88 RepertorIO AMERICANO El trópico y el mar como ambientes poéticos, Luz, color, música Fragmento de las Palabras Prologales puestas a El Libro de la Nave Dorada, escrito por ALCIDES SPELUCIN.
NY cal, ardiente, luminoso y alucinado. Mejor dicho, el mar es la metaforización de este lirismo, delumbrante como un zaetazo de luz. En él encuentra el símil, la metáfora, la imagen y la objetivación de su estremecimiento interior y efusivo. Es el espejo y el vehículo plasmablo de su fervor estético.
No conozco una idealización más rica del mar que la de este libro. El mar es y ha sido siempre el ambiente natural más par co y monótono para la imagen y la metáfora. Ha sido la materia poética de composiciones aisladas y sueltas pero rara vez el personaje central de toda una obra poética tan bien organizada, trabada y rica como ésta. Es preciso verla realizada para convencerșe y comprender una vez más, que la sensibilidad del artista lo es todo. En este aspecto Spelucín no tiene par en América.
El poeta nace a la emoción marina. Cuando sus pupilas rompen la tiniebla del seno materno, al clarear de la primera aurora, lo primero que percibe es el estuario infinito de su libro.
La inmensa llanura misteriosa de rutas innumerables, donde se abrazan todas las culturas, todas las civilizaciones y los hombres de todas las razas hacen un llamado irrevocable a sus pasos viajeros. Su alma niña, a la luz recién nacida de los cielos remotos, a los feéricos crepúsculos del Oriente, siente la atracción perentoria, la saudade magnética y fascinante de comarcas ignotas, de urbes trepidantes y radiosas, de cálidas bahías de ensueno. Quiere hollar los lomos turgentes de todas las ondas que se abren a sus pies y que traen el ritmo de azules y encantados parajes. El mar, siempre el mar, el mar dilectisimo que acuna melodiosamente al mundo, con su eterna romanza!
Una y otra vez la riqueza emotiva del artista siempre encuentra motivos para animar y humanizar el camino de todos los caminos. Esta emoción marina, esta viajera pertinaz arma su aduar de ensueño en las playas más inhospitas y desnudas. El poeta también, como toda la cohorte de romeros celestes, quiere nombrar con su verbo a esta esfinge móvil y melodiosa que nada articula. Enhiesta su gonfalón lirico y despliega sus nervios para modular el grito musical que se cuaja desde toda eternidad esas entra as brunas de piel verdeazulada. Los barcos no solamente han de ser vehículos, de mercados y de codicias; lo son, también, de cantos, de lágrimas, de ternuras, de pensamientos y de melancolías.
Oigamos al poeta; Alcides Spelucín Dibujo de ESSQUERRILOFF rumba quilla al poniente y a toda ventolina se pierde con su viejo marinero tatuado. En Purpurn. Medio deshechu, con su enorme boquete en el costado, francamente es triste condición esa de la Musardina; tirada allá, tan lejos, a toda ventolina como un pájaro herido al que nadie ha curado. Elegia de la Musardina. Fletados de crepúsculo, de los muelles de Oriente zarpan a la hora sexta muchos barcos divinos.
se van en theoria, meditativamente, conio un éxodo blanco de pájaros marinos. Los Barcos de la Tarde. En la lírica hispanoamericana constituye la poesia de Spelucín una nota caracteristica y tipica, por su fuerza creadora, por su vuelo emocional y efusivo, por su miraje nuevo y auténticamente original de las cosas. En medio del nutrido garrulo corro que se alza de la retórica vaciedad sudamericana, esta voz nos revela la América nueva.
Esta deslumbrante sensibilidad pictórica transmuta el color y la luz en emoción estética. Luz y color inconfundiblemente tropicales. Verbo radioso que está anegado en el torrente de claridades cenitales que se proyectan del límpido cielo. El poeta no sólo expresa el color objetivo, no sólo trasporta la realidad inmediata y táctil, no sólo lo incrusta, fotográficamente, en el verso, sino que lo piensa y lo permeabiliza en el espíritu; lo siente como estados de conciencia, como acendrada entraña de su sensibilidad. Pensar el color, he aquí lo que le diferencia de tanto rimador superficial y descriptivo!
En Chocano el trópico se encuentra únicamente como alegoría, como enunciación verbal y epidérmica. En Spelucin se halla transfundido y simbolizado. Se diría, para emplear un símil fisiológico, que está digerido.
Es preciso insistir, sobre todo, en el significado de esta última palabra, porque es la que revela el efectivo y sutil americanismo del poeta. Como lo dije al hablar de la obra de Vallejo, nuestro americanismo ha sido antes externo, decorativo, de un sobrehaž vulgar y adocenado, y, a veces, puramente convencional, falso y de artificio oropelesco. Exotismo, trashumante y Los ojos que han mirado sus siluetas de oro; las alas que han seguido de cerca sus cordajes; las canciones sonámbulas que cantaran en coro las Ifricus sirellas, compañeras de viajes. Los Barcos de la Tarde. Era un coro fantástico de fantásticas violas junto al penón que hacia de quinérico atril. La Barca Rosa. La barca pescadora, en un gran gesto alado, date sus lonas claras a la tarde sanguina. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica