REPERTORIO AMERICANO Cantos a mi Muerta Viva Andrés Avelino.
en la Capital Querido compañero: Su librito, Cantos a mi Muerta Viva me han arrancado más de una larga noche de lectura y meditación. Postumismo aparte, es usted un verdadero poeta, y en veces un intenso y originalísimo cantor. Tal en la página 12 cuando la dulce enferma interpela. Doctor, esta tos, esta fiebre, esta angustia y este olor a muerte en todas partes, cuando se los va usted a llevar. Tenga calma que todo pasará mañana.
Así le dijo con dureza el médico, Hoy es un nuevo día. La pobrecita, allí está en su diván tendida, con esa tos, esa fiebre y esa angustia y el mismo olor a muerte en todas partes. desde esa página el corazón, sin podérsele apartar va junto a usted por todos los senderos de la amada ida, cuya pérdida «las rosas lloran sin cesar. y en las llamas de los cirios que iluminaron su carne muerta, los ojos del espíritu ven, latente, la última misiva que ella dejó escrita, Más adelante, la página 20 nos detiene una, dos, tres veces. Imposible proseguir. Hay que hacer pausa, soltar el libro, entregarnos por igual a la meditación y al ensueño. Acaso es posible el connubium de dos almas, la una en la tierra, la otra en el espacio, en el azur, en lo infinito. Quién sabe! esta duda es una tímida afirmación que va creciendo e imponiéndose a medida que las ideas del poeta se apoderan de la memoria para ser repetidas incesantemente como obsesión: 17 una y en veces, cuando toco mi sien adolorida no sé si es con mi mano o con la de ella.
Si voy al jardin, al instante las rosas se deshojan para alfonbrar mi paso, que es su paso; entro a mi habitación y allí es ella sombra de mi sombra.
Si la llamo, el eco de mi voz es su voz que me responde y cuando pienso o duermo, es ella el silencio mismo que a mi ser rodea.
Andrés Avelino Hay tal fuerza de pensamiento, de convicción, de ideal vivido y sentido en ese poemita, que la creencia de su realidad posible persiste en nuestro cerebro durante todas las horas del sueño, librándoles batalla cruel al razonamiento y a la verdad aprendida.
Sin embargo.
No sería ese poema, tan fuerte y tan original, el que yo premiaria en un certámen de poesia, si el galardón habría de lle.
Yárselo en el libro, la poesia de más tierna, sencilla y universal emoción. Sino este otro, tan ingenuo y cándido en su fácil inspiración, que cualquiera creería haberlo dicho ya, o al menos, haberlo leido desde hace mucho tiempo; cuando, en verdad, a nadie hasta ahora se le había ocurrido escribirlo: Efecto extraordinario el de estos versos.
No tienen en su abono ni la sugerente armonía de la consonancia, tan sensible y cara a los oidos profanos, ni la musicalidad periódica de los acentos que en los oídos retóricos constituye la euritmia propia e indispensable del verso. Pero, en cambio, quién al leerlos no se siente vivamente impresionado y hondamente emocionado por el ritmo misterioso que despierta en el alma la cadencia vibratoria de cada palabra, empleada allí por el poeta, no para despertar un ritmo, sino una imagen, por los medios más expresivos y poéticos del lenguaje. de este modo, el frio intenso de aquella «lluvia profundamente tétrica» se nos infiltra en los nervios, produciéndonos, el malestar enfermizo y pálido de los tuberculosos: y aún vemos dibujarse, a través del tejido de la lluvia, la nube glacial en que la amada muerta llega doliente y llorosa» bajo la triste contemplación del poeta.
Muy suyo, Fanto FILLO La Vega, 21, febrero, 1926. Listin Diario, Santo Do ningo, Oh! lluvia de las tardes, profundamente tétrica, que vienes, lentamente, como por ella enviada, a lastimar mi herida.
Tengo miedo de tu amable complacencia.
Con qué fin me la recuerdas, tú, que la mortificaste tanto?
Por ti tuvo su quebranto más premura, tú le provocaste mil veces sus esputos y le inoculaste tu melancolia. este frio que tú dejas en los corazones es el mismo frío glacial que sintió antes de su muerte.
Por eso, lluvia, cuando tú te acercas, revives en mi espiritu todos suis dolores y me la traes de nuevo doliente y llorosa.
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Lector. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica