62 REPERTORIO AMERICANO Grandes y pequeñas ciudades Dº En realidad, no hay más que dos grandes tragedias en la vida del hombre, y son la de la ambición y la del amor. en la provincia la ambición se adormece, se apequena.
Es un ave que se encharca las alas, que vuela a ras de la tierra, como avergonzada de lo infinito del espacio. Desea poco, y este poco lo desea muy poco, como el Santico de Asís. La tragedia del amor? Tampoco existe, o es rarísima. Porque al amor se le cataloga, se le clasifica, se le pone entre definiciones. no hay matices. Carece, de claro oscuros. como a las mujeres las conocemos desde que éramos niños y ellas zagalas, las dividimos en dos grandes grupos: las buenas y las otras. Asi, jamás queda una puerta abierta para lo imprevisto, para lo absurdo, para lo inesperado. Salirse de las costumbres es un crimen. la fantasía un delito punible o un reto a la mansedumbre de la masa. Puede haber nunca tragedia, o simplemente belleza en Jas vidas de tal modo empadronadas, metodizadas, insensibilizadas por el miedo a la ajena opinión. DE LA LUZ LEÓN Consulado de Cuba, La Coruña. España.
on Miguel de Unamuno, que es una de queña es restar importancia a cualquier eslas almas más ricas, más proteicas y fuerzo individual. Cuando un hombre quiere abundantes de nuestro tiempo, afirmaba una superarse, choca inevitablemente con la vez, hablando de las pequeñas y grandes burla, con el desdén de todos los mediocres ciudades, que éstas, las grandes. nos de que lo conocen desde niños, con la envidia sindividualizan, o mejor dicho, nos desperso sorda de los amigos, de los parientes. nalizan. Las grandes, ciudades. añadia. por qué todo eso si no porque a la pequeña levantan al bajo y rebajan al alto; realzan ciudad falta elasticidad, piedad, comprensión, las medianías y deprimen las sumidades. capacidade admirativa?
De este modo, el maestro, yendo de lo El alma de los países que no poseen una particular a lo general, decretaba la infegran urbe se achata. se anquilosa, pierde cundidad, la nulidad de la existencia en las su don de emoción, y nunca se aplaudirá vastas metrópolis, suponiendo de buena fe bastante a las regiones que sueñan con alque todos los hombres son susceptibles de guna ciudad tentacular, ni a los pueblos que una vida anímica tan opulenta, tan compleja cuidan amorosamente su capitalidad, decomo la suya. Unamuno, en efecto, ha pa seando que sea cada día más vasta, más sado lo mejor de sus años en poblaciones compleja, más capaz de ser un resumen de pequeñas. El puede decir que ellas han sido todo lo que de perverso y de bueno hay excelentes aliadas que ha tenido para sus sobre la tierra.
estudios, para su larga y honda labor de Se habla de la soledad de los pueblos, y pensador y de artista. poco de llegar a para muchos nada como esa soledad para la vieja Salamanca, ciudad de unos treinta perfeccionarnos y hacernos mejores. Pero mil habitantes, escribía a un amigo que, si se olvida con demasiada frecuencia, que la a los dos años de estar alli se enteraba de verdadera soledad la encontramos en los que jugaba al tresillo a diario, daba dugrandes centros cosmopolitas, allí donde rante una o dos horas vueltas a la plaza y nadie nos conoce, donde somos una pobre echaba la siesta, lo considerase hombre cosa innominada, errante. Estamos solos en perdido. Pero que, si pasado ese tiempo, la vasta avenida, solos e indefensos, porque seguía estudiando, meditando, escribiendo y al señor que pasa atropelladamente no le impeleando en pelea pública por la cultura, porta empujarnos, y aquel automóvil que lo considerase allí mucho mejor que en atraviesa raudo por nuestro lado, puede en Madrid. Cuántos hombres, de los que com menos de un segundo convertirnos en aniponen las apacibles ciudades provincianas, cos. Qué sabe nadie de nosotros ni que le podrían escribir algo semejante. importa a la gente transeunte la importanYo nací y pasé toda mi adolescencia en cia que le concedamos a nuestra persona?
la provincia. En la misma Europa, he vi Este espectáculo en el fondo áspero, duro, vido largas temporadas en capitales pro que tan violentamente nos desagrada y vincianas, lejos de las urbes donde ningún entristece la primera vez que cruzamos hombre vale más que otro. He de reconocer Broadway o ambulamos por los Boulevares, por consiguiente que nada como la pro termina por transmitirnos una provechosa vincia para meditar, para leer, para mirarse lección de humildad, de sencillez, y también uno el alma. Pero tengamos la franqueza nos comunica cierto sentimiento de concorde preguntarnos en la vida de un hombre dia, de solidaridad. Aquellos seres como mediano, de «un hombre como hay muchos. nosotros innominados y desconocidos, y que ¿no pasa cosa de mayor interés que el es. como nosotros llevan ensueños, dolores, inpectáculo de su propio yo? La vida de en quietud de esperanzas bajo el pecho. no derredor, cambiante, móvil, inquieta como son nuestros hermanos, nuestros iguales?
las ondas del mar. no ha de servirle a ese ¡Pero váyale usted a hablar de igualdad hombre del montón de lección más útil que y de piedad a gentes que se ven todos los el dialogar perpetuo con su sombra? la dias, que se han visto toda la vida, que se larga, la provincia entullece. no es ello verán cotidianamente hasta la muerte. lo peor sino que nos vuelve intolerantes, Falta perspectiva en esas vidas y falta, soásperos, huraños. El mismo Unamuno, ha bre todo, la tragedia, eso que, según una blando de Madrid, aseguraba que «a poco fórmula del propio Unamuno, llamariamos de estar alli lo cenía, envolvía y penetraba el sentimiento trágico de la vida. En la un letal ambiente de condescendencia. Qué vida provinciana, dice nuestro autor, es más nos dirá ahora Don Miguel, que vive en fácil descubrir por debajo de una aparente Paris, la ciudad condescendiente, despreocu calma la tragedia. qué tragedia es esta pada y tolerante por antonomasia, Paris, a no ser la del aburrimiento? No se trata que se encoge de hombros ante nuestros aquí de ese aburrimiento superior, metafísico pecados y aplaude sin embargo todas las en cierto modo, que nos viene de la inconvirtudes! Taine hizo la observación de que formidad o mejor de la disparidad u oposila mayor parte de los genios franceses o ción entre el mundo real y el universo de eran aldeanos o hijos de aldeanos. tal nuestros ensueños, del contraste entre lo vez sea así. Más. dónde, a no ser en las que somos y lo que deseariamos ser, sino de grandes urbes, los espiritus extraordinarios ese aburrimiento subalterno, menudo, que recibieron siempre la definitiva, la suprema consiste en no saber cómo emplear las hoconsagración? Lo propio de la ciudad pe ras de una jornada.
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