REPERTORIO AMERICANO 47 LA EDAD DE ORO Lecturas para niños (Suplemento al Repertorio Americano)
ue tiene Don Illán el Mágico Don Illán el Mágico vive en Toledo. Un mágico es um liombre sencillo y respetable. Tenéis una idea errada de lo que es un mágico. Un mágico no es un señor barbado y hosco que lleva en la cabeza un cucurucho con estrellas pintadas; un mágico es un hombre silencioso, discreto, de una mirada inteligente y dulce. de imas maneras suaves. Don Illán vive en Toledo: habita en una casa silenciosa y limpia. Grande es su renombre de sabiduría; a todos los ambitos de España se extiende. Allá en Santiago de Galicia, un deán de la catedral ha entrado en deseos de conocer los secretos del arte mágico. Para que querra conocer tales misterios este deán? ¿quién mejor que don Illán podrá si quiere enseñárselos? Pues a Toledo se encamina nuestro dean. Cuando llega a Toledo endereza sus pasos a la casa de don Illán. éste «fallólo que estaba leyendo en una cámara muy apartada. es decir, tal vez en un desván, en un cuartito lejos de los ruidos de la calle, y por panorama que se atalaya desde la ventanauna vasta extensión de tejados y de torrecillas, que se destacan bajo el cielo azul, un cielo por el que caminan unas nubes blancas. Don Illán recibe cordialmente al viajero. Con exquisita amabilidad se dispone a enseñar su ciencia al deán de Santiago. En el coloquio que acaban de, tener, el deán ha manifestado que él es hombre ante quien se abre un halagüeño porvenir; ahora es dean; dentro de unos años, seguramente llegará a arzobispo, a cardenal, a papa, Eldean, en cambio de la ciencia que le iba a comunicar don Illán. le prometió y le aseguró que de cualquier bien que de el oviere, que nunca faría sino lo que el mandase. No hay, por tanto, más que hablar. Dou Illán manifiesta que la ciencia que él ha de enseñar «noiy se podía aprender sino en un lugar muy apartado. Esta inisma noche tendrán los dos la misteriosa conferencia.
Antes, don Illán llama a su cocinera y le ordena que prepare unas perdices para la cena. Don Illán desca obsequiar con este yantar al viajero.
Llega la noche; se dirigen ambos a esa cámara sccreta donde don Illán ha de dar sul conferencia, a Entraron ambos por una escalera de piedra muy bieni labrada, y fueron descendiendo por ella muy grau pieza en guisa que parescian tan bajos que pasaba el río Tajo sobre ellos: desque fueron en cabo de la escalera, fallaron una posada muy buena una cámara mucho apuesta que ahí havía, do estaban los libros y el estudio en que habían de leer. No os imaginéis retortas, matraces, hornillos y redomas. No un gran caimán puesto colgando de una pared. No tibias humanas ni un ancho infolio y un reloj de arena colocados encima de una mesa. Esta cámara subterránea, tan honda que sobre ella quizá pase el río Tajo: esta cámara no es más que una biblioteca henchida de raros y preciosos libros La estancia no está alumbrada por el resplandor rojo de los hornillos.
Don Illán debía de ser uno de estos hombres que, viviendo en su siglo (el xir o el xx. viven realmente en un futuro en que fuerzas misteriosas que hoy desconocemos pero que presentimos laran que sea posible lo que hoy juzgamos irrealizable. Cuando ha entrado por su puerta el deán de Santiago, don Illán, a través de la materia y través del tiempo, ha leiclo el alma de este liombre. Este liombre es un ingrato.
Ya se dispone con Illán a comenzar su conferencia, cuando aparecen unos mensajeros que le traen una carta al deán. Hemos olvidado decir que el dcárr es sobrino del arzobispo de Santiago. En la carta se le notifica una grave enfermedad del arzobispo. El deán contesta otra epístola, diciendo que siente mucho no poder ir a acompañar a su tío. Dende a cuatro días llegaron otros hombres a pie, que traían otras cartas al deán, en que le fazia saber que el arzobispo era finado. Se preparaba en aquellos momentos en Santiago la elección de nuevo arzobispo; todos deseaban elegir al deán. Transcurren siete ocho días nás y aparecen los escuderos muy bien.
vestidos y muy bien aparejados. los cuales escuderos se llegan hasta el deán, le besan reverentemente las manos y le entregan una carta en que se le notifica que ha sido elegido arzobispo de Santiago.
Ya tenemos a nuestro deán hecho arzobispo elec, to. Ya rebosa de satisfacción. Ya se ve en su palacio de Santiago sentado en uno de esos sillones de terciopelo, con borclacios ricos de sedas en que más tarde había de poner Antonio Moro algunos de sus personajes regios. Don Illán da la enhorabuena al electo arzobispo. como don Illán ha sido generoso. con él enseñándole su ciencia misteriosa, ilon Mán.
ruega al arzobispo que el ileanazgo vacante lo provea en u hijo siyo, El arzobispo. cortés y atento.
se dispone a acceder a la petición de con Illán: sin embargo, deseaba exponerle mua cierta consideración.
El «le rogaya qne quisiese consentir que aquel deanazgo lo lubiese un su hermano. Nótese la irreprochable cortesía «lel electo arzobispo; el deanazgo es para el hijo de don Illán: no hay más que labiar de ello; mas él, el arzobispo ruega a don Illán que quiera consentir que sea para un hermano del arzo bispo con quien el arzobispo tiene un grande y anti: guo compromiso. añade. Más que él le faría bien en la Iglesia en guisa que fuese pagado, y que le rogava que se fuese con él a Santiago y que levase con él a aquel su fijo. la están todos en Santiago. El arzobispo es un buen arzobispo; todos le quieren, bien; él es bondadoso con todos. Al cabo de algún tiempo llegan unos mandaderos del papa. Ha vacado el obispado de Tolosa: para esa sede nombra el papa al arzobispo de Santiago. Entonces clou Illán pide con mucho encarecimiento que el arzobispado vacanto de Santiago sea para su hijo: de nuevo torna a darle la razón el antiguo deán a su amigo y bienhechor: pero le ruega que permita que este arzobispado sea para un tío.
suyo, hermano de su padre. don Mán dijo que bien entendía que le faría muy gran tuerto, pero que lo consentía en tal que fuese seguro que ge lo ene mendaría en adelante. De muy buen grado se lo prometió el arzobispo, y rogóle que se fuese con a Tolosa y que llevase a su hijo. Ya están todos en Tolosa. los dos años llegan otra vez mandaderos del papa. El papa ha nombrado cardenal al obispo: el obispado de Tolosa puerle darlo a quien quiera.
Aquí tenemos a don Illán de nuevo solicitando la vacante para su hijo; tantas veces han fallarlo sus pretensiones, tantas veces el favor le ha sido dencgado, que parece alısurdo que ahora no se le culmiplan sus afanes y el obispo le dé una nueva excusa.
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