314 REPERTORIO AMERICANO LA EDAD DE ORO dando la espalda al militar, me he descubierto, afligido, delante del sembrador loco. Pobre. molino abandonado, nuévete en paz!
Lecturas para niños (Suplemento al Repertorio Americano)
Parábolas LAS DOS TEMERIDADES LA VÍBORA EL GAVILÁN Una vibora duerme al sol. El gavilán la ha visto: se acerca, le da un alazo, la aturde, la rompe el cráneo y se la lleva colgando del pico.
Cerca de la peña en que la víbora dormía, un padre mira fijamente a su hijo, y, levantándose, con voz penetrante, le habla así. Ten un sentimiento vivo de la justicia. Que la justicia sea el motivo grande de la vida que to he dado, hijo de mi alma. Pero cuando veas que un usurero está a matar con un picapleitos. o una ama de pelanduscas con un mandilandin, o un rastacuero con un tacaño, o un cacique con otro cacique, o un vividor público con otro vividor, no pienses que sus luchas a muerte tengan nada que ver con la justicia. haz lo que hemos hecho ahora mismo. Déjalos que se maten!
El gavilán se aleja con su vibora; se aleja, se aleja: y ya los dos enemigos no forman más que un mismo punto en el espacio.
El sol está en toda su fuerza, la selva en toda su salvajez.
En su red, tendida de hoja en hoja, una diminuta araña está en guardia, prestas sus ocho patas, avizores sus ocho ojos.
Cae una mariposa y la red se agita violentamente.
Pero la mariposa es demasiado grande, demasiado fuerte, y en uno de sus forcejos ha roto los hilos y ha escapado ¡Ha escapado con la araña a cuestas! yo, conmovido, mirando a la desierta red, he dicho. La temeridad del loco!
Al poco rato, otro drama.
Un avispón zumba agresivamente, cazando para sus larvas.
De pronto se lanza sobre una mosca y la hace presa, y se encorva encima de ella juntando el abdomen y el tórax, y la arranca patas y alas. en esto otra mosca, sin darse cuenta del peligro, viene a pararse junto al avispón, corriendo indiferente sobre los despojos de su compañera.
Yo me digo. La temeridad del imbécil!
EL RAPAZ IXXOBLE, EL NOBLE LA CÁNDIDA PALOMA Los hombres de ahora, sin dejar de ser temerarios, deben de librarse de estas dos temeridades.
Pero antes deben ser temerarios locos, que no de la muchedumbre inmensa de los temerarios imbéciles.
Un buitre de afilosofada calva, curialesca gorja y oblongas rices, no eniendo carroña que engullir, perseguía a una linda palona zurana, cuando un águila real, que desde un risco estaba oteando, plegóse de alones, cayó como una piedra sobre el buitre, le clavó garras en ojos y, lanzando chillidos discordantísimos, le abrió de un picotón la nuca.
La paloma en esto, viéndose subito en salvo, se remontó y gritó en mitad del cielo con una voz tan fuerte que nadie hubiese dicho que era de paloma. Viva el águi.
Mas no pudo acabar el grito.
No pudo porque el águila, que por milagro no había visto a la paloma, manjar mucho más tierno, en oyéndola soltó al buitre en el aire y se comió el grito de la paloma y la paloma entera.
Menos unas plumas, que con muchas del coriáceo y maloliente buitre fueron una a una cayendo sobre la cabeza de este, pobre fabulista, que te lo cuenta, y que te dice. Cuando algún poderoso rapaz, noble o innoble, persiga a tu perseguidor y le desplume, nunca te imagines que le despluma por ti, por socorrerte a ti.
ni te entusiasmes, ni te creas en el caso de agradecérselo de viva voz. No, tonto. Lo mejor que puedes hacer entonces es callàrte el pico. huir más que munca el bulto. Porque nunca siente él águila más hambre de carne de paloma que cuando contra su sempiternal costumbre, come por necesidad carne de buitre.
EL SEMBRADOR DE LO QUE NO HAY He visto las alas de un molino abandonado, que se inovían.
Ho visto un labrador que hacía como que sembraba. Iba solo, lento, el pecho rojo de sol, los pies desnudos, y le caía sangre de los pies; iba por un alto que da al pueblo, moviendo los brazos del cielo a la tierra. Le he mirado a las manos. Las tenía vacías. Quién es. he preguntado a un militar. Un loco mé ha dichio.
Yo he pensado. Bienaventurados aquellos que en sus locuras son pacíficos. Bienaventurados aquellos que hasta cuando les coge la locura se presentan nobles. Bienaventurados aquellos que, aun con las manos vacías, aman y siembran a puño lo que sólo está en su mente!
Luego, mirándome a la manos, me he dicho con una tristeza que me ahogaba. yo. otros?
LAS CIGUEÑAS En estos días malos, que se meten dentro de uno a dar frío y tristeza, van pasando cigüeñas por los Pirineos en triángulos solemnes, alerta contra los halcones, con hambre y gritando. Van pasando con fe, por entre las nubes de todo el cielo, a busca de cielos más clementes. yo quisiera, cuando oigo sus gritos sobre mi cabeza, tener muchos niños a mi Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica