314 REPERTORIO AMERICANO cia, hará falta que a su gemido justiciero corresponde, cui bucna partē, la gloria de El periódico cul cuestión, al publicar el se unan labores gigantescas de saneamiento la fundación del Cristianismo. si, coino cuento de Barrett, participó a sus lectores y de desecación, que sólo con inmensos parece, Rafael Barrett está destinado a que se trataba de «uno de los más eminencapitales podrán emprenderse; pero también tener en América, y me atreveria a decis tes humoristas de los Estados Unidos. Es.
el grito de Barrett habrá colaborado, al que aun en España, sus secuaces y simpati cribí in continenti a mi amigo Manuel éxito da esta obra. Por sentirlo así le de zadores. podrá negarse a aquellos jueces Gahisto, autor de la traducción, que aclarase dica un capítulo en su libro un escritor tan el mérito de haber clavado en su corazón el punto: que Barrett era americano, en ponderado, tan dueño de si mismo como los, siete puñales que lo sensibilizaron, para efecto; pero no yanqui, sino del Paraguay.
Armando Donoso. En qué historia figura elevarlo desde la ciénaga del señoritismo rán los preclaros varones que descalificaron hasta las perspectivas de la historia?
a Rafael Barrett en 1902? Me imagino que ¿Por qué tales recuerdos? Los evoca la Caifás, Pilatos y Judas no piden a los cieRamiro De Maeztu lectura de la obra de don Armando Donoso, los otra cosa que la muerte eterna y el La otra América, recién editada por Calpe, absoluto olvido. sin embargo, a ellos les (De El Sol. Madrid. y un articulo de Ramiro de Maeztu en El Sol.
Donoso, el ponderado escritor de Chile hace justicia a Barrett, informándonos de su Un escritor de España triste vida, de su obscura muerte y de lo sincero y bravo de aquel espíritu. Maeztu, que resucita en América por su parte, cuenta la infamia que lo condujo a las rutas de América. Porque Rafael dos; repercutia tan sanudo el restallar de Barrett, hijo de inglés, era español, de Alcierto libro donde se hablaba de los la tralla contra los explotadores; resplande. geciras, asegura Donoso; de Santander, yerbales del Paraguay y de la explotación cía todo tan sincero y, literariamente, tan cree Maeztu. Me inclino al parecer de Domás exasperante y violenta del hombre por hermoso, que admiré a aquel desconocido.
noso, autor que procura siempre informarse el hombre en campos y selvas de América. Lo admiré por sus sentimientos en cuanto concienzudamente antes de emitir opinión.
El nombre del autor me era desconocido. hombre y por su estilo en cuanto escritor. El estudio que se consagra en La otra En principio, nada nuevo, sino el dato «De. Méjico al Cabo de Hornos asegura América a Rafael Barrett lo pone de relieve.
paraguayo, se traía a mi conocimiento. La con razón reina una tiranía de mercaderes. En América, donde los más viles o mediodespiadada, la inicua esclavitud del prole desprecia a aquellos pueblos «el desdén cres gacetilleros suelen adinerarse con el tario indio en toda esa América que blasona del pobre, el asco del obrero, la delicia de editorial ampuloso en que se adula a los de igualitaria no era un secreto para mí. atormentar al débil.
mandones o las croniquillas insubstanciales La había presenciado y combatido en Lo crel paraguayo. El nombre Rafael donde se halaga la vanidad de cada país o los cauchales del Orinoco, del río Negro. Barrett no decía nada en contrario. Tantos se disculpa la insolencia de poderosas eindel Casiquiare. En todo el territorio del ingleses dejan su nombre y sus hijos en presas, Rafael Barrett, escritor de primer alto Amazonas, donde parten límites Vene nuestra América!
orden, vivió muriéndose de hambre y echanzuela, Colombia y el Brasil.
Inquirí quién era aquel Barrett. Había dose encima el odio de todos. Un día, El Conocía los horrores de Putumayo, en el producido algo más? Por fin me llegaron dolor paraguayo le enajena la voluntad del Perú, llegados a tan horripilante extremo, dos obras del mismo autor, ambas editadas Paraguay; otro día, El terror argentino le que provocaron la protesta de Inglaterra, en Montevideo. Estos libros se titulaban: cierra las puertas de Buenos Aires y todo en nombre de la Humanidad, y la del Pon Cuentos breves, el uno, y Moralidades ac el Plata occidental. Pero él no cejó nunca.
tífice de Roma, en nombre de la Caridad. tuales, el otro. Qué dos libros tan hermoFué, como refiere Donoso. el caso insólito No ignoraba la destrucción sistemática sos! Quise ponerme en relación con el autor de un hombre que ha hecho sentir la cabal del indio en los Estados Unidos y la imita y requerir su permiso y sus condiciones conciencia de la dignidad humana. Nada ción de tales procedimientos en la Argen para que la Editorial América los publicase temió perder ni aguardó nada. El solo tina, donde a los arrasadores de rancherías en Madrid.
recuerdo de la vida de Rafael Barrett consse les titula «héroes del desierto. De Montevideo me escribieron y creo tituye su mejor elogio. Me constaba el drama del indígena en que también de Santiago de Chile sobre «Pensó en la imposibilidad de aguardar Bolivia: Alcides Arguedas lo pinta apres el autor. Había muerto sin dejar familia; las el advenimiento de la justicia entre los nature más infeliz que los animales de carga. obras podian considerarse como del dominio hombres. pero. rústico, violento, ásperaHabía leido la historia de Méjico, país en público. Se le haría un servicio a la memo. mente primitivo, siempre dejó oir la voz que casi todo el mundo es mestizo y en que ria de aquel excelente y veraz escritor destemplada de un hombre evangélico arrecasi todo el mundo comenzando por el editándolo en Madrid y dándolo a conocer batado por las exaltaciones de un nuevo sanguinario mestizo oaxaqueño Porfirio Diaz en España y el resto de América que lo Ezequiel. ha sido lobo para el aborigen.
ignorase.
En América nadie le tendió la mano sino Recordaba que un insigne hombre bueno, Yo pensaba lo mismo. Editorial América José Enrique Rodó, que era hombre para en el Ecuador, Juan Montalvo, esculpió publicó los Cuentos breves y las Moralidades comprenderlo y estimarlo. Tal vez conoció esta frase. Si mi pluma tuviese don de la actuales, de Rafael Barrett. Busqué alguien en Argentina a Palacios, a Ugarte, a Algrimas, escribiría un libro, El indio, y haría que pusiese algunas lineas de presentación berto Ghiraldo, revolucionarios y escritores llorar hasta a las piedras. al frente de aquellos libros. No encontré: como él; pero, en general, el medio le fue En suma, no desconocía que las repúbli nadie lo conocía.
hostil. Vivió errante, triste, pobre, paseando cas ultraliberales de la América indepen Cuando aparecieron los Cuentos breves, su tuberculosis y su máscula hombria de diente, sin una sola excepción, han sido un periódico de Paris no recuerdo cuál en bien de pais en país. No tuvo más escarcela hasta ahora tan feroces en el sentido de este momento publicó algunos de aquellos que su pluma de periodista, comentadora explotar, envilecer y destruir por exceso relatos, rebosantes de ciencia de vida, de de la vida cotidiana. De su contacto con la de trabajo, de rigor y de injusticia a los amargura irónica y de hermosura literaria. vida de todos los días nacieron sus Moraindios como los más crueles encomenderos Como parece que para el francés caballero lidades actuales. Cuántos periodistas de de antaño bajo el rey absoluto.
condecorado que ignora la Geografia no nuestra lengua, ya en América, ya en EsSabia todo eso. Pero calentaba las pági existe otra América sino los Estados Unidos, pana, serían capaces de libro semejante?
nas del escritor anónimo sobre la esclavitud Rafael Barrett, de quien se publicaban las «Cuanto más segura se acercaba la hora en los yerbales del Paraguay tanto fervor obras en una Biblioteca americana, debía inevitable, más sentia él la necesidad de de justicia, tanta piedad hacia los desvali de ser yanqui.
vivir. Iba con su valija apretada de origi1 Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica