44657 Tomo XIII REPERTORIO AMERICANO Núm. 311 San José, Costa Rica 1926 Sábado 21 de Agosto SEMANARIO DE CULTURA HISPANICA SUMARIO: Don Santiago Ramón y Cajal, por Giménez Caballero. La recompensa, por Rogelio Sotela. Animia, por Alberto Mas.
ferrer. Rogelio Sotela, por Claudio Ethal. Aurora de verdad, por Pedro Salinas. Carta de Zabalegui Alfredo Palacios y la nueva Universidad, por Modesto Villavicencio. Cajal y su monumento, por Roberto Castrovido. Manuel Cestero, por Arturo Torres Rioseco. La Escuela, por Clemencia López Solera. Discurso de Cajal. Página lirica de Simón Latino, Rafael Estrada y Baltasar Dromundo. El Arte de Pedro Salinas, por Azorín.
Don Santiago Ramón y Cajal Yermo y Jardin.
de teja cascajosa. Hay un retrato de ventanas recuaen la entrada de la dradas de cal. Unas Universidad Cen.
callejas agrietadas tral, allá al fondo, de relejes, de albaa mano izquierda, ñales empedrizados medio en penumbra Jy encenagados por y disimulado por el ruedo aluvial.
los prospectos peUnos nimios bancadagógicos y admiles escalonados a nistrativos de las duras penas en graFacultades, que dería por las ladecreo oportuno exIras cerréticas. Alla humar ahora.
Jal fondo, un castillo Una anciana caJen ruinas. un ciebeza enérgica y mello enorme, inmóvil, lancólica. Apoyada a plastante, en el suavemente en la que sólo tiembla, de palma de la mano.
tiempo en tiempo, Con una mirada que, la campana que toca como empinándose a misa y la camsobre unas ojeras pana que toca a ascéticas, sobre muerto.
unas ardorosas cár. Cajal. decia uno.
cavas, aunque sereY veía un caserón nada por los mechomedioeval, granines blancos de la tico, con una porfrente, parece tras Monumento a RAMON CAJAL inaugurado en El Retiro de Madrid, tada fastuosa y dehaberse detenido en la mañana del 24 de abril del año en curso.
rruida, abierta a previamente en las Obra de VICTORIO MACHO una plaza irregular aulas traseras pery desolada de ciuforar los muros del docente recinto, las ca artículo me dejó, facha a facha, con don dad levitica. El Instituto provincial. un lles de la ciudad, y derramarse sobre toda Santiago Ramón y Cajal.
viejo con chistera raida, apoyado en una la meseta desnuda de España.
caña de puño de cuerno, que atraviesa la los pies de esta mirada y a modo de plaza contestando gravemente a los saludos corroboración expresa del duplice vistazo Cajal, hasta tenerlo frente a frente, le de unos chicos que en ella jugaban y que.
están escritas estas palabras, con caligrafia había obsesionado a uno con sus ojeras des al verle traspasar el portón imponente, unos sobria y sensibilizada, nerviosamente torpe: carnadas, con la tristeza de su morena faz recogen los libros tirados por el terrizo, y «Muchas ſveces se ha dicho, en letras de oblonga, de su dolicocefalia ibérica, pronuni otros escapan callejuela de las viñas arriba, molde que el problema de España es un ciando esas palabras proféticas, sibilinas, hacia la ermita de la fuente de la Salud. problema de cultura. Urge, ante todo, culti de santón en el yermo.
veía uno luego el piso destartalado de una var intensamente los yermos de nuestra ¡Cajal. decia uno. veía todo el paisaje capital castellana. La escalera oscura y tierra y de nuestro espíritu, salvando para de Cajal, suma y símbolo del de España. maloliente. Entrando por los dos balcones la civilización y riqueza patrias todos los Un cerro pelado, estribo mocho de sierra el traqueteo de los carros que suben y barios que se pierden en el mar y todos los cercana, de una sierra volcánica de la me jan el alcantilado de la calle, haciendo temtalentos que se pierden en la ignorancia. seta aragonsa, denudada, monda, lunar, de bletear los muebles del modesto gabinete, Ese retrato, que siempre me interesó; planeta ya frio.
haciendo levantar y esperar un rato. imesas palabras, que siempre relei al entrar Al pie del cerro, una cañada mojonando paciente el ojo aplicado a un tubo áureo por aquel burladero verdusco de la Central, la sábana parda de la llanura.
y bruñido, bajo el cual colorea la redeclila tenia ahora la fortuna de poder retrotraer Inscrustado en el cerro, con una deses fibrosa de un trocito de cerebro humano.
los a una confrontación auténtica y minu peración de parásito intolerable, un pueblo. Las ojeras de Cajal, la osatura violenta, ciosa. No olvide el lector que el último Esto es: unas casas de légamo recomido, ardiente, de la faz berberisca de Cajal, le Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica