Guerrilla

214 REPERTORIO AMERICANO. de los españoles al Cuzco, envió a Hernando de Soto, a Almagro y a su hermano Juan, para que venciesen a los que opusieran resistencia. Como siempre los indios fueron las víctimas adecuadas. Aquel desastre produjo el sometimiento del Inca Manco a la autoridad de don Francisco.
Desde luego, los indios miraron en la actitud de Manco un servilismo imperdonable.
Su descontento se tradujo en el incendio del Cuzco. Soto y Juan Pizarro hicieron maravillas para amagarlo.
Francisco Pizarro, después de visitar el Cuzco, volvióse Lima, dejando como Gobernador de la capital imperial, a su hermano Juan. Durante esta época los indios habían resuelto abandonar su mansedumbre.
Era natural que sobreviniese alguna reacción, puesto que los excesos de los españoles no tenían límites. Manco, indio de una astucia colindante con la tinterillada, probablemente observando la inferioridad numérica de los hombres barbudos, provocó un levantamiento formidable. Para movilizar sus huestes, una noche huyó ocultamente del Cuzco. Pero los hermanos Pizarro no le dieron tiempo para desarrollar su plan libremente. Juan Pizarro lo persiguió haciéndolo su prisionero.
Mendiburu, a quien sigo en este relato, se hace eco de los cronistas que acusan a Juan Pizarro de ambición desenfrenada por las riquezas de Manco. El inca huyó nuevamente porque no podía sufrir, afirman, las peticiones de Juan. El cronista, hijo de Manco, apasionadamente habla de la envidía de Juan por el oro que recibían de Manco, Hernando y Gonzalo. No creo que haya entera justicia en la pintura que se ha querido hacer del espíritu de Juan Pizarro. Naturalmente, por su carácter de humano, no estuvo desprovisto del «hambre»
de oro, pero lo deseaba no como el único objetivo de la vida. La uniformidad con que juzgan los cronistas su altura moral, da de.
recho para suponer que Juan estuvo desprovisto de muchas ambiciones mezquinas, inherentes a los otros españoles.
Pero todo esto es biografia o plutarquismo. Para encontrar los relieves de la figura de Juan Pizarro hay que contemplarla durante el sitio del Cuzco, una de las pocas aventuras serias donde los españoles pusieron en peligro la piel.
Vuelto Hernando de España, asumió el cargo de Gobernador del Cuzco. Los hermanos reconocieron el título y se le sometieron.
Astutamente Manco trató de conquistarse a Hernando, ofreciéndole amistad eterna y, sobre todo, oro que era lo más interesante para el español. La política de Manco, surtió sus efectos. El Gobernador, dice Lorente.
dejó en libertad al indio. Salió éste del Cuzco, pretextando la celebración del aniversario de la muerte de su padre. Algunos historiadores o cronistas, mejor dicho, afirman que Manco dijo a Hernando que le dejara en libertad porque deseaba obsequiarle una estatua de oro del tamaño de un hombre. Tentado por el ofrecimiento, el jcſe español, no pensó cu cl peligro que Juan Pizarro simuló tomar el camino de citrañaba su magnanimidad.
Lima, hasta alejarse una legua del Cuzco.
Con la libertad de Manco y las maniobras La maniobra no fué entendida por los indios.
bélicas del Villac Uma, todo el Cuzco se Con 50 caballos, relata Lorente, Juan hizo conmovió. Por primera vez los indios adop un largo rodeo hasta llegar cerca de la taban un gesto formidable de beligerancia. fortaleza. Los soldados de Gonzalo comenCree Garcilaso que 200. 000 hombres se zaron a desmayar. Pero Juan se arrojó al ponían frente a 170 españoles. La despro terraplén y con la voz y el ejemplo ordeno porción numérica espanta. Ya los indios que le siguieran sus soldados. Los indios sabian el manejo del arcabuz y montaban a se desorganizaron ante el empuje violento caballo. Por consecuencia, su antiguo temor de Juan Pizarro. Esta actitud temeraria por los briosos animales de cuatro patas, produjo el comienzo de su muerte. Hacia se había amortiguado.
días, agrega Garcilaso, que sufría una herida Hernando no se imaginó que un indio, en la cabeza. Naturalmente, en estas condisometido a la causa de los españoles, pro ciones, le era dolorosísimo soportar la celada.
vocara un conflicto tan serio. Inmediata Se la quitó para pelear mejor. Aquel insmente advirtió su yerro. Puso en movimiento tante le fué adverso. Una pedrada le hirió a sus soldados para dominar a los indios; gravemente en la cabeza. los tres dias, pero esta vez las carnicerías se hicieron afirma Garcilaso, murió el noble Juan Pimás difíciles.
zarro.
El personaje oficial de esta memorable ¿Por qué su desaparición costernó tanto a jornada es Hernando Pizarro: Juan es el indios y a españoles? Porque Juan Pizarro héroe de la acción, de los hechos temerarios representaba las fuerzas del espíritu, ante y hasta novelescos. La contienda, según los apetitos incontrolados de unos aventureMendiburu, duró diez meses. Lima quedó.
ros ambiciosos.
incomunicada. los españoles no les quedaLa historia, abobada ante el nombre de ba sino morir o acometer.
torpes soldados o de caudillos sin relieve El padre Anello Oliva afirma, con toda moral, dice muy poco de Juan Pizarro. Meseriedad, que los españoles escaparon a una jor es así. Tras las épocas que silencian las muerte segura, merced a la intervención de virtudes de generosos espíritus olvidados, los santos, de la virgen, del apóstol San vienen periodos históricos, donde sólo se tiago y de otros miembros prominentes de glorifica lo grande, lo justo, lo bueno. Esa la corte celestial.
es la característica de nuestra época: rePrescott, que tan maravillosa y literaria cordar a los santos, héroes o sabios, y hamente sabe describir los acontecimientos cer la revisión de fetiches que han dicho históricos, relata las escenas del sitio del grandes tonterías en verso o en prosa.
Cuzco, otorgando su admiración a los espaTodo no era en Juan Pizarro vestidura ñoles. Caballeros errantes que nos pintan carnal y apetitos mundanos. Desprendiénlas novelas. según dice en su Historia de dose de la grosera materialidad de las cola Conquista. El mismo historiador sas, embelleció su vida. Un cronista dice cuenta un pasaje de la bravura de Juan que cuando se fundó la ciudad del Cuzco, Pizarro, en aquellos trances graves y glo.
a Juan Pizarro le otorgaron el solar del riosos.
templo del Sol. El Conquistador no quiso aceptar el obsequio. Lo ofrendó «para que Por orden de Hernando, Juan Pizarro, en él se edificase otro al verdadero Dios, con un grupo de españoles perseguia a los y fué alli erigida la iglesia de Santo Doindios, por montes abruptos y gargantas mingo. inaccesibles. Desconectado de su hermano podia haber sido triturado por las falanges Juan Pizarro era valiente hasta la temeriUniformemente los cronistas afirman que formidables de Manco. Pero Juan jugaba dad; noble, generoso y bueno. Seguramente, con la muerte. Su valor era extraordinario.
alrededor de aquella vida, de esterilidad En aquellas críticas circunstancias recibe amorosa, durante los días melancólicos de orden de Hernando para contramarchar. Con su enfermedad, no lloraron mujeres. El sitoda serenidad inicia su retirada. Admira lencio sombrío de los rudos soldados, fue la proeza de Juan Pizarro! Le seguian como la caricia póstuma de sus últimos insgrupos compactos de indios victoriosos, tantes.
como dice Prescott. Pero él no se amedrenta un momento. Atraviesa el valle, pasa a nado Modesto VILLAVICENCIO el rio Yucay «y llega antes de anochecer a la vista de la capital. Correos: Ap. 108.
Limu, noviembre de 1921 Los españoles habían perdido la fortaleza por descuido. Juan Pizarro se decia culpable de aquel error. Pero juraba «que todas las veces que fuera menester, la ganaria. EL EDUCADOR El encargo de recuperarla no le atemorizó.
Semanario dedicado a la defensa de los Entre tanto el Cuzco presentaba una fisointereses de la Educación Pública.
nomía pavorosa, Miriadas de indios la cercaDirector: Lic. Aníbal Rios ban. En las noches el espectáculo resultaba infernal. Las piedras candentes, arrojadas El número suelto vale cts. oro.
sobre los techos de paja, los incendiaban.
La suscrición a la serie de 12 números Había que luchar, pues, contra el fuego y vale 50 cts. oro.
contra la guerrilla de indios sitiadores. Apartado 325. Panamá. de nos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica