deseo extranjero cuyos cabellos eran semejantes volver a contemplar al hermoso extranjero Por fin, un dia Nausicaa no abandonó el a las flores del jacinto.
que hallé en las orillas del rio, cuyos cabe lecho. Sus piernas se negaron a sostenerla.
Las esclavas comentaban entre sí. Qué llos hacen pensar en la flores del jacinto La reina llamó a Alcinoo y le habló asi: tendrá la hija de nuestro rey Alcinoo? Sus y del cual nuestro aeda Demodoco canta Esposo mio, tu hija está enferma de un mejillas están pálidas y a menudo suspira. hazañas tan admirables. Quisiera también mal cuya causa ignoro. Hace dias anda siNo ha muchos dias era otra cosa, recor que me estrechara entre sus brazos y me lenciosa y triste. no la he vuelto a oir reir dáis? Mientras el huiso bailaba en sus ma besara el rostro. Mas calla, amiga mia como antes con su risa que nos llenaba a nos, la risa bailaba en su boca.
muy querida; no me arrepiento yo nunca de todos de jubilo. has visto, rey Alcinoo?
Una dijo: haberte enseñado mis pensamientos.
Ya el leve color que tenía sus mejillas se Muchas veces la reina Aretea puso la La hija de Dimante se alejó entristecida. ha apagado y ahora, como nunca, parece cara seria porque el montón de lana no hecha de blanco mármol. Toca su frente y disminuía en las manos de su hija. Ni las sus manos y las sentirás arder.
historias de la nodriza la sacan de su tris Por la isla Esqueria labía pasado más El rey Alcinoo tuvo un gran dolor al ver teza. Antes, apenas Eurimedusa principiaba de un aeda famoso, quien al partir lizo tendida a su hija, tan pálida y tan silena contar una, estaba ella a sus pies con la de Nausicaa un delicado tema para sus ciosa.
boca abierta escuchando. Ayer en vano re cantos. Así, la belleza casta y suave de la Hizo venir a los hombres más famosos en firió sus historias más llenas de maravillas. hija de Alcinoo andaba por lejanas tierras, el arte de curar, pero ninguno consiguió La princesa ni siquiera levantó su rostro. envuelta en la música de las citaras: aliviarla.
La esclava Eurimedusa, la nodriza de No fué entonces de extrañar que a más Lo único que la animaba un poco cran Nausicaa, era la más triste e intrigada de de la multitud de pretendientes feacios a los cantos del ciego aeda Demodoco. En todas. Ya sus historias, en efecto, no pro la niano de la princesa, vinieran otros de una ocasión, mientras su madre y sus es.
vocaban ni risas ni comentarios en su ama lejanos países y de las islas vecinas. clavas hallábanse distraidas, tomó la mano da princesa. que ni siquiera las escuchaba. Llegaron mancebos hasta de la Eubea: de del ciego y en voz baja le pidió cantase Varias noches al arroparla en el lecho, esa isla vino Estracio, lo mismo que un dios, las hazañas de Ulises, el liermoso extranjero.
Nausicaa había dejado caer la cabeza en el hermoso, y a quien nadie había vencido en caso sintió aquel viejo corazón de poeta, seno que la amamantara de pequeña, y llo la lucha. Era hijo de un héroe famoso y sin ojos para el mundo exterior, palpitar el rado como lloran los que no tienen espe poseia inmensas tierras productoras del amor inmenso de la doncella? Quizá sí, ranzas.
trigo, la cebada, la avena y el loto más porque desde el día en que tal cosa le roUn dia la princesa volvió a pedir a su buscados por los comerciantes de granos. gara su princesa, los cantos entonados para padre que mandara uncir el carro para También Pisistrato, el más joven de los clla se refirieron tan solo al héroe de Itaca. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica