Carmen Lyra

REPERTORIO AMERICANO 293 Página a lírica De Eduardo Uribe Del tomo Atisbos. Buenos Aires, 1926 Nunca lleves el lastre de un pesado bagaje, ni un amor que al espíritu tornara gemebundo; a nadie en tu camino demandes hospedaje, sé huésped de los vientos, austero vagabundo.
Sin temor, que tu impulso sea brújula cierta, y desdeña el descanso si alguien te hiciere oferta; no interrumpas tu viaje a lo desconocido; para que tenga, entonces, el Alma la costumbre del vagar infinito, sin fútil pesadumbre, cuando tu cuerpo deje ya por siempre rendido.
De tierra lejana nos llega el nuevo libro del amigo querido y estimadą ¡Atisbos. Qué bien, describe el titulo la actitud de esta alma noble y atormentada por una inquietud que es una bendición y una maldición! Acecha al Dolor para caerle encima con la crueldad de un tigre. y al arrojarse sobre su presa, se manso y suave como la onda que en la noche se aleja cantando sobre un lecho pedregoso. Atisba la Felicidad, y al mirarla frente a frente y tenderle los brazos, la amargura y el hastio lo dejan sin fuerzas, y cae de rodillas como un niño débil y se oye el golpe seco de la frente al chocar contra el suelo duro.
Me ha conmovido profundamente la poesía titulada Tu error. Este optimismo suyo tan ruşkininiano me hace pensar en la estrella lejana que se refleja en el mar salobre.
Una mano que lo ama ha seleccionado para el REPERTORIO esta página lirica sacada del nuevo libro que como un bello canto de amor y de dolor.
ha llegado a llamar la puerta de nuestro cariño.
CARMEN LYRA Noviembre de 1926.
Costa Rica.
Anhelo La canción que yo canto La canción que yo canto y que divulga el viento, esparce por la vida jubilo y sufrimiento.
Ella es culta y salvaje, turbulenta y serena.
Como mi vida es ella: no sé si será buena.
Estremecida sufre, lúgubre y desolada, y se retuerçe, ardiente, como una llamarada.
Es el hondo deseo, necesidad, urgencia, de aprisionar, fielmente, el matiz, la cadencia, con que se desenvuelve mi emoción interior; es imagen, es misica: yo soy sólo el cantor. veces lleva un eco de ese ritmo infinito de alegria que el Hombre jamás deja transcrito. su dolor es tal agobio del vivir, tortura de lo ignoto que mucho hace sufrir.
Los triunfos del amor no exalta mi canción, que al desnudo jamás exhibo el corazón. No es amante rendido quien se ocupa en cantar, como cualquier motivo cotidiano y vulgar, las hermosas conquistas de amor, porque ello fuera a la dicha gozada conceptuarla rastrera. La canción que yo canto y es apenas oida, se pierde en los caminos: fútil soplo de vida.
Pasará muchas veces sin que nadie la entienda, y alguno ha de increparla porque quizá le ofenda.
Quiero ser tan manso como un corderito, pues mi vida hoy dia es un huracán.
Transformar en salmos mi profano grito y exaltar mi vida en un bello afán. Irme despojando de preocupaciones, conseguir un día sencillez total.
Tanto en mis acciones como en mis canciones desechar la burda intriga banal.
Tener una frase suave y lisonjera para el ser vencido que anhela piedad.
Posar lo humano mirada ligera, que es una manera de hacer caridad. para los hombres, triste muchedumbre, tener siempre prestos mano y corazón; al vivir con ellos, ser como una cumbre que hacia lo perfecto va su elevación.
Inmutablemente para toda ofensa oponer un fino gesto de desdén: ante lo mézquino la mayor defensa es pasar altivo, no inquirir el «Quién. Quiero ser distinto de mi actual estado, ser como más dulce. mínimo tal vez.
Olvidar mi vida de hombre atormentado siquiera un instante. y morir después.
Viajera alada Yo sé de las bellas andanzas sin rumbo y de las zozobras de no nallar la ruta; tan desentendido paso por el Mundo que siempre equivoco la senda que busco.
Para mis trayectos no existen fronteras; yo voy muy más lejos que cualquier viandante, pues mi pensamiento es ese romero y mis fantaseos las rutas eternas. Pobres los que sólo con sus plantas viajan. Miseros esclavos del falaz cansancio. dónde podrían ir sobre la tierra que les deparase belleza absoluta. Dices que tu vista penetra muy hondo. Oh! Los ojos sólo ven la superficie de las cosas. Nada sabrás, así, nunca del profundo encanto de los panoramas y me dijo una voz: Vive provisto siempre de liviano equipaje y el corazón exento de un afecto profundo; que nunca te entristezca la prontitud del viaje, porque quedarte quieras en un punto del Mundo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica