Repertorio Americano 231 Página lírica de Rafael Maya Del tomo La Vida en la Sombra, Bogotá CMXXV. Algunas rosas del rosal, que son muchas y fragantes y preciosas. Al Antor, gracias, gracias, gracias, por el bello obsequio.
LA VIDA. el alma que quiere seguirla, y prefiere la estrella lejana del atardecer ¡Oh juventud mía!
la muerte, ligera de plantas, espera velarte la faz.
Radia un claro día sobre tu alegría!
Esculpe en la sombra tu sueño de paz.
YO TE LLEVARÉ MI VALLE Vida silenciosa de días iguales. fuente entre rosalescorres sin rumor.
Tu corriente ociosa se aclara de rosa si en tu espejo acaso se mira el amor.
Vida pasajera sin goces ni llantos, con algunos cantos hechos sin razón.
Pero en alma entera por la primavera que siembra sus flores en el corazón!
Vida humilde y pura.
Alegre creencia en Dios, transparencia radial de la fe.
La muerte segura, y en la selva oscura no contar los pasos del tiempo que fué.
Antiguas visiones me cercan: tropeles de ninfas, laureles, mirto pasional.
Guerreras canciones y viejos galeones anclados en golfos de agua musical.
La forma pagana en torno cinendo el vaso en que ofrendo mi vino de sol.
Pero el vino mana de fuente cristiana, y el vaso es cortado de un árbol de Dios.
Luego el preferido paisaje: mi monte, mi rico horizonte mi claro encinar. un ansia de olvido por no haber podido surcar desde niño las rutas del mar.
Vida humilde y buena.
Lucha cotidiana por vivir manana de pan y verdad. el verso que llena la nada terrena de formas que luchan por su eternidad.
Y, ya cuando muere crepúsculo tardo, la fragancia a nardo de alguna mujer.
Yo te llevaré a mi valle Musa del hielo y del pinar, pequeña hermana de los osos y de la aurora boreal.
Yo te llevaré a mi valle desde la gruta de cristal donde arrullo tu largo invierno el viejo lobo paternal.
Yo te llevaré a mi valle que ya se empieza a despertar como un infante entre las gasas de la neblina matinal.
Verás la clara primavera sobre los campos retocar con oro suave y nácar diáfano su leve manto floreal.
Verás la luz que se detiene, como un pastor, a descansar, cuando la flauta va dejando la colina crepuscular.
Yo te llevaré a mi valle para que escuches, en la paz de los collados, la plegaria de la campana angelical.
Está mi valle tan distante!
Ya han empezado a recortar para el establo, alegres mozas el heno tibio y maternal.
Regresará la fiel carreta con el lucero y un cantar en que haya aroma de las breñas y hondo susurro del trigal.
Será la vida alegre y clara y junto al pozo familiar, cual hace un año, las parejas habrán llegado a platicar.
El humo azul de los cortijos irá trazando su espiral mientras la tarde se despide como una nave sobre el mar. Yo te llevaré a mi valle Musa del hielo y del pinar, pequeña hermana de los osos y de la aurora boreal. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica