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184 REPERTORIO AMERICANO Zengde seg ON Arturo Torres Rio.
seco, chileno, profesor de la Universidad yanqui de Minneapolis, se propone escribir la biografía de Rubén Darío, y me hace el obsequio de inquirir el género de relaciones que hubo entre el magnífico poeta y yo. Esta sola pregunta me ha hecho remover tantos recuerdos. He sabido por algunos amigos de Rut me escribe el Sr. Rioseco que entre usted y el gran poeta de Nicaragua existió siempre cierta rivalidad, que algunas veces produjo desagradables incidentes. Tales informes son errados.
Creo poseer aquella virtud de que hablo Carlyle: la de saber admirar a uno más grande que nosotros.
Jamás tuve rivalidades con Rubén, a quien un tiempo quise mucho y a quien siempre admiré como a un altísimo poeta, como a un maestro.
Mio lo fué. Máxime en los principios de mi carrera. Sin Rubén Darío, ni yo ni muchos otros Launque lo callemos, mezquinos. seríamos lo que somos. Andando el tiempo, y ya en la plenitud de mi sazón intelectual, yo tomé por caminos diferentes a los de Rubén, y no sólo diferentes sino antagónicos.
Yo soy un modesto escritor criollista, que aspiro a lo humano, a lo univeral, a lo eterno, por lo propio de mi ser, de mi tierra, de mi lengua y de mi raza. El es un magno poeta a la europea, un exotista, un desarraigado.
Darío logró desviarme, por algún tiempo, del rumbo inicial que el instinto me deparó, y al que he vuelto, años después, orientando el ciego instinto de antaño por las claridades de la experiencia.
Esto no es negar mi deuda con Darío. Le debo muchísimo: Le debo el haber afinado mis nervios, haciéndolos aptos para levedades y gracias, que por si propios, sin Rubén, no hubiera captado, gozado ni comprendiRECUERDOS En 1907 volví a Francia; nuestra amistad siguió cordial, estrecha. Regresé a mi país y luego volví a Europa en 1910. Enton.
ces rompimos.
Salvo, cierta nubecilla de incomprensión y de champaña, la noche de nuestro conocimiento en el bar de Calisaya, hoy desaparecido y que recordarán en España Manuel y Antonio Machado, Luis Bello, García Martí y el actor Ricardo CalVO, no creo que volviésemos, durante once o doce años de amistad, a tener diferencia alguna. eso que Rubén, cuando tomaba se ponía insufrible. Muy cortés antes de apurar la primera copa, iqué cambio, a veces, después de algunos tragos! Nervioso, irascible, respondía con violencia, decía y hacia cosas tontas, más bien pueriles que perversas. Una tarde, en su casa, desnudo y envuelto en una sábana, estuvo paseándose por la escalera, con escándalo de la portera y rcgocijo de las vecinas. Cierta noche, en el Moulin Rouge, echó mano al bolsillo, sacó las tarjetas de visita y empezó a repartirlas entre los espectadores, Costó trabajo hacerle em.
bolsillar su carterita y arrancarlo de alli. Cuando se le preguntó el motivo de aquel acto absurdo, respondió. Para que sepan.
para que sepan. Estos franceses se imaginan que yo soy un burgués.
En estado normal era gratísima su compañía, no Caricatura de Garcia CABRAL porque hablase mucho ni bien, sino porque oia con do nunca. Eso, que parece poco, Rubén Darío fue creador, en atención inteligente, y entrecees inmenso. Es algo sustantivo, América y en España, de una rrando sus ojillos negros, pedefinitivo, a lo que ya jamás nueva sensibilidad, de un nuevo queños, muy luminosos, muy podría renunciar, aunque lo qui tono lirico, y en este sentido, parpadeantes. De cuando en siese.
los escritores jóvenes de su cuando alguna reflexión inesEl antagonismo entre la es tiempo, tanto en España como perada abría horizontes nuevos tética de Rubén y la estética en América, le debemos todos sobre el asunto. En otras ocapor que yo propligno se adver mucho.
siones disparaba preguntas o tirá en mi largo prólogo tan exclamaciones infantiles.
injusto con Rubén a la AntoEn el fondo era un niño, un logia de poetas modernistas de ¿Mis relaciones con Rubén? niño sublime. Pocas veces conAmérica. Paris, Garnier, 1912. Estuvimosi muy unidos desde tradecía. Era tolerante. Sabía Pero, en honor del poeta y principios de 1901 hasta fines tornear sus argumentos con dis.
por ser de justicia, pongamos de 1904, época durante la cresión diplomática, sin cejar los puntos sobre las ſes. cual vivíamos ambos en París. en sus ideas ni menospreciar :Rubén Darío Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica.