28 REPERTORIO AMERICANO Página lírica de Francisco Izquierdo Del tomo Medallas. EDITORIAL Hermes. Habana, 1925. Damos al Sr. Izguierdo las gracios por el envio del ejemplar de que sacamos esta antologia Barco a la vista Doña Merencia El semáforo, tipo tienipo de la Conquista, bajo la azul campana su campanita suena, su tintán se entremece en la tarde serena empeñado en decirnos que liay un barco a la vista.
En la calle del Olmo vive doña Merencia.
Doña Merencia es suave, minuciosa, chiquita; pálida y argentada, es una margarita con su si. no. si. no. en perfecta inocencia.
Grandes manchas de opalo, de un verdoso amatista en la comba llanura palidecen de pena.
Surge un lucero, otro. De la rubia colmena las abejas de oro van perdiendo la pista.
Versos de Antonio Grilo. Tiempos de la Regencia y esta dulce señora quieta en su ventanita.
Paz de la calle blanca. solamente le irritá su hermano Luis, su eterno banco de la paciencia.
Para el buen don Ventura, el práctico, en su lancha, parece que el redondo infinito se ensancha.
Nos ponemos un poco, otra vez, a pensar.
Si ella afirma que es claro, él, tenaz, que es oscuro. Este don Luis, que dicen. Mas ella, es quien seguro sabe cuando en las Claras hay novena o función aquel punto que vimos nacer en lontananza es este mismo glauco barco inglés que ahora avanza con suis verdes faroles sonriendo al pasar.
y si ya recibieron seda Las Pericanas.
Lleva al Cristo sui vela y todas las mañanas oye, inuy peripuesta, misa en la Concepción.
Domingo por la tarde El colegio de doña Petronila Domingo por la tarde en el Puerto. La raya del horizonte yergue, luminosa, precisa, el filo de un enorme abanico, que irisa de lentejuelas de oro, la luz cárdena y gaya. Te acuerdas del colegio de Doña Petronila?
Dos docenas de sillas de todas las figuras.
El dos y dos son cuatro eran nuestras torturas.
Mi, novia era Maruca. Tu novia era Camila.
El rectángulo obtuso de una vela soslaya en el azul su breve nitidez de sonrisa; paz, los vivos rebaños de espuma; paz, la brisa; paz, la monotonía orquestal de la playa.
Como el andar de un huso, en el dulce hila, rila constante, las lecciones mecánicas y oscuras cantábamos en frases pueriles e inseguras, En el patio roncaba como un lirón la pila.
Llenan el muelle niños, sus niñeras, soldados, señoritingas cursis, pollos endomingados, provincialismo agudo, mnunicipal fruición.
Dama grave y poética, de noventa y sermón Doña Petra lucía como un rojo botón la verruga del labio que al hablar le temblaba.
Al pasar, en un barco, se ve un viejo marino reflejando en los ojos el silencio calino, sentado a la mornna tocar u acordeón.
Siempre llevaba al cuello un mantón caneloso y era sul cruz a cuestas, yo, en el caton odioso.
La dichosa verruga a mi me desesperaba.
Por la carretera de San Andrés Gotas de paz Mi amigo y yo nos fuimos hoy por la carretera de San Andrés. Es clara: una larga cornisa que al borde de los montes jibosos se desliza sobre la misma espuma sobona y parlotera.
Hemos ido esta tarde a ver los soldaditos hijos del «tercien. firme. en su lugar descanso. El ejercicio fina. Ya se van, como un manso culebrón que se arrastra, al cuartel derechitos.
Una pupila muerta el sol tan sólo espera que el párpado se cierre resignada y sumisa.
Nuestra plática es suave. Caminamos sin prisa.
El silencio anda en todo como si hablar quisiera.
Esta adorada plaza, que opaca nuestros gritos, tiene un color pasiego, de tostado garbanzo.
Quedamos solos. Huele a malvas, a ojaranzo.
Tienen quietud los árboles de tersos monolitos.
Ya es noche. Las montañas se deshacen borrosas.
No hay luna. No hay estrellas. Pasan sombras humosas, vaporcitos, gabarras con sus faroles rojos.
En la Ermita hay novena: viernes, por lo que veo.
Pasan viejo beatas y vueludo manteo de Don Pánfilo, obeso canónigo en agraz. Mi espíritu, él decia, mucho más negro está. Tiniebla, y con faroles. Oh, tus pequeños ojos!
Ve. Camina. Espontánea tu luz se encenderá.
Sus lamentos el Angelus, arrullador y blando, al filo del silencio de cristal va rodando como unas formidables y anchas gotas de paz. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica