128 REPERTORIO AMERICANO.
primavera convocaba otra vez a la búsqueda del hermoso argonauta. El tiempo enflaquecía las voces que habían sonado briosa y entonadamente; inhabilitaba los cuerpos antes ágiles para correr los prados y los bosques, generaciones nuevas entregaban el nombre legendario al viento primaveral. Hylas. Hylas!
Vano clamor que nunca tuvo respuesta. Hylas no pareció jamás. Pero de generación en generación se ejercitaba en el bello simulacro la fuerza joven; la alegria del campo florecido penetraba en las almas, y cada día de esta fiesta ideal se reaniniaba con el candor que quedaba aún no marchito, una inquietud sagrada: la esperanza de una venida milagrosa.
Mientras Grecia vivió, el gran clamor flotó una vez por año en el viento de la primavera. Hylas. Hylas. ubres pace mansamente arrastrando el ronzal. El ciego y el niño se alejan lentamente y la abuela murmura enjugándose los ojos. Malpocado; nueve años y gana el pan que corne. Alabado sea Dios. RAMÓN DEL VALLE INCLÁN Espuna.
Hylas Hylas, efebo de la edad heroica, acompañaba a Hércules en la expedición de los Argonautas. Llegadas las naves frente a las costas de la Misia, Hylas bajó a tierra para traer a sus camaradas agua que beber.
En el corazón de un fresco bosque halló una fuente calma y línipida. Se inclinó sobre ella, y aun no había hecho ademán de sumergir bajo el cristal de las aguas la urna que llevaba en la mano, cuando graciosas ninfas surgieron, rasgando el seno de la onda, y le arrebataron, prisionero de amor, a su encantada vivienda. Los compañeros de Hylas bajaron a buscarle, así que advirtieron su tardanza. Llamándole, recorrieron la costa y fatigaron vanamente los ecos.
Hylas no parecía; las naves prosiguieron con rumbo al país del áureo vellocino. Desde entonces fué uso en los habitantes de la comarca donde quedó el cautivo de amor salir a llamarle al comienzo de cada primavera, por los bosques y prados. Cuando apuntaban las flores primerizas, cuando el viento empezaba ser tibio y dulce, la juventud lozana se dispersaba, vibrante de emoción, por los contornos de Prusium. Hylas. Hylas. clamaba. Agiles pasos violaban misterios de las frondas; por las suaves colinas trepaban grupos sonoros: la playa se orlaba de mozos y doncellas: j«Hylas. Hylas. repetía el eco en mil partes, y la sangre ferviente coloreaba las risueñas mejillas y los pechos palpitaban de cansancio y de júbilo, y las curvas de tanta alegre carrera eran como guirnaldas trenzadas sobre el, campo. Con el morir del sol, acababa, sin fruto, la pesquisa. Pero la nueva Exista el Hylas perdido a quien buscar, en el campo de cada humano, espíritu; viva Hylas para cada uno de nosotros. Pongainos que él no haya de parecer jamás. qué importa, si el solo afán de buscarle es ya sazón y estímulo con que se mantiene el halago de la vida?
Un supremo objeto para los movimientos de nuestra voluntad: una singular preferencia en el centro de nuestro corazón; una idea soberana en la cúspido de nuestro pensamiento. no a modo de celosas y suspicaces potestades, sino de sueños hospitalarios y benévolos, a cuyo lado haya lugar para otras manifestaciones de la vida que las que ellos tienen de inmediato bajo su jurisdicción; aunque, indirecta y delicadamente, a todas las penetren de su influjo y las usen para sus fines.
Ya por el moroso Idomeneo supimos como la perseverancia en una alta idealidad, como el fervor de un gran designio, puede liermanarse con un tierno interés por las demás cosas bellas y buenas que abarca la extensión infinita del mundo.
Jose ENRIQUE Ropó (Motivos de Proteo. a Bibliografía titular LOS LIBROS RECIBIDOS EN LA SEMANA Relaciones Erteriores La Costa Mosquitia y el Archipielago de San Andrés y Providencia. Controversia entre Colombia y Nicaragua. Demostración del derecho de dominio de Colombia sobre esos territorios y Refutación de los folletos de la Cancilleria Nicaragüense, de junio de 1925. San José de Costa Rica. Imp de de Lines. Donación de la Legación de Colombia en Centro América. La Dictadura en Panamá. Palacios y el Congreso Panamericano de Panamá. Edición de la Revista Sagitario. La Plata. Rep.
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Arg. en y Panama. Colecciones literarias EDICIONES COLOMBIA. Director: German Arciniegas. Apartado 491. Bogotá: Vol. 10. Pasando el rato, por Tomás Rueda Vargas.
Vol 11. El tonel de Diógenes, por Enrique Restrepo.
Vol. 12. El libro del veraneo. Cuadros de costumbres. Cuentos. Crónicas.
Vol 13. Ligia Cruz y Rogelio, dos novelas, por Tomás Carrasquilla.
Vol. 14. En las tierras del oro, por Roberto Botero Saldarriaga.
Vol 15. La literatura colombiana, por Antonio Gómez Restrepo.
Vol. 16. Las conversaciones del Papa Rico, por Agustín Nieto, Caballero.
Más referencias y extractos de estas obras, se darán en próximas ediciones.
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