REPERTORIO AMERICANO 333 una agua clara.
en la inclinación del terreno para que Los paseos en el Guanacaste sus paredes estén perpendiculares; y son, además, cerca de dos horas de Isa excursión se organizó sin saber La carretera que ha de llevarlo a caminata fatigosa entre la base y la cómo ni a qué horas: alguna frase uno, sale de la ciudad de Santa Cruz, cúspide, dentro de una cinta resqueincidental, cualquier cosa, al claror rumbo al sur, polvorienta durante el brajada, al borde de profundos guinamarilloso de tal cual carbura, sugirió verano y fangosa con los inviernos dos, erizados de raices, troncos viejos, la empresa; y el segundo sábado de inmisericordes de la provincia; atraramas endurecidas, piedras de aspecto este mayo, a las tres de la mañana, viésanla los cauces secos de los ríos volcánico. De este modo, la ascenuna carreta colmada de señoritas, De en medio y San Juan, cargasión al Cerro Azul nombre con que varios ginetes y no pocos peatones, dos de piedras menudas, pulidas por también se conoce semejante prominos reuníamos en la plaza principal el agua que vierte sobre ellas la nencia de los Cerros de San Blas. de Santa Cruz, bajo el sosiego de lluvia, en seis meses del año, hasta se impone a cualquier tenacidad: pero la luna nueva, que apenas se insi desbordarla sobre el camino y los necesario es subir, apoyándose en las nuaba como el filo ligeramente oxi sembrados.
raices, en las piedras, en los picachodado de un alfanje.
Con más de sesenta minutos de nes y no dejar que avancen los deY de allí, ya en charla franca, par tiempo, llégase al pueblecito de San lanteros ni que los retrasados se acertimos hacia el fresco pueblecito de Juan, con sus casucas dispersas, con quen a nosotros. con qué afán San Juan, en donde otras personas su plaza alrededor de la cual se concaminan ellas, en esta dulce penitenagrandaron el grupo, más ginetes, gregan unas cuantas casas principacia del camino, sin menoscabo de su más peatones; y, de este modo, más les: y sobre todo, con aquel su pa intento, como si los invisibles dioses entusiasmo reverberante como norama, en frente, de La Montana, de la selva renovaran continuamente cuyos menores detalles déjanse ver la energia de sus cuerpos!
Con deseos de que el sol llegase con la transparencia de ciertas horas Cuando ya creemos desfallecer, retardado, reanudamos seguidamente del crepúsculo. Las diferentes alturas algunos disparos nos avisan de la la marcha, alegres unos con el jarro emocionan; y alguna reverencia des llegada de los primeros a la altude café negro, otros con el vaso de piértase en nosotros, ante la diminuta ra; diez minutos más y todos, unos leche todavía espumosa. y quien con palmera con que remata el punto tras otros, congréganse de nuevo, al el sorbo de vino reparador. De aqui más alto, congestionado casi siempre pie de un matapalo, a revolver coen adelante fué cuando empezamos de azulosas neblinas.
mentarios. Estamos en un plano hoa conjeturar la seriedad de nuestra Es aqui donde se toman las últirizontal del cerro: atrás, la selva se excursión: pronto desaparecerian las mas medidas de prevención entre los hunde en una primorosa fertilidad carreteras planas, los trillitos de are viajeros. rdanse las carretas, inúti poniendo extrañas alucinaciones en na, los montículos de jocoso declive; les en las próximas veredas; los temeel precipicio; y, en frente, más terriya vendrían la pendiente, la ascen rosos alquilan bestias de los vecinos. torio patrio, nuevas elevaciones del sión alpinesca, la oxidación de los las señoritas desmontan sus polcas y terreno, otras prominencias, bosques músculos. Nos miramos unos a los los peatones se abastecen de ciga y sembrados que, en la diafanidad otros, cual si deseásemos dar con un rrillos y pasas californianas: la ale matutina de la distancia, supónense rostro afligido de antemano; y, asi, gría no por eso mengua; la natura pulidos por esmeriles de alta magia.
cada uno ateniéndose a sus propias leza, en toda su exuberante desnudez, Aqui y allá, vense casitas disemifuerzas, el grupo se alargó por la es algo así como un vapor benéfico nadas. Hacia ellas se encamina el calle amplia, hacia la montaña, en que enardece los espíritus.
grupo en pleno regocijo; y en ellas cuya cúspide, a centenares de metros Siempre hacia el sur, la carretera se le acoge con entusiasmo fraterno.
de altura, lucia una mata. de coyol parte de la plaza del pueblo, alegre, Son familias de agricultores, consasu figurilla de alfiler.
amplia, extensa; pensaríase que la gradas a la naturaleza, la cual, diosa en ese desfile de romeros devo novedad en los semblantes de las inagotable, vacía cornucopias fecuntos de la naturaleza, iban Evarista visitas, vivifica en ella no sé qué das en sus regazos; café, plátanos, Pérez, Maria Alvarado, Rosario Hidal frivolidad primaveral.
hortalizas, monedas; la felicidad de go, María Gutiérrez, Natalia Romero, poco, en las distancias, la aurora Aclao en estos valles arcadienses de Hortensia Villarreal, Joaquina Arrieta, prende gasas de oro fino. El camino la república. En tales cumbres, la Olda y Rosa Bonilla; José Maria se angosta y presenta los primeros dicha está más cerca del cielo.
Vega, Octavio Rodríguez, José Angu. declives; el frescor se acentúa. La Más tarde subimos al pináculo del lo, Ignacio Barahona, Carlos y Ulises fertilidad del terreno es otra, más en cerro, sobre el cual yérguese un coyol, Ugalde, Justo Matarrita, Anibal Mon marañamiento, mejor promiscuidad y visible desde todas las planicies cirtero, Antonio Carmona y el del cuento. un olor a tierra fresca que justifica cundantes de La Montaña. El panoraEl sol nos encontró en los prime la excursión.
ma que desde allí se admira subyuga ros peldaños del promontorio.
De cuando en cuando aparecen en en extremo: cuando el ambiente está algún recodo del camino grupos de limpio de nublados, en uno y otro montañeros, yendo para la via, cuyos punto percibense las aguas del Golfo El punto de nuestras miras, en zurrones muévense con lento isocro de Nicoya y del Océano Pacífico, donde tendría fin nuestro paseo, se nismo, al paso de sus caballejos: dilatándose en una densidad azul raIlama por antonomasia La Montaña. Buenos días, señores. yana en verde; y, en el fondo, como Pertenece a una cordillera que onuna gota de lacre, la isla de Chira dula entre Santa Cruz y Nicoya los emerge en la opacidad de la niebla, Cerros de San Blas. alcanzando en ¿Cuántos metros hay sobre el nivel orfebrerias estas dentro de las cuales algunas prominencias los setecientos del mar? Encuéntrase disparidad en el valle guanacasteco se distiende metros sobre el nivel del mar, pero, los datos existentes a ese respecto; hasta perderse en la bruma con que de tan fuerte declive, que las bestias nuestras geografías, deficientes en ese siempre parecen herrumbrarse las vamismas se sofocan, si no cuando sentido, no dicen una palabra. porosas lejanías.
suben, a la hora del descenso, en el La altura, quizás, no alarme a nadie; Tal fue la excursión. Conocimos cual es difícil sostenerse.
la pendiente, si. Pocos grados faltan un bello rincón de la patria; y en Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica