Tomo XIII REPERTORIO AMERICANO Núm. 16 San José, Costa Rica 1926 Sábado 30 de Octubre SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA 20 SUMARIO: Carta a una peruana, por Gabriela Mistral. Carta alusiva, de Simón Latino. Con Ecco Nell, por hva Camacho. Análisis de una sintesis. Carta abierta a la actual Legislatura Panameña, por Escobar. En el entierro de un hombre silencioso que enseñaba a trabajar, por Pallais. Desolación, por Rafael Estrada. los ideales de Ellen Key, por Nacy Schoonmker. Bibliografia titular. La situación de Cuba, por Arturo de Carricarte. Al señor Carricarte, por Enrique José Varona. Tres cuentos de Ecco Neli. Cuatro poemas chinos de amor. Poemas de vanguardia, por Vicente Geigel Polanco.
Carta a una peruana De El Mercurio. Santiago de Chile Una sociedad de mujeres en favor de la paz ISTINGUIDA señorita: Contesto tardiamente su carta, llena de interés para mi. He tenido viajes, enfermedades y trabajos y era mi desco escribirle largamente respecto de un asunto tan importante como el que usted ha querido tratar en su noble comunicación.
La atmósfera en Arica Por GABRIELA MISTRAL No es por cobardía ni por pereza por lo que yo no acojo su idea de una sociedad de mujeres que en el Perú y en Chile hiciese manifestaciones y propaganda escrita en favor de la paz. En Chile se la recibiría con gran extrañeza: no se ha hablado, repito, de una guerra ni en los momentos.
más graves de las negociaciones de Arica.
En vez de esa institución, pienso que deberia, en lo futuro. pensarse en otra para aproximar a los dos pueblos que se desconocen más que Nueva Zelanda y la Arabia, por ejemplo, aunque la naturaleza les dio ese sencillo imperativo de conocimiento, que es la proximidad; podría hacerse en cada capital un centro de estudios peruanochileno, en el cual, con conferencias destinadas especialmente a la masa popular, sc divulguen las partes de nuestra historia que nos unen: la pre hispánica y la hispánica, donde se popularicen las literaturas de los dos países y se describan sus territorios.
En el momento de escribir la frase. en la masa popular. me ha venido a la memoria un incidente de mis viajes.
Me pregunta usted si las mujeres del Perú y Chile no estamos moralmente obligadas a impedir una guerra vergonzosa e inútil entre nuestros pueblos. Toda su carta me hace pensar en que usted ha sido informada, de la atmósfera eléctrica creada en Arica.
Desgraciadamente, usted ignora que esta no es la del país en general. Le aseguro, en esta afirmación no hay, créalo, la flaqueza humana de hablarle bien de nosotros, que jamás se ha pensado en Chile, durante este año de négociaciones largas y cargadas de sucesos penosos, en una guerra con el Perú. En los círculos obreros y educacionales que frecuenté antes de venirme a Europa, en las ciudades, en el campo, en ninguna parte se creía posible que una gestión iniciada con el objeto de dar a América un futuro decoroso de paz, fuese a acabar de ese modo.
La situación de Arica es otra, naturalmente. Se han reunido alli unos diez mil votantes de ambos paises, y este conjunto de hombres que no trabaja y que tiene sus ojos puestos en un unico objeto, ha tenido que hacer ese ambiente odioso que yo miro con tanta tristeza como usted. Pero la lengua de fuego de Arica, no corre a lo largo del pais, se lo aseguró a usted.
Dos documentos me han impresionado fuertemente respecto de la situación: la admirable pastoral de nuestro Arzobispo Monseñor Errázuriz, en la cual se recuerda a los chilenos 106 lazos de sangre que nos uinen al Perú y se hace una invocación profunda a la fraternidad, y un articulón de periodista norteamericano, en el cual, rápidaEl odio está en el pueblo pero no en la clase media ni en la dirigente mente, se habla de nuestra controversia y se dice más o menos. Son pueblos aquellos Chile y el Perú que están por debajo de la solemnidad civica de un plebiscito.
Es decir, son pueblos sin equidad, no traspasados todavía por el sentido del derecho y que no merecian el que nos interesáramos por presidir su plebiscito. Hace un mes que yo leia esas palabras en un Consulado de México y, porque se me tatuaron en la mente, las he citado ya unas tres veces. El extraño a quien convidamos a ver de cerca nuestra rencilla, parece que se ha ido despreciándonos. Para Estados Unidos como para Europa, no hay Colombia, ni Bolivia, ni Chile: hay América del Sur, y se nos desdeña en fardo, partiendo del punto de vista de que somos la misma cosa, lo cual es verdad. Lástima grande que mientras el europeo y el yanqui nos ven en lo que somos una sola razanosotros no nos ocupemos sino de señalar nuestras diferencias para asentar sobre ellas nuestros menudos odios.
La pastoral de Monseñor Errázuriz, aunque señala el sentimiento de uno de los más grandes espíritus de Chile, expresa la convicción y, da carne al anhelo callado de muchos chilenos; no es una sola voz aislada, por ser una voz prócer.
Viajábamos hacia Cuba, el escritor boliviano Alcides Arguedas, el diplomático pe.
ruano Abril de Vivero y yo, y conversábamos sobre la cubierta mañana y tarde, en una cordialidad muy viva. Algún gra.
cioso nos llamaba el grupo de la Guerra del Pacifico. Eramos tres curiosos de cuanto ignorábamos de los otros países, pero con esa curiosidad en la cual se abre el cariño fácilmente; repasábamos nombres de escritores, libros, Sucesos y también incidentes penosos. Ninguno espiaba la palabra del otro para extraerle la gotita cmponzonada, ninguno hacía crecer demasiado su tierra Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica