REPERTORIO AMERICANO 157 Lírica portuguesa Del precioso tomito Pequeña Antologia de Poetas portugueses. Traducción y selección de ENRIQUE Diez CANEDO. Editorial EXCELSIOR. Paris. Lamento Cerca de la iglesia estaba el ataúd todavía, y el principio del entierro ya en Alcobaza lucía.
con pañuelos las mocitas, con capas los estudiantes.
Echan rosas en manojos.
Las almas se van detrás de aquellos bonitos ojos bue no han de ver nunca más!
De aquel mirar hechicero, aurora boreal que apaga el sepultero con paletadas de cal. Señor, Señor, que nunca un ay oiste de mi dolor. Ay, esta vida mía es triste, triste. Señor, Señor!
Cuando naci se puso el sol un velo, mal que lo vi. Teníase a poniente en sangre el cielo cuando naci!
Tu aparición, oh dia, vió más alba que albo vellsn a la rosa; al clavel vió mustio, oh alba, tu aparición.
Lejos, al mar oyóse, león piadoso, quejas lanzar; y en las playas se oyó gemir ansioso, lejos, al mar.
Nadie las vio: la tierra, como espuma luego absorbió mis lágrimas; caían una a una.
inadie las vio!
El desfile horas y horas duraba, sin terminar. Vienen luces y más luces nadie las pudo contar!
Eran pespuntes de luz las dos hileras de velas: junto al féretro zumbaba todo un enjambre de estrellas.
Cuando el final del cortejo llegó a, la Cruz de Murozos, salió en el cielo la luna entre argenteos alborozos.
La luna, puerta de plata: y el ataúd parecía llegar al cielo a gozar la luz del eterno día.
El humo del incensario sube; una voz dice asi. Hazte un nudo en el sudario, no nos olvides alli!
Cierran la caja. un ave (edisfraz de una estrella. volando, roba la llave y al cielo escapa con ella. ahora el esquilon sombrio su llanto derrama. y allá van ellos, al Pio, a hacerle la última cama. EUGENIO DE CASTRO El entierro del poeta ALBERTO OLIVEIRA ¡Oh, ruiseñor! Solo al morir el dia nace tu albor. Enséñame a tu luz la tumba mía, oh ruiseñor!
Van al Poeta a enterrar (Ay, Virgen de los Dolores. Ved a las mozas llorar, cubrir su ataúd de flores.
JOAO DE DEUS Soneto XI El entierro de Inés de Castro Era trigueño, galán, estaba en Derecho. iLas mozas del pueblo van Ilorando en llanto deshecho. Era fino de maneras, tan gracioso y llano. Los versos de las hogueras los escribía su mano! enterrar, desde Coimbra, llevaban a Inés de Castro; quedábase el cielo a oscuras, sin un ángel, sin un astro.
Desde Coimbra a Alcobaza, dos larga filas de velas: iban con hachas los hombres, los ángeles con estrellas.
Tiniebla absoluta al aire; y unas manos misteriosas sobre el ataúd vertian constante lluvia de rosas. Oh pinos altos, oh septuagenarios que os levantáis aún, allá en la sierra!
Sois los Enviados. extraordinarios del Rey Pan, su embajada aquí en la Tierra.
Bajo aquellos nocturnos lampadarios conferenciáis con él. La paz. La guerra? toman notas vuestros secretarios, que el Libro Verde secular encierra. Talleyrands de los montes emineutes!
Erguidos, no humilláis nunca las frentes en un acto de corte o recepción.
Del hombre con desdén, volvéis la cara. Ay, si Pan agregado me nombrara, pinos, a vuestra extraña Legación! al cielo se nos marchó casi en un instante de una fiebre que le dió, tan guapo aquel estudiante.
Todos notan ya su falta, jay, Santa Señora. Llorad, guitarras de la Alta; viudas estáis desde ahora. ANTONIO NOTRE Víbora Tras el féretro una Dama, fuera del camino, llora: sospéchase que sería la Virgen nuestra Senora. el Rey Don Pedro camina sin llorar, sombrío, seco; roe su mente con rabia, el corazón de Pacheco.
Salen, si pasa el cortejo por las aldeas perdidas, las mujeres a las puertas con candelas encendidas.
Criaturas que allí nazcan entonces y en varios meses, si varones, serán Pedros, y si son hembras, Ineses.
Por las cuestas del Peredo, la luna al brillar, los olivares dan miedo. 110 para el perro de aullar. Huyeron paz y sosiego, nos dejó la vida!
Hasta se vió del Mondego la corriente detenida.
Cual vibora concebida, en mi pecho se formó esta pasión maldecida que, al nacer, lo devoró.
Porque naciera mori, de mi cuerpo se ha nutrido, y la vida que perdi cs la vida que ha vivido. DE ALMEIDA GARRETT Ya el son de los rezos baja (Sepulcro, tuyo va a ser. Antes de cerrar la caja las chicas le quieren ver.
Cubrenle de margaritas y adiós le dicen, parlantes, Nota. En uno de los próximos cuadernos, publicaremos poemas de Alfonso Lopez Vieira, Joao de Barros, Antonio Sardinha y otros. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica