ViolenceWorld War

REPERTORIO AMERICANO 155 todos sus niños apenas pudo salvar uno, el menor, al que un aya, excediéndose más allá de los límites del amor materno, había sustituído con su propio hijo. este último infortunado vástago de los Brancovan, que de otro modo hubiera sido inmolado a la gloria de Cristo Redentor, la Princesa Marie legó el derruido Palacio de Mogoshoaia y sus treintidós haciendas a ambos lados del Olt.
Pero los tiempos eran duros; una familia extraña había usurpado el trono que dejara vacante el último principe nativo; el cetro fué puesto a remate, y los principes phanariotas asumieron el mando de acuerdo con los caprichos del Sultán, o más bien, de las necesidades de su tesoro.
El último de los Brancovan ocultó sus caudales. Los espléndidos palacios del siglo xvu fueron reducidos a ruinas antes de concluir el siglo XVIII. Gregorio Brancovan, nieto del príncipe mártir, tuvo que huir desde el Mogoshoaia incendiado para salvar su vida durante el levantamiento popular de 1821, acaudillado por Tudor Vladimiresco. los albores del siglo xix los edificios del Principe Constantino habían dejado de existir. Sus templos y monasterios, sin embargo, permanecían en pie, gracias a ese sentimiento que gobierna los impulsos de la violencia ante los dinteles de los santuarios. Mogoshoaia, medio quemado, se había convertido en refugio de los buhos en el invierno y de las golondrinas en el verano.
Por fin llegaron mejores días para el palacio de las márgenes del Colentina, y por razón de un matrimonio, fué de.
vuelto a la familia reinante. La última princesa de los Brancovan fué tinida en matrimonio al principe Jorge Demetrio Bibesco, gobernador de Valaquia. El in. fortunio, sin embargo, no se había extinguido, como podia esperarse, y bajo la amenaza de la Revolución de 1818, el principe fué compelido a abdicar. Otra vez las esperanzas de restauración se desvanecieron con la emigracón de la familia a Francia, donde dos de los hijos del príncipe pelearon en 1870 en las filas del ejército francés. Uno de ellos, el principe Nicolás, contrajo matrimonio con una hija del duque de Elchingen, regresó a Rumanía e hizo de Mogoshoaia su residencia comenzando la restauración del palacio de los Brancovan. Con ese evento coincidió el último vestigio de es.
plendor rumano en el siglo XVII, y en el horizonte la aparición de un nuevo peligro. Viollet le Duc ejercia una poderosa influencia en el ánimo del principe Nicolás y se dibujaron planos que de haber sido ejecutados hubieran resultado en profundas modificaciones. El desastre de la industria azucarera del principe, de la cual dependia para sus presupuestos, evitó que se llevara a cabo el ambicioso plan, y el principe Nicolás murió sin haber ocupado nunca la mansión de sus antecesores, que fue luego abandonada por más de una centuria.
En 1913, cinco generaciones posteriores al principe que lo construyó, ya fué posible esperar volver a la vida a este palacio encantado de Mogoshoaia.
El espíritu maligno que indujo a Viollet le Duc y sus discípulos está notoriamente ausente en este segundo intento de res.
tauración. Ese respeto escrupuloso que por las cosas antiguas y su consolidación se tiene en todo Italia, inspiró a Domenico Rupolo, superintendente de Monumentos Históricos de Venecia, en su trabajo en Mogoshoaia.
Una vez más ¿será la última? el palacio peligro durante la Guerra Mundial cuando fue tomado como blanco de los aviadores hostiles. Escapando como por milagro de las fuerzas destructoras que lo perseguían, este robusto testigo del siglo xvni recordará a las futuras generaciones que una de las flores más finas de la civilización latina fué nacida en la rama que se extendía a mayor distancia del tronco. De Art and Archaelogy Washington, Candelabro de Plata del Monasterio de Horez. Los grabados que ilustrun este artículo se deben a la cortesía de Mister Arthur Stanley Riggs. Paisaje de verano Está lloviendo con sol, se ha de componer el día, y cuando llegue la noche a pasos lentos, el cielo se habrá dorrido con los ojos abiertos; y nos iremos al campo cuando los bichos de luz por acercarnos al cielo jueguen a las estrellitas.
Está lloviendo con sol; se ha de componer el dia.
FERNÁN SILVA VALDÉS.
Trono de los Principes Rumanos Principios del siglo XVIII rngany. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica