301 REPERTORIO AMERICANO beza, Sus pies descalzos estaban sangrando. Don Juan ha cogido al niño y lo ha sentado en sus rodillas. Don Juan le va limpiando sus piececitos. El niño tenía al principio, la actitud recelosa y encogida de un animalito montaraz caído en la trampa. Poco a poco se ha ido tranquilizando: entonces el niño le coge la mano a Don Juan y se la va besando en silencio. Qué le pasa al buen caballero que no puede hablar? lo lejos, sobre el cielo azul, destaca la ciudad. Se ve el huertecito de un convento, la casa del Maestre.
coutra los que talan los viejos árboles. Dice así: La ancianidad es respetable, debido a que, por lo menos, supone larga lucha con las numerosas causas de destrucción que: incesantemente, circundan cuanto existe. Una mañana no está don Leonardo en la Chopera: no se ve entre los negros y nobles troncos su barba luenga y blanca. Don Leonardo está enfermo. No.
puede salir de casa. La enfermedad es larga y de cuidado. Todos los díaz va a verle Don Juan. Cómo van mis árboles, Don Juan? pregunta el anciano. Su pensamiento está en los árboles de la alamcıla.
Los árboles están bien; todos están en la alameda, nobles, buenos, dichosos en su centenaria senectud.
Llega la primavera: don Leonardo pregunta todos los días: Cómo están mis árboles. Han comenzado ya a retoñar. Tienen ya hojitas verdes?
Los árboles no están bien. Una tropa de leñalloles ha venido con sus hachas y sus sierras a la alameda, y, de orden superior, ha talado los más bellos ejemplares de olmos y de chopos. Una angustia terrible pesa sobre todos los que rodcan al buen anciano. Nadie se atreve a darle la trágica noticia; ahora sería una inprudencia; lo harán más adelante, cuando esté convalekiente. Están ya cubiertos de follaje mis árboles. pregunta don Leonardo. No me decís nada; habladme de cllos.
Los circunstantes sienten una profunda opresión y se esfuerzan por urdir. piadosas mentiras. Ya va estando mejor el buen anciano; poquito a poco, con los cuidados del amor que le rodea, va recobrando la salud. Ya habla de lo que va a escribir cuando se levante y de los paseos que va a dar por la Clopera. Con un pascító que yo dé por la Chopera. dice, sonriendo alegremente como un niño. con un paseíto que yo dé por la Chopera. ya estaré bueno.
Le ha mandado ya el médico a don Leonardo que se levante mañana: la semana próxima podrá salir de casa.
El niño descalzo Por un caininito de la montaña iba Don Juan.
La ciudad se veía a lo lejos. Por el caminito, hacia la ciudad, iba un niño descalzo. El niño trae sobre las. cspaldas un haz de leña; va encorvadito. Al oir pazos ha levantado. la cabeza. Camina despacito el niño. No puede llevar la carga que le abruma. Son las iniquidades que cometen los honıbres con los niños lo que lleva sobre sus espaldas este niño? Son los dolores de todos los niños: de los niños abandonados, de los maltratados, de los enfermos, de los hambrientos, de los andrajosos. Son los dolores del niño que duerme aterido en el quicio de una puerta; del niño alimentado con leches adulteradas; del niño inmóvil en las escuelas hoscas; del niño encerrado en aposentos lóbregos; del niño encarcelado; del niño sin alegrías y sin juguetes. El niño del haz de leña ha hecho un esfuerzo para levantar la cauin Cano Olivares Quince días después del encuentro de Don Juan con el niño descalzo se recibe en la pequeña ciudad una noticia sensacional. En Valparaíso ha muerto un español; nació en la pequeña ciudad. Deja a. la pequeña ciudad, una cuantiosa fortuna. Se ha de emplear ese caudal en la construcción de unas espléndidas escuelas. Las escuelas estarán dotadas de pensiones para los niños pobres. Se llamaba el donante don Antonio Cano Olivares. Ha venido de Madrid, para conferenciar con el alcalde, un delegado del Banco de España. Quién era don Antonio Cano, Olivares. pregunta el maestro Reglero en la tertulia del Maestre. Don Antonio Cano Olivares dice el doctor Quijano debía de ser hijo de don Felipe Cano, el que tenía una tiendecilla en la calle de Cordeleros. No replica contertulio Cano Olivares debía de ser un muchacho que se marchó hace cnarenta años; era hijo de doña Jesusa Olivares, hermana «lel canónigo Olivares, que murió en Zamora. Están ustedes confundidos observa otro contertulio. Ese muchacho que usted dice no era hijo de doña Jesusa Olivares. Debía de ser. Hay aquí tantos Canos y tantos Olivares. interrumpe el doctor Quijano. En fin resume el maestro Reglero. fuera quien fuere, Cano Olivares ha hecho una buena obra.
Do aquí han salido centenares de muchachos con.
rumbo a América, que luego no se han acordado de su pueblo.
Se han abierto los cimientos del futuro edificio, la colocación de la primera piedra asiste toclo el pueblo. Toca una música. El alcalde pronuncia un discurso. Señores dice el alcalde honremos a Cano Olivares. Cano Olivares era un grande hombre.
De grandes hombres podemos calificar a aquellos que con su trabajo perseverante, con sus iniciativas arriesgadas, con su esfuerzo paciente de todos los días, lai sabido labrarse una fortuna, y a la hora de la muerte, lejos de la patria, apartados de su ciudad natal por millares de leguas, tienen para ese pueblo, que les vió nacer, un rasgo espléndido y generoso. Honremos.
señores, a Cano Olivares, y tengamos para su menioria, en nuestros corazones, gratitud perdurable.
La música toca alegremente. La nuchedumbre aplaude. Confundido entre el pueblo, don Juan sonríe.
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