REPERTORIO AMERICANO 93 El anciano ha ingresado al hospital. El y otros enfermos tomaban esta mañana el sol, Se auxilia de un grueso bordón al caminar, y se le ve muy triste. Casi no responde a la plática de sus compañeros, casi ni les atiende. Un viejo caballo blanco, cuyo oficio en esta casa es el de tirar del carro en que se llevan al cementerio los que mueren y no tienen parientes ni amigos, pasa por delante de los enfermos tendidos al sol, se detiene breves momentos, los mira, recoge del suelo algún tallo tierno y se va, paso a paso. Los enfermos con los ojos casi fuera de las órbitas, contemplan el caballo, siguen con la mirada los pasos del animal, y durante un largo rato se quedan pensativos.
De pronto un soterré que ha salido de una grieta alta del muro, lanza al aire su canto alegre y dulce. Sus notas caen sobre el silencio de los enfermos, como una flor de sol esmaltada de rocio.
Ayer al anochecer el caballo hizo una vez más su oficio. El cuerpo sin vida del viejo fue trasladado al cementerio a las últimas luces de la tarde. En qué sitio, en que rincón de la ciudad, oscuro y frío, el corazón de una pobre anciana que un dia fuera como una flor, gime esta noche en la soledad y en el silencio?
RUBÉN Coro San José, agosto de 1926.
UNIVERSITARIO carro habia partido. Tendió la vista hacia lujo, tirado por un bravo tronco de cabadonde su compañera y alzando las manos llos negros de cascos potentes, que para extendidas hacia adelante a la altura de los nosotros constituía una de las maravillas de hombros, le hizo un gesto de resignación. la ciudad. Las patillas negras, espesas y rizadas, del mismo modo que el mostacho, Ambos abandonaron el sitio para traslaojos negros y brillantes de mirada insistente; darse al interior del parque. Como de costumbre, ella iba la primera, el siguiéndola, el vestido casi siempre negro. los niños se nos figuraba que no de otro modo pocon las manos hacia atrás. Buscaron la somdían ser los emperadores de los cuentos de bra de unos árboles, se sentaron al pie y se pusieron a almorzar del contenido de guerras y de principes.
una bolsa de papel que hasta entonces la El regocijo que se me entró en mi cuerpo vieja habia mantenido oculta. poca dis de siete años aquella mañanita dorada en tancia del grupo, los comemaices se refo que por primera vez en mi vida subía a un cilaban con migajas del festín que al des landó, a aquel mismo landó: en el pescante cuido el viejo ponía a su alcance.
el trasunto de emperador, recto, firme, fornido, elegante: los caballos resonando sus Al día siguiente los encontré otra vez en pisadas en el empedrado de la calle: un el jardin público. Un viento huracanado inrayo de sol que se escurría por una de las vadió el parque y puso en conmoción las ventanillas laterales del carruaje puso una ramas de los árboles, logrando derribar al caricia sobre mi cabeza humedecida aún por guna. En la calle, ruido de carros y de ca el agua del baño. Me levanté hacia la venballos trotando. Gritos y silbidos de los tana opuesta y no logré alcanzarla; sólo conductores de carros de carga, la sirena logré ver los techos de las casas, algunos de una locomotora, risas de niños. El ven cubiertos de helechos que el sol doraba, daval sorprende a la pareja de viejos en pasando rápidamente en sucesión intermiuno de los extremos del parque. Ellos no nable. los transeuntes sólo podia imagisaben si reir o enfadarse ante la salvaje narlos, me desesperaba la idea de ir oculto acometida. Restablecida la calma, continúan en el fondo del landó sin que mis conocipor mucho tiempo en mitad de una de las dos pudieran advertir al pasajero que en callejuelas del jardín, asidos el uno del otro, vano trató muchas veces de alzarse hasta auxiliándose, protegiéndose ambos. Semejalas ventanillas para desde allí darles adioses.
ban dos pobres viviendas de techo pajizo, de esas que aparecen de cuando en cuando En cuanto a la viejecilla, poseo apenas en las remotidades de los caminos solitaunas cuantas referencias sobre su vida. El rios, apoyándose reciprocamente, prestándoligero bozo que lleva sobre el labio supese mutuo sostén. lo lejos resonaba el rior, y que ahora es como una sombra más vendaval.
sobre su rostro arrugado, debe haber sido Allá van otra vez. Se han detenido y exa un polvillo de voluptuoso encanto en los minan un balcón florecido de geranios, badias de su juventud. fueron rosas de verñado de lleno a esta hora por el alegre sol dad, tomadas del fresco rosal de la vida, de la mañana. Todo hace pensar en una lo que Nuestro Señor pusiera como adorno linda muchacha de veinte años a cuyo conde aquella cara de moza de veinte años y juro ha saltado aquella florescencia mara que lució con entereza hasta muy pasados villosa con el auxilio del buen sol. Se han los cuarenta. Su corazón fué una hoguera abierto las maderas del balcón y he aqui en donde ardieron en turbamulta las pasioque es una ancianita la que avanza con nes, y una hoguera en donde se quemaron una pequeña regadera en su mano temblotodos los deseos. Su corazón, grano de inrosa. Los dos viejos se miran uno al otro. cienso ardiendo entre la llama de su cuerMiran al balcón florecido y continúan la po lujurioso. Hacia participes a los menesmarcha.
terosos de su barrio de las ganancias de su comercio de mujer de vida sin respeto Una de estas tardes pude verlos en el por la moral corriente, y uno de sus mayo concierto que daba la banda de música en res afanes consistia en procurar ropas limlos parquecitos de Morazán. Se detuvieron pias y bien olientes a los más desgraciados.
frente a la pequeña pizarra en que se exhibe Todavía hay quien recuerda y quien reel programa de tales tocatas. El se caló cuerda es y fué un pobre diablo en todo los anteojos y me pareció que leía no sin sentido del perfume que ella ponía en su alguna dificultad. Extendió la mano hacia cabeza desgraciada o de la copa de buen la pizarra y quiso explicar algo a su comvino que le daba para que su miseria le panera, pero ella no le atendió. Tomaron pareciera menos pesada por unos minutos.
asiento por allí cerca: un limpiabotas les También gozaba alquilando un coche hasta ofreció sus servicios, esto hizo que la an por una hora, para llevar a pasear a una ciana sin decir palabra recogiera los pies y pobre muchacha inválida de la vecindad.
los ocultara. Durante el tiempo que duró Fué moza de creencias, muy versada en el concierto permanecieron en silencio.
la magia de las plantas y de esas que haSin mucho trabajo he logrado descubrir, cen oraciones a la luna. Parece que ya de bajo la fisonomia marchita de este anciano vieja, en vez de invocar a la luna, rezaba de más de setenta años, al mozo garrido ante la imagen negra y diminuta de una que los niños pudimos ver y contemplar lle Virgen de los Angeles que consiguió en una nos de admiración en dias ya remotos, se venta de objetos viejos y que proclamaba noreando en el pescante de un landó de como muy milagrosa.
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