REPERTORIO AMERICANO 189 Anoche hice, poeta, un milagro en el mar.
Irguióse, desgraciado, mi orgullo ante el milagro que realizó esa noche mi voz afortunada, teniendo el alma artista de arcángel en la gloria y azules en los ojos las luces taumaturgas.
Para el REPERTORIO AMERICANO ¡Oh, tủ, Rafael Estrada, de la mirada china!
Observador benigno de la tragedia humana; pido la luz que alumbra de noche tus cuartillas, para escribir las letras que hoy me murmura el viento.
Con intenciones santas, si las maldades hurgas, y del gusano libras la entraña enamorada, el corazón romántico delatará su euforia, y salvará del fuego el leño de Meleagro.
Sonreírle supe al mar iracundo y violento; diciéndole amistoso mis palabras sencillas, por la dicha materna, por la novia y la herniana, por mi vida asustada de su rabia asesina.
Porque la tempestad se acurrucó, doncella tímida y recatada, de bruma azul vestida, el corazón sufrió el beso profanado de los sensuales labios de las satisfacciones.
Con la bondad consiguese la gracia bautismal junto a las aguas limpidas de la serenidad; hasta en las mentes canas hay cánticos vernales, y se sonríe a la muerte, ya sin saber por qué. ya fueron inútiles mis locas oraciones para evitar que huyese el milagro logrado, y sólo llevaré su recuerdo en la vida como llevan los ojos la ilusión de la estrella.
Asi se hace el milagro aunque nadie lo ve; el hombre pisa entonces las sendas celestiales, y al recibir los dones de la Divinidad matrimonia los polos de la virtud y el mal. Oh, tú, Rafael Estrada, de la silueta dura!
que eternizas las horas en tus tenues cuartillas; yo que tuve en mis manos la Rosa de los Vientos, la deshojé inconsciente del fracaso imprevisto.
Noche de tempestad, la de anoche, en el mar.
Ciño triples coronas de arrugas, en las frentes, en vaivenes de angustia desmadejó los pasos y quemó en las pupilas el cirio del temor.
Con la Rosa perdi el aliento del Cristo. inutiles crispáronse los dedos avarientos y el alma que admiraron las pobres avecillas, volar sobre lo inmenso vanamente procura.
Pio TAMAYO Mar de Darién. Agosto de 1926.
Cuando todos huyeron, mi palabra de amor goteó sobre las olas los suavisimos rasos de los antiguos óleos, que nautas diligentes untaron en las llagas que hacen rugir al mar.
Nota: Dirijase la correspondencia Pío Tamayo, Hacienda «El Callaoe, Tocuyo, Estado Lara. Venezuela.
El amor engalanado por AMARÚ SIMARU, poeta indio del siglo vi, pro ducido de su forma, está tomada de bablemente contemporáneo de la que hizo al francés Franz Toussaint, Kalidasa, no fué conocido sino hasta y apenas si da una idea de los teel año de 1808, cuando un sabio bra soros que encierra la hermosa lira mán publicó unas cien estrofas suyas de Amarú.
que en parte fueron traducidas al JOSÉ ACUÑA francés por Apudy. Después fueron San José, de enero de 19.
descubiertas en Hyderabad las obras completas de Amarú, adicionadas con El poder de las lágrimas numerosos comentarios, hechos algunos por el mismo poeta y algunos Sin intentar detenerle por sus vestiduras, por sus copistas. La vida de Amarú sin extender el brazo para cerrarle la nos es casi desconocida; hasta su puerta, sin caer a sus pies, sin pronunciar estado y condición nos es de todo siquiera esta sencilla frase. Quédate. ella punto incierto: algunos afirman que vuelve hacia el sus bellos ojos llenos de fué un rey, otros que un bramán, tristeza. el galán que huia, he aqui que otros que ambas cosas.
se detiene contenido por las lágrimas de su El género literario cultivado por amante como si fuesen un torrente desbordado.
este poeta fué el de la poesia lirica y en especial el de la poesía amatoria. Los destrozos augustos del amor Sus versos están saturados de un sentimentalismo tan dulce como exaltado, contemplo la senda. Escribo versos melanLe espero. Por qué no llega? Suspiro, y se pueden colocar a la par de los cólicos. Me consumo como un matorral de Safo, Teócrito, Hafiz y Omar Kade Masura que, encendido en la calma de yam como las grandes joyas de ese la tarde, perfuma la campiña.
género literario.
La traducción de estos pequeños La ingrata poemas, verdaderos Haikais japoneses Tu amor por mí, Gayatri, es más incons.
tanto por el fondo como por los re tante que el movible reflejo de la palmera sobre las aguas de un lago hendido por las barcas. pesar de que el lago vuelve a ser como un espejo cuando se han alejado, tu corazón permanece siempre en la duda aunque me hayas perdonado.
Carta Te escribo a la luz de la luna. Me han llamado mis amigas, pero yo he querido permanecer en este cuarto donde tú vives siempre. He aqui que lloro todavia. Para olvidar mi pena he mirado el jardín oreado por: la brisa. La sombra de una hoja de bambú traza en la arena azulada un vocablo desconocido que debe de ser tu nombre.
La perdida pena Cuando me mira, yo me pongo a contemplar la flor o la amiga que se halla cerca de mí.
Cuando su voz melodiosa me suplica, zumban mis oidos y no comprendo su acento cariñoso.
Cuando un estremecimiento involuntario me sacude, murmuro. Qué frío hace aquí. Cuando mis mejillas se enrojecen, las oculto entre mis manos temblorosas.
Pero entonces, oh dulces compañeras, los latidos de mi corazón hacen moverse la túnica, y él se da cuenta de que le amo!
Valor. Me acaba de abandonar, pero yo seré valerosa. No conocerá mi desesperación.
Tú ves, Pradyumná, que sonrio. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica