9X REPERTORIO AMERICANO Página lírica de Alcides Spelucín Del tomo El Libro de la Nave Dorada. Trujillo, Perú, 1926. Editorial El Norte. al señor Spelucin, las más sentidas gracias por el ejeniplar con que nos ha honrado. un simbólico mito, porque el sol aldeano, al nacer es un joven y robusto silvano que a la Tierra persigue como a una mujer!
Plegaria de amor Antenor Orrego ¿No me darás la arcilla de la cantera rosa donde labrar mi vaso para gustar Amor. No me darás un poco de tierra melodiosa donde plasmar la fiebre de mi ensueño, Señor. Mi vida es un estanque de agua bituminosa. Lanza en él una estrella de ternura y de albor, y en el plinto de mi alma, pon un mármol de diosa, aunque sea truncado como Venus, Señor. Por los líricos ritos, por vésperos y auroras, por la lepra de luna que cilicia mis horas, héme triste, héme bueno, héme humilde, Señor!
Apto estoy para ungirme con tus celestes dones; pero, si voy enfermo, sangrante de canciones, con mi lepra de luna. Quién me querrá, Señor?
Viñeta antigua Eloy Espinoza Marqués!
Oh, mi viejo y erguido marqués, setentón, cortesano y pulido, catador del más dulce Jerez de la viña carnal de Cupido.
Marqués. Oh, mi viejo y erguido marqués!
Cine bien tu casaca rameada, disimula el audaz peluquin. que el Amor, en amable emboscada, hoy te espía a través del jardin. la sombra, entre mirtos y dalias, ella espera tu afán rondador.
Los violines, en locas faunalias, os convidan, marqués, al amor.
Marqués. Oh, mi viejo y erguido marqués!
Campo rosa es su fina basquiña; rosa rosa el rosal de sus pies. Una rosa. Una estrella. Una nina. Ohi, este viejo jardin de Aranjuez!
Marqués. Oh, mi viejo y erguido marqués!
El Cristo de la sonrisa José Vasconcelos ¿No conocéis al dulce Cristo de la sonrisa. Estáis acostumbrados al de la herida honda!
Pero hay un dulce Cristo que paraboliza en el huerto de Psiquis, bajo la noble fronda.
Tiene barba rizada como bucles de infante, cabellera de loco, poseída de luz, y unos labios inmunes, de tibio gesto orante, donde está la sonrisa por la espina y la cruz. Constelación de símbolos, hondas grutas serenas son los ojos arcanos de este Cristo interior, al que las humedades de seculares penas plasmaron la mirada inmortal del amor!
El va con lento paso por las vías riscosas de los fieros instintos. Lirios de mansedumbre van sembrando sus huellas. Sus dos manos radiosas nos muestran el camino que lleva hacia la cumbre.
Hacia la cumbre excelsa de las claras verdades, donde el podre y la rosa hallan su extraño nexo; donde la forma es triste y llena de oquedades, y el espíritu enciende su luminar excelso. este Cristo sereno que desprecia retablos, y que pasa nimbado de humildad y de calma, sin garrulas cohortes, sin Pedros y sin Pablos,. es el Cristo sonriente de los huertos del alma.
Conoce a los faunitos de nuestra pobre arcilla, y los tolera y quiere, porque sabe que son las corrientes vitales del Amor, la semilla que sembraron sus labios en nuestro corazón. Exaltad sus doctrinas. Bebed su fresco vino. El ampara toda alma, él vive en toda cosa; en el hombre, en la estrella, en el bicho mezquino, y en las tardes de púrpura y en las albas de rosa!
ΕΙ mito cotidiano Sobre la inmensa y fresca llanura adormilada, el Sol vuelca sus copas sangrantes de buen vino, y la llanura finge la recia y colorada faz grietosa de un viejo borracho campesino.
La campiña, en la clara mañana aurisolada, parece una esmeralda en cárcel de oro fino. Oh, magna epifanía. La Tierra está enjoyada!
iLa Mañana es la fiesta policroma del trino!
Hay un ritmo salvaje en la estrofa sonora que vibra con la rubia orquesta de la anora en los labios floridos de cada amanecer, La gran danza en la mayor Essquerrilor ¡Oh, cuánto habéis peregrinado desde el principio de todos los principios, y cuanto aun habéis de peregrinar en vuestras sagitales trayectorias de eternidad. Ala, flecha, alarido o atómica particula hecha hombre un instante. Vibrátil melodía humanizada, gota de vino del primer racimo, polvo celeste que marcháis cantando los epitalamios iguales y distintos de Dios. Oh, embriaguez de la conciencia misma. Clarividente embriaguez paradoxal. Las bridas superiores os detienen ante el abismo o ante la fontana del Conocimiento. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica