350 REPERTORIO AMERICANO Página lírica de Simón Latino Elogio de una muerta ROGELIO SOTELA crucé las praderas bajo el sol caliente.
Mis brazos midieron los árboles rudos, hundi en el arroyo mis miembros desnudos, y, cuando la tarde serena moria, jinete en furioso corcel, mi sed era beberme en un soplo la monotonía de la carretera.
Era buena, era, como el alba, pura; blanca como el nardo su frente serena!
negra cual la noche su pupila oscura!
No sé qué secreto prestigio tenía su alma de mujer sencilla, mas si hablaba era su voz un prodigio!
y al mirar sus ojos una maravilla!
Bajo la arboleda de mangos floridos, sobre la hojarasca colmada de aromas, soñé muchas tardes. Qué arrullos. Qué ruidos los de las palomas tejiendo sus nidos. los azulejos picando las pomas. los labradores de rostros curtidos cantando en las lomas!
Yo la quise mucho, yo la quisę mucho.
Todavía en mis horas crueles escucho su voz. oh resumen de versos y mieles. Sufri? Nó. Mis manos en la tierra dura cavaron el hoyo de la sepultura donde dejé toda mi vieja amargura.
Su voz, hecha solo para la ternura, tenia un encanto tan hondo y potente, que si descendia sobre el alma oscura, milagrosamente, el alma quedaba luminosa y pura!
Sus manos tan blancas no hubieron iguales!
Qué lirios galanos, qué flores preciosas pueden compararse con aquellas manos que iban por el mundo deshojando rosas, sembrando cariños, como las gloriosas manos de los niños.
Milagrosamente, la tristeza mía, como un ave negra de pesado vuelo, se perdió en las cumbres de la serrania; mi vida, que enantes nubló la quimera, percibió las notas de una epifania bajada del cielo: era la alegria de la primavera, ide una primavera que no conocia!
11 Era toda ella como una azucena!
Era toda ella conio una paloma! cuando la herian, era como el sándalo que por las heridas derramaba aroma!
Yo del monte traigo muchas cosas bellas: en las noches claras, sembradas de estrellas, mientras dialogaban en el corredor, a nadie atendia. Yo estaba en las nubes de la lejanía forjando risueños castillos de amor!
Ah, pobre del alma que supo quererla durante la vida. para que la hiciste, Señor, tan querida, si es para perderla? en tanto las voces amargas y duras se enseñoreaban contra mis locuras y contra mi sed de soñar. Inutil porfía!
El alma repleta de melancolia bogaba en las ondas azules del mar!
El cielo se calla, porque el cielo sabe que la necesita: fué ángel, es bueno que al cielo se vaya.
Mas, vosotras, niñas, cubrid de azucenas la tumba en que posa callada: mañana, en los cálices, vereisla asomada: No ha muerto: reposa.
Bogotá, Colombia. Yo vuelvo del monte! Mi espiritu cra macabro, y hoy luce todos los matices de la primavera.
Mi vida era impura, sin risas, lo mismo que una sepultura: hoy, libre y serena, mi vida está está llena de esencias y aromas de la selva oscura.
Elogio del monte ¡Yo vengo del monte. Yo vengo del monte! traigo en mis manos, enantes escuálidas, hoy ásperas, como cuernos de bisonte, rosas cardenales que ayer fueron pálidas.
iy en el pecho, el ansia de un nuevo horizonte!
Bendito sea el monte que ancha el horizonte; bendita la tierra que extingue los odios y aplaca la guerra; y bendita, bendita, bendita, por todos los dias y generaciones, el alma que olvida sus malas pasiones y busca en el monte remedio a su cuita. Yo estuve en el monte! Curioso, potente Bogotá, Colombia. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica