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134 REPERTORIO AMERICANO Un libro de libertad LA ZAFRA. Agustin Acosta ¿Por qué se habla de detener la ola de la reacción ante las playas de Cuba? Salida ayer de colonia, ha vuelto, casi por su propio peso, a la colonia. Impulsada, con oculto pero firme empuje, por la banca norteamericana, va tomando su antigua posición, doblada sobre la caſa con la mocha en la diestra. Produce millones de toneladas de azúcar, y se regocija con el río de oro que sale de sus trapiches, porque algún sedimento deja en el suelo por donde pasa. Su único anhelo es trabajar, para ganar y gastar.
El medianamente rico sueña con un viaje a Paris; el más pobre con un viajecito a la Habana. No hay otros ideales colectivos.
ción mental artística y no para las melancólicas y tiranizadas muchedumbres, huérfanas y solitarias y envilecidas en su dolor, el poeta libertario cae en herejía, fornica con la apostasia nefaria. Pero no es así. La Zafra es un libro de justicia, un libro renovador y de resurrección, un libro liberador para las muchedumbres encadenadas, un libro que hiende las carnes del filisteismo burgués. La Zafra es un libro de esperanzas, porque es un libro de libertad, escrito con la ruda sinceridad de los idealistas estoicos y evangélicos. En sus páginas de tristezas y de odios, de amarguras y de ensueños, páginas de amor y fuego, que encierran fiel mente la tragedia de Cuba, de la abatida y noble Cuba de las gestas luminosas e inmensas de la Demajagua y de Dos Rios, hay cantos que destilan sangre como cuerpos heridos, que destilan odio como corazones traicionados con iniquidad, y que destilan amor como almas en éxtasis al conjuro sagrado de una estrella adorada.
En el canto V, el martirologio del bondadoso guajiro, el nervio dislocado de la nacionalidad cubana, canta el poeta: través de los férreos boscajes obstinados, puntos de luz asoman los bateyes vecinos; y un éxodo de flacos jornaleros cansados llega al cercano pueblo por todos los caminos.
En el sucio bohio hay olor de guisado: mas no la merecida dulzura del pastel pondrá sobre la mesa el sabroso bocado. La mesa es una tabla de pino sin mantel. En copas empanadas agua turbia reposa; y mientras la comida transcurre inquieta y fría, se piensa cuál daría su batalla gloriosa en esas copas sucias la Bacteriologia.
ENRIQUE José VARONA (6 de Junio de 1926, REPERTORIO MERICANO de San José, Costa Rica. así sórdidamente, huérfanos de cariños, en el bohio lóbrego crecen los pobres nifios.
UIENES seguimos, ya alertando con alarma, ora en silencio vulnerable, las metamorfosis psíquicas y físicas de nuestras nacionalidades indo latinas, viendo desaparecer a unas, contemplando la agonía de otras, y vislumbrando la aurora mortecina de las robustas, que se imponen: Centro América y las Antillas que se hunden, parte de Sur América que agoniza, México que empieza a despertarse de su horrenda orgia de esclavitud y crimen fratricida. Consideramos que para Cuba, la cuasi irridenta Isla de oro antillana, ha estallado el primer grito de justicia social con el advenimiento del libro La Zafra de Agustín Acosta, el iconoclasta y solitario poeta de Jagüey Grande, de la romántica estirpe de Korolenko.
Crispa y aterra por su realismo lóbrego y por su veracidad cruda, vivisima, el poema revolucionario La Zafra, el primer canto de la batalla futura cubana, la.
primera diana viril de la tempestad demoledora que avanza, vengativa y ajusticiadora, sin clemencias cobardes o epicuristas en sus entrañas cuajadas de fraternidades y justicias.
Agustín Acosta es el cantor nuevo, enérgico y bravío, el sembrador fuerte y sencillo de los nuevos cre.
dos de hermandad, nuevos en la práctica y remotos en la fórmula ideologica, divorciado de los rapsodas mercenarios y de los juglares histéricos de la cretina burguesía. con verbo de acero virgen abre su poema de combate el iconoclasta cubano, refulgentemente. Mi verso es un aire incendiado que lleva en si el germen de no se sabe qué futuros incendios. No es la primera vez que pongo mi arte al servicio de la patria; pero si es la primera vez que lo pongo al servicio de lo que constituye la fuente de vida de la patria. Cuál es esa fuente de vida que silencia el indómito cantor indo latino de las nuevas y maravillosas auroras, que surgen imponentes por sobre los picachos de los Urales?
Es el ideal, el ideal de los ilotas, en marcha hacia la Justicia.
Yo escribo confiesa el austero panfletario de Jaguey Grande para ciertas almas, para ciertas almas que son siempre extranjeras, que están siempre ausentes, y que por lo mismo abarcan totalmente el horizonte de las realidades que nos ahogan. No hay almas extranjeras en los nuevos mandamlentos comunes de los parias del muudo, y si el poeta revolucionario escribe para ciertos espíritus de selecAsí en estos lejanos parajes olvidados vitaliza el estupro el hijo natural; y los hijos anónimos y los hombres burlados del adulterio aspiran el perfume letal.
La miseria del alma y la miseria del cuerpo, en su desnudez repugnante, que nos satura de rebeldías: Descalzos y desnudos, niños escrofulosos, con los puercos se arrastran en el negro hormigón; con gallinas enfermas y con perros sarnosos. esto ocurre después de la Revolución. seguirá ocurriendo hasta que la palabra revolucionario de Cristo, cristalice, por la violencia.
El canto VI, es apocalíptico, apretado de sombras penitentes, almas de un pueblo. que agoniza, pero no quiere morir: Mientras lentamente los bueyes caminani, las viejas carretas rechinan. rechinan.
Vadean arroyos, cruzan las montañas llevando el futuro de Cuba en las canas.
Van hacia el coloso de hierro cercano, van hacia el ingenio norteamericano.
Vadean arroyos. cruzan las montañas llevando la suerte de Cuba en las canas.
y como quejándose cuando a él se avecinan, cargadas, pesadas, repletas, icon cuántas cubanas razones rechinan las viejas carretas. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica