REPERTORIO AMERICANO 109 Cuatro canciones Para RePERTORIO AMERICANO La canción del amor que al fin no fué me lanzas tus cien mitadas, y al sol paseas, tornasolando, tu plumaje metálico, ave rara, ave de purpurinas, ave real.
Qué parsimonioso pavo real el recuerdo del amor aquel. Silencioso por no ser feo, se expone a los ojos mios exponiéndome sus ojos hacia adelante con un afán estéril de presente, y ávido de ser todo bello no despliega la cola si lo miro por detrás.
Ay, qué bello eres, pavo real!
Ay, qué bello el recuerdo del amor aquel!
Cómo se agranda tu tamaño cuando te miro, pavo real!
La canción del sueño (llaciones)
Amor reido, amor vencido, qué bello eres, pavo real!
mi cuerpo; Sueño roto de pronto.
El tren.
que todo lloraba con la majestuosa indiferencia como bosque de sauces, del que sabe por los siglos como fuente raquitica, que volverá.
como árboles húmedos.
en una apologia de lágrimas Luego salté a la estrella sobre la faz única del mundo.
que brilla al atardecer; para brillar como ella de alegria dije: de saber Lucharé, lucharé, que nunca el sol lucharé siempre, siempre, deja de brillar siempre.
en la inmensidad.
Todo se alegrará: es posible en el orbe la alegria. he seguido absorto sobre la terraza, Así dije y quede: entre la penumbra, mudo, sobre el abismo, viendo el atardecer; mudo de reirme solo.
el celaje seguía llorando de dolor porque se iba a poner. Otro fué otro sueño: el sol.
Quedé entonces solo sobre el abismo, Pero el fuego de la nube goteando en el vacio me quemó; un dolor más hondo: con el celaje el dolor inmerso de las alegrías lloré; puras.
preferi la nube sensitiva a la montaña sabia, a la estrella cósmica, otro fue otro sueño: y he seguido absorto Rei donde reían. viendo como: lloré donde lloraban, se deshizo de dolor mi nube, y senti con ello desdoblarse mi se enlutó el celaje, espíritu.
llovió sombra del cielo en un relajamiento supremo de viendo como la montaña sabia fui tan sólo un imbécil.
se ensimismo en su molc, se confundió en la sombra otro fue otro sueño: viendo como Ni lloré con el llanto, en el celeste de la noche ni rei con la risa, brilló con más ardor la estrella ni palpité en los aires. viendo cómo como las palmeras: la nube de mi dolor indiferente, solo, se perdió en la sombra poco a conmigo reía, poco. conmigo lloraba, poco a poco y para siempre, y encontré que en mi espiritu como aroma, hubo sólo un reflejo como polvo, del mundo.
como nada, y se esfumo en las sombras: para siempre. en otro sueño dije. Hay soledad más sola?
RAFAEL ESTRADA Estoy desesperado.
San José, de Costa Son problemas éstos Rica. 1926.
que no lo son: que yo mismo he planteado, que yo mismo resuelvo.
Próximo CONVIVIO: La tercera serie de las La canción Páginas Escogidas de del crepúsculo Renán, en la fina verMe he quedado absorto sión de Cornelio Hisviendo el atardecer; pano, hasta el celaje llora de dolor cuando se va a poner Publicado: el sol.
Ensayo sobre el DesDe un solo salto imagine tino, páginas hondas subir a la montaña; emocionantes de Alberto a despedir, como ella, al sol; Masferrer. Precio:C1. 50.
Cuando duermes, ave de bronce, ave de purpurinas, ave condecorada, ave real, eres apenas un ovillo de plumas en la soledad; una madeja de tibieza en el frio corral. y nada más; y cuando de dia nadie te ve, eres también, ave de bronce, ave de purpuradas decoraciones, ave de aristocrático pasear, eres también como eres cuando duermes: un ovillo de plumas en la soledad, una madeja de tibieza en el corral. y nada más. Es turbio el rocio en la vidriera como los ojos, al despertar; la estrella de plata contrasta en su alegria con el silencio profundo de los que duermen; la frialdad clarísima del cielo se adivina desde el tibio lecho, y es casi el mismo instinto lo que reconstruye en lo más hondo de mi semi letargo, la ilación de un sueño roto de pronto. el tren. Un cuchicheo de hierros lejanos, un rodaje que se pierde tiritando de frio sobre el verde oscuro húmedo.
del campo.
Oh, recuerdo, recuerdo del amor aquel!
Qué bello eres, pavo real!
una puerta que abre de nuevo el horizonte.
una puerta que abre de nuevo la escena de mi sueño roto de pronto.
Bástate que te mire para que te muestres; al contacto de mis ojos despliegas el papiro purpurino de tu lentejuelada cola; me despliegas tus cien tentaciones, La canción de los cinco sueños vi que tristes hados lo invadian todo. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica