REPERTORIO AMERICANO 221.
una opinión diferente. Ninguno, sin embargo, me impulsó a proseguir; quizás pertenecie ininteligible para tratar de consolarme. La pudo dar una explicación satisfactoria. ran a una época posterior desde que lle escuché sin interés, en verdad, porque yo Un mes transcurrió y el paciente no dió vaba mi nombre? Desaté la cinta y lei las no necesitaba consuelo. Después se apodero señales de vida. Pasaron varias semanas cartas por su orden de fechas.
de mi mano con aire de intimidad y me dijo más, y entonces, en vez del paciente, llegó Fué el momento más horrendo de mi que quería confiarme un secreto, añadiendo una carta expedida desde su residencia cam vida.
que esperaba que yo no me aprovecharia pestre. El médico la abrió con alegria, pen »Las misivas me revelaron la más imper de su conocimiento.
sando que el dolor no había vuelto. La donable traición jamás cometida contra un »Entonces me comunicó que ella habia carta decía así: hombre. Estaban escritas por uno de mis confiado un paquete de cartas a mi difunta más intimos amigos. en qué tono. Re esposa; no podía en modo alguno guardar «Querido doctor: No quiero que usted per velaban la más tierna intimidad y la pasión las en su propia casa debido a su peculiar manezca en duda respecto al origen de mi más profunda. Cómo le recomendaba dis carácter, y me preguntó si yo tendria la mal, y no deseo llevarme ese secreto a la creción. Lo que decia de los maridos estu bondad de devolvérselas. Senti un escalotumba, o quizás a otro lugar. eseo comupidos. Lo que le aconsejaba para que man frío correr por mi médula al oir esa connicarle la historia de mi terrible enfermedad.
tuviese a su esposo en la ignorancia! Todas fesión. Cori fingida calma le pregunté qué He sufrido tres recaidas y mi propósito es habían sido escritas después de nuestro ca contenian esas cartas. Tembló al escucharme no luchar mucho tiempo más contra ella. Si samiento. yo que me creía feliz! Renuny dijo: puedo escribir esta carta es solamente por cio a describir mi sentimiento. Bebi el ve«Su esposa era la mujer más fiel y lcal que he puesto una ascua sobre la llaga invineno hasta la última gota. Después volví a que he tratado. Ella no me preguntó lo que sible como un antidoto contra las llamas poner las cartas en su escondite, cerrando contenian; más aun, me dió su palabra de infernales que en ella arden.
de nuevo la gaveta.
no mirarlas siquiera. Hace seis meses yo era un hombre muy. Yo sabia que si no iba a buscar a la. Dónde guardaba esas cartas?
feliz. Rico y saludable, encontraba placer infiel al castillo ella regresaría temprano. Dijo que las tenia bajo llave en la gaen todo lo que pueda atraer a un hombre de Eso fué lo que ocurrió precisamente. Salto veta de su costurero. Están atadas con una treinta y cinco anos. Me casé hace un año.
alegremente del carruaje y corrió a mi cinta color de rosa. Son treinta cartas en Fué un matrimonio por amor. Ella era señorita encuentro, besándome y abrazándome con conjunto. de compañía de una Condesa que vivía cerca la mayor ternura. No di muestras del estado »Lleve a la Condesa a la habitación dunde de mi posesión rústica. Me amaba y su co de mi ánimo. estaba el costurero y abri el cajón. Cogi razón estaba lleno de gratitud. Durante seis. Charlamos, cenamos juntos y nos fuimos el paquete y se lo entregue a su dueña.
meses el tiempo pasó felizmente, cada nuevo a la cama como de costumbre, cada uno a Son éstas las cartas?
dia aportando más dichas que el anterior. su alcoba. Ya a esa hora yo habia decidido Se apoderó de ellas ávidamente. Yo no Ella caminaba millas y millas por salirme un curso de acción que llevé a cabo con la me atrevía a alzar los ojos por temor de al encuentro en el camino cuando yo iba a testarudez de un maníaco. Qué miserable que ella leyese algo en mi mirada. Sc desla ciudad, y sus únicas y cortísimas visitas falacia la de la Naturaleza al dotar al pe pidió poco después.
eran a su antigua ama. Su cariño hacia mi cado con tan ingenuo rostro! me dije al en »Exactamente una semana después de la comenzaba ya a ser proverbial. Nunca bai trar en su cuarto a media noche y conten inhumación me asaltó un dolor vivisimo en Jaba con otro hombre en las fiestas, y se plar su bella e inocente faz durmiente. El el punto donde me habia caído la gota de confesaba como de haber cometido un cri veneno había hecho efecto en mi alma y se sangre la noche terrible. El resto ya lo men si le ocurria haber. sonado con otra había abierto paso por todas las venas de sabe usted. Sé que no es otra cosa que persona en su sueño. Era una adorable e mi cuerpo. Puse mi mano derecha silencio auto sugestión, pero no logro desprendermc inocente criatura.
samente en sui garganta y aprete con todas de ella. Es mi castigo por la precipitación No puedo decir cómo es que llegué a mis fuerzas. Abrió los ojos un instante y y la crueldad con que inmolé aquella inotener conocimiento de que todo en ella era me miró asombrada, después los cerró de cente y adorable criatura. Renuncio a lufingimiento. Los hombres somos siempre nuevo y expiró. No hizo un movimiento en char contra mi obsesión. Voy a reunirme unos tontos, buscándonos penas en medio defensa propia; murió mansamente, como si con Ella y trataré de obtener su perdón, de las mayores venturas.
estuviese en un sueño. No abrigó rencor Seguramente, me perdonará. Ella me amará. Mi esposa tenía un costurero, cuya ga contra mí por haberla matado. Una gota de lo mismo que me amaba en vida.
veta ella siempre tenía bajo llave. Esto em sangre destilaron sus labios y cayó en mi »Le doy las gracias, doctor, por todo lo pezó a torturarme. Noté a menudo que nunca mano usted sabe el lugar. No la noté hasta que ha hecho por mín.
se separaba de la llave y que la gaveta por la mañana después que se habia secado.
siempre permanecía cerrada. Qué podia La enterramos sin gran ceremonia. Como CAROLY KISFALUDI ser lo que ella escondía tan cuidadosamente? vivíamos en el campo no vino autoridad (Versión de GonzaLO DE MELLO. Enloqueci de celos. No creia ya en sus ojos alguna a investigar. Además, nadie hubiera inocentes, en sus tiernos besos y cariñosos sospechado nada en el asunto, porque la De CAROLY KISFATULI. dice nuestro colega Social: abrazos. No sería todo ello pura astucia y fallecida era mi esposa. Ella no tenía pa Uno de los más notables precursores, junto con su hermano falsia?
rientes ni amigos, y no hubo que contestar Aler, de la moderna literatura húngara. Se distinguió mas bien Un dia vino la Condesa a invitarla a como autor dramático que como cuentista. Llevó una vida aven.
a ninguna pregunta. Las notificaciones de turera y bohemia. Aunque es un escritor clásico, sus trabajos pasarse el día en su castillo, logrando per su muerte las mandé adrede después de tienen un aire de actualidad sorprendente, como podrá observarse suadirla después de grandes instancias. Pro sus funerales, para evitarme importunidades en LA HERIDA INVISIBLE, escrita hace más de un siglo.
meti reunirme con ellas por la tarde. de la gente. El coche había salido apenas del patio. No senti remordimiento de conciencia.
cuando ya estaba yo tratando de abrir la Había sido cruel, pero ella se lo merecia.
Revista Jurídica gaveta del costurero. Una de las muchas La olvidé fácilmente. No ha habido asesino y de Ciencias Sociales llaves que probé logró al fin abrir el cajón. que haya cometido su crimen con más indiOrgano del Centro de Estudiantes Escombreando entre los adminiculos feme ferencia que la que yo tuve.
de Derecho niles encontré un sobre de seda que conte Cuando llegué a mi casa de regreso del Director: nia un paquete de cartas. Eran, por supuesto, camposanto, la Condesa acababa de des.
VICENTE MARQUEZ BELLO cartas de amor, atadas juntas con una cinta cender de su coche. Llegó demasiado tarde Secretario: rosada.
para asistir al entierro, tal como yo habia BERNARDO SIERRA. No me detuve a considerar que no era planeado. Ella estaba tremendamente conRedacción y Administración: honorable cometer tal indiscreción. buscando turbada. El terror y lo imprevisto de la no BALCARCE 167. Avenida 5739 secretos de la infancia de mi mujer! Algo ticia la tenían alelada. Me habló de un modo Buenos Aires. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica