Imperialism

26 REPERTORIO AMERICANO ajenas a su talento literario le dieron una notoriedad estruendosa de la noche a la mañana. Sin ella, es decir, sin lo fortuito, es posible que aún hallara dificultad en encontrar un editor para sus obras.
Esto ocurre en Hispano América todos los días. Aquí hay buenos escritores y podría haberlos geniales: nadie se entera. Se oponen los casi insalvables obstáculos del desconocimiento que el mundo civilizado tiene de nosotros, como si se tratase de pueblos bárbaros, mientras en España misma, en los vecinos Estados Unidos del Norte se editan por millones las memeces literarias de una legión de arrivistas. Parece que los escritores de Hispano América pagasen con su ineditismo el fracaso económico de sus Estados.
difusión y su defensa. Si don José Vasconcelos, en vez de editar clásicos griegos y latinos, de dudosa infuencia en la educa.
ción de nuestras gentes, gasta los millones del Estado mexicano en editar los buenos libros vernáculos, habria hecho por la raza, por la lengua y por América mucho más de lo que hizo, Los periodistas nuestros acaban de gastarse buenas sumas en asistir al congreso de la prensa en Washington, con el único objeto de servir de títeres en el tablado panamericanista de Mr. Rowe. Mucho mejor hubiese sido, emplear ese tiempo, esos entusiasmos y esos fondos en constituir una liga del libro hispano americano, que ha de ayudarnos contra los imperialismos intelectuales de los Rowe.
Lo que se necesita, en resumen, es tomar en serio el libro hispanoamericano. Que se convierta en un interés incorporado al nacionalismo y, a la política de defensa ra.
cial, ya que él es, y en grado máximo, un factor de nacionalismo y un instrumento poderoso, si se le sabe utilizar, en el triunfo de tal política.
Carlos WYLD OSPINA Demanda de libros Guatemala, mayo 1926.
estudiosos, atraídos por el valor del pensamiento y del lenguaje. Los frívolos porque la novela es el mejor modo de enterarse de las cosas sin fatiga ni esfuerzo penoso, y gozar del deleite profundo de las figuraciones artísticas. Quizá algún día la ciencia más árida y más árdua andará expuesta en modos novelescos, con fines didácticos. Desde luego que, si así fuese, la extensión de la cultura general ganaría mucho. Los «libros de entretenimiento forman nuestra sensibilidad, nuestro gusto estético y nuestro acerbo de ideas universales mucho mejor que los estudios académicos, en que el método científico no consulta las versatilidades de la inteligencia, que obedecen tal vez a otro método más natural y más sabio.
Los autores de historia y sociologia criolla interesarían también al público dotado de alguna educación intelectual; pero, más que todo, a los políticos. corre válida la afirmación de que en Centro América todos somos políticos.
Una revisión crítica de nuestra historia y sus instituciones sería de una importancia tal en estos países como ninguna revolución armada la ha tenido ni la tendrá nunca.
Esto cuanto al público local. Quedaría el inmenso público hispanoamericano que obe.
dece en sus lecturas a análogos incentivos.
Veintitantas naciones de habla castellana, sin contar España, son un fabuloso mercado para el comercio de libros.
Un buen negocio editorial previa selección de autores La casa europea o americana que quisiese editar a los novelistas y a los escritores sociológicos de estos pueblos haria un buen negocio pecuniario.
Habría una selección previa e inteligente.
Desdeſlariase a los poetas y a los escritores fatigantes, de mentalidad rutinaria y maneras de escribir anticuadas. Estos, que generalmente son parásitos de los que mandan, los puede seguir editando el Estado para repartir sus obras entre los partidarios del presidente de la república.
Los que merecen la edición universal son los otros, los revolucionarios, los nacionalistas, los verdaderos hispano americanos, con pocos o ningunos parches exóticos.
Ellos son quienes intentan la creación del arte y la historia vernáculos, independientes y desdeñosos de servilismos intelectuales y mentiras consagradas.
He dicho que tenemos paisaje, tradición y carácter matizados de indiscutible origipalidad. Quienes los fijen y revelen en la literatura apasionarán a los públicos.
La demanda del libro crece en todo Hispapo América. En Guatemala, de cinco anos al dia presente, se han duplicado las ventas y los expendios de libros. Los editores buscan con fiebre nuevas obras y nuevos autores. Ninguna producción es bastante a contentar a los viciosos del «opio occidental» de Anatole France, Sin embargo, ningún editor latino se ha atrevido a explotar la producción hispanoamericana. Probablemente se reserva esta conquista económico cultural para algún Enrique Ford de los editores, yanqui, por supuesto, Las soluciones inmediatas Para llenar la deficiencia de editores de beria comenzarse porque las sociedades, los ateneos y las bibliotecas capaces, de Hispano América, tomaran a su cargo la edición de obras seleccionadas de nuestros autores poco conocidos o inéditos.
No recuerdo qué casa de París comisiono a Alejandro Sux para organizar un concurso de la novela hispano americana. Se editaria en los principales idiomas europeos la mejor obra de cada país, y las que le siguiesen en mérito, en lengua castellana.
El proyecto era excelente para descubrir nuevos valores literarios y conquistar el mercado de libros en estas repúblicas. Pero ignoro la causa que impidió realizarlo, El libro: problema nacionalista Hay que hacerse cargo, finalmente, de que la difusión del buen libro hispanoamericano es uno de los principales problemas de nuestro nacionalismo. América es, no sólo en el nombre sino en la realidad más inquietante, el nuevo mundo que ha de salvar la civilización occidental.
El libro hispanoamericano puede hacer por el iberoamericanismo mucho más que las sociedades y ateneos a cuya cuenta corre el cultivo de este ideal político.
El libro hispanoamericano merece que se reunan congresos en su favor, del mismo modo que se hace con la enseñanza, el periodismo, las ciencias especiales, el comer.
cio y la industria. que se destinen partidas en los presupuestos públicos para su Dos tipos de Administración Mas para ello seria menester una Administración de servicio público y no una Administración de imperio. Son dos tipos muy diferentes. El papel de la una es servir; el de la otra, mandar. La Administración, entendida como órgano de servicio, es una empresa cooperativa de servicios públicos.
El orden mismo es un servicio público.
Para realizar su cometido necesita estar Enterada y enterar a los Poderes públicos, a los órganos de la soberanía. Una de sus principales funciones es la información, la documentación estadística constante, que sólo puede formarse estudiando de cerca los hechos sociales. La otra Administración no siente la misma necesidad de saber: se lo tiene todo sabido en su Alcubilla y su Colección Legislativa; su prurito es vigilar, intervenir, fiscalizar, cuadricular al particular o al súbdito, al cual titula acaso ciudadano para halagarlo con ese título, que es de los más escarnecidos, Todo se enlaza, la noción y la práctica del Estado, el tipo de la Administración, la calidad de los servicios. GÓMEZ DE BAQUERO (El Sol, Madrid. El desconocimiento Esta empresa chocará con un grave in.
conveniente: el desconocimiento de los autores hispano americanos en los centros editoriales de Europa. Se necesita ser un Ingenieros, un Bunge, un Vasconcelos, un Blanco Fombona para arribar al reino de los editores de allá. esto es insensato.
Vasconcelos era desconocido hace unos pocos anos como escritor. Circunstancias Mercurio Peruano Revista mensual de Ciencias Sociales y Letras Director: Victor ANDRÉS BELAUNDE.
Número suelto.
Un SOL Apartado 176. Lima, Perú. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica