50 REPERTORIO AMERICANO La conciencia de un maestro de escuela 15 de marzo de este año (1918) fueron Ese dia el fué fuerte y grande y magnifico como un instrumento de la eterna justicia.
del Cantón de Osa, en Costa Rica, a medio Entre aquellos rústicos, el fué el espíritu camino entre San José, la capital, y la ciu humano, el fué la conciencia humana, el fué dad de David, Panamá, cinco individuos, la revelación, y prestó un eminente servicio costarricenses todos. Estos señores se ha a la verdad y a la justicia.
bían alzado en armas contra la dictadura El maestro de escuela, vió el crimen y personal e irresponsable del hombre que corrió a contarlo. El no vió el crimen por el 27 de enero de 1917 destruyó, siendo casualidad, sino que fué expresamente a Ministro de Guerra, el Gobierno Constituverlo. Tuvo el valor de ser testigo, porque cional de la República, y lo sustituyó por se sintió con el valor de dar al mundo su un Gobierno de farsa, de usurpación y de testimonio. El vió que había allí una misión fuerza. Fracasada en pocos días la intentona que cumplir, y la cumplió heroicamente.
revolucionaria, huía aquel grupo de alzados Otro habría huído de la responsabilidad. El buscando la frontera de Panamá. El más la buscó. No hay nada más admirable que noble en el grupo de fugitivos era Fernán la sublevación de esta conciencia, ni más dez Güell, escritor, periodista y hombre pú cautivador que su sencillez y su transpablico. Era la pluma del Partido Republicano rencia en el relato de sus emociones frente de Costa Rica. Fué Director de la Biblio al espectáculo. Llanamente. con ansia de teca Nacional de México, bajo el ilustre justicia. dice. quiero exponer por la prensa Madero. Había viajado, y era hombre leido. mi protesta en la siguiente declaración que Escribia con vigor, y su frase era hermosa expresamente vengo a dar a Panamá, ya y sonora. Habia sin duda en él un hombre que en los actuales momentos no hay quien de inteligencia, y un hombre de lucha por me la reciba en Costa Rica. el bien.
La mentira oficial había llorado ya la El delator de este crimen es un maesmuerte las victimas, había profanad su tro de escuela salvadoreño, establecido en memoria honrándola con pérfidos elogios el villorio de Buenos Aires que «ahora que exaltaban el valor con que habían caido cuenta. como el dice. unas once casas y en lucha igual, y había pervertido los hesesenta ranchos de palma. Hasta ese día, chos inventando la fábula de un incidente el maestro de escuela fué un hombre apa ordinario de la guerra, un encuentro, una cible, oscuro, ignorado, su vida consagrada sorpresa. La mentira oficial no contó con ingenuamente a su humilde magisterio, en el maestro de escuela. He vivido tres años regiones remotas, despobladas, casi desco en Costa Rica dedicado a la educución ponocidas, pueblecitos escondidos en la mon pular. En febrero último vine a Buenos taña como un nido, un día sorprendidos por Aires, del Cantón de Osa, a servir la es.
la brutal visita de la maldad de las ciuda cuela de la localidad. En febrero. El cri.
des. Hasta ese día del crimen, el maestro men fué en marzo. Quién arregla las cosas de. escuela salvadoreño fué indiferente y de este modo. Quién puso el testigo en manso en su invariable existencia de pastor, el sitio la víspera del crimen?
de la infancia campesina, interesado sólo en su ingrato y fecundo apostolado, insospechado hasta de sí mismo, feliz en su insigDice el testimonio del maestro de esnificancia de mentor de aldehuelas en tierras cucla: de limbo y de silencio. Pero en el maestro »Tenía orden el Jefe Politico del Cantón de escuela salvadoreño había una conciende Osa, de capturar a varios fugitivos recia, una gran conciencia, y el lo supo ese volucionarios que debían pasar por Buenos dia. El crimen del 15 de marzo lo reveló a Aires, y para cumplir su misión habíase sí mismo, y lo ha revelado después al trasladado con un reducido retén a Boca de mundo. Nada hay más bello que la sublevaLimón, lugar estratégico más vecino a la ción de un alma candida ante el horror de frontera panameña. El 13 de marzo llega a un crimen. Este día me declaro. dice. en Buenos Aires en marcha precipitada el Agenmi calidad de hombre honrado, enemigo del te de Policía de El General y manifiesta Gobierno de los señores Tinoco que autori que al lugar de su residencia han ingresado zaron el asesinato de Rogelio Fernández siete revolucionarios bien armados, y que Güell, Carlos Sancho, Jeremias Garbanzo, teniendo él que salvar su vida en peligro, Ricardo Rivera, Salvador Jiménez y Joaquín ha dejado en libertad a Carlos Sancho, fuPorras. Ese día, el maestro de escuela del gitivo que había caído en su poder con días pueblecito de Buenos Aires, emigrado del de anticipación. Los bonaerenses entonces Salvador con la divina lucecita de su aposse preparan para la captura respectiva, que tolado, y refugiado como un redentor en ellos desde un principio entendieron por las montañas de Costa Rica; ese día, el os. matanza; mandan aviso al Jefe Político aucuro y manso maestro de escuela, hizo una sente y esperan.
acción tan noble y tan ilustre como la de El 14 a las p. llega Patrocinio Araya los héroes y los mártires que lanzaron por a la cabeza de 11 policías de la a Sección primera vez el grito de libertad en América. y 20 reclutas de El General, Santa Maria y otros lugares. Pregunta por Fernández Güell y los suyos y como se le dice que no han pasado, trata de inútiles a los de Buenos Aires y asegura que la noche ante.
rior o el propio día, han cruzado la población los revolucionarios en fuga. Expone el cansancio de sus soldados que salieron de San José en la tarde del domingo 10 y se establece un deficiente servicio de vigilancia con civiles del lugar, encabezados por el turco Antonio Ibarra. Presidente Municipal. Amanece el viernes 15 sin novedad. Con torpeza manifiesta se preparan comisiones de persecusión. Yo abro mi escuela y principio mis labores, pero no he terminado mi primera lección, cuando noto carreras en los expedicionarios que en el desorden más completo se dirigen a la vega del rio Ceibo, en número de cincuenta. Qué sucede?
Fernández Güell y los suyos llegaron el dia anterior a la vega referida, que es un campo dividido en muchas parcelas alambradas, cruzado por una red de caminos que forman un laberinto; trató de avanzar esquivando el paso por la población y le fué imposible. Así sucedió que en la mañana del 15, después de haber comido unas sandias, se encontró con unos muchachos campesinos que iban a su labranza; casualizó que fue.
ran los dueños de las frutas y pagándoselas don Rogelio, les preguntó si había fuerza armada en el poblado, a lo que contestaron negativamente los muchachos. Pronto, después detuvieron los fugitivos al chiricano Santos Vásquez, a quien ofrecieron 200 colones si los sacaba a la frontera. Vásquez se negó so pretexto de ser extranjero y no querer meterse en lios politicos. Confirmó la falsa noticia dada por los jóvenes campesinos, y los acaudillados por Fernández Güell, con confianza criticable, se decidieron probablemente a cruzar la población a plena luz cuando fueron avistados por el indio Nazario Vidal, que sin recomendación para el caso, volo a dar aviso a la tropa que aún no había salido en comisiones. Este indio motivó las carreras que interrumpieran mi labor y que minutos después produjeran el encuentro de dos bandos tan desiguales: siete fugitivos descuidados que evadian un combate y 50 gobiernistas bien enterados de lo que era el enemigo y ávidos de matar, pues esta era la orden, según decía la chusma de ignorantes. Eran las de la mañana, cuando principio un nutrido tiroteo a un kilómetro de mi escuela y en el Bajo del río Ceibo. Por precaución trasladé a mis niños a la casa cural y después de algunos minutos de ansiosa espectación, vi regresar cabizbajo y silencioso al turco Ibarra, quien al ser interrogado por mí, me notició del triunfo de los suyos. El maestro de escuela despachó a sus discípulos y se trasladó «con rapidez a tomar informes al propio lugar del suceso. Llegado. al Bajo, descubrí a un grupo de los asesinos y cómplices, que conduciendo ileso al indio Aureliano Gutiérrez, vaqueano hasta El General de los vencidos en aquel Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica