en quechua informes comenzaba a ser confusa; pedí REPERTORIO AMERICANO 207 pasaron la divina noche. Las gentes que no saben LA EDAD DE ORO no tienen más que ver cómo está vestida la Virgen con el mismito manto de las serranas clavado en el pecho; con el topo de oro y las sandalias, ojotas que Lecturas para niños llaman, en los pies polvorientos, sangrados en las piedras de los Andes. San José vino hasta el tambo al ple de be mula y pidió al tambero (Suplemento al Repertorio Americano) que les permitiera dormir en el pesebre. Todita la noche las quenas de los ángeles estuvieron tocando para calmar los dolores de Nuestra Señora, que no quería llamar a náidenes. Cuando salió el sol sobre Fue en el Perú la puna, ya estaba llorando de gozo porque en en la paja sonreía su preciosura, su corazoncito, su palomita. Era una guagua linda, caray, que la Virgen Aquí nació, niñito, murmuraba la anciana mas como todas las indias quería colgar ya del poncho ticando un cigarro apagado. Ella me hizo jurar dis en la espalda. Entonces lo que pasó nadie podría creción eterna; mas, como ocultar al mundo la alta creerlo, niñito. Lo juro por estas santas. truces que y sublime verdad que todos los historiadores falsifican. Se aconchavaron para que no lo supiera nailas llamas del camino se pusieron de rodillas y bajo denes porque es tierra pobres, mo explicaba la vieja.
la nieve de las cimas como si se hubieran derretido con el calor los hielos del mundo. Hasta el prefeto Extendió la mano resquebrajada como el nogal para indicarme de qué manera se llevaron al niño lejos y comprendió lo que pasaba y vino volando. Cuando nadie supo si nació en tierra peruana. Pero dia la quien lo dice que a la hora del hora se viene derochito seguido por un indio cacique y el rey de los de venir en que todo se cuente, Su tatarabuela, que mandingas, que era esclavo del mismo ano que mi Dios haya en su santa gloria, vió y palpó los piececitos helados por el frío de la puna; y fué una llama tatarabuela. Esos son los reyes magos que llaman, de lindo porte la primera que se arrodilló, como El blapco, el indio y el negro venían por el camino, entre las llamas arrodilladas, que bajaban de las miellas saben hacerlo, con elegancia lenta, frotando la nas con su barrote de oro en el lomo. Hasta los cabeza inteligente en los pies manchados de la pria loy mera sangre. Después vinieron las autoridades. corderos. Entonces, como iba diciendo llegaron los La tres hombres al tainbo y nunca más se ha visto que nuevos un prefeto blanco se ponga de rodillas junto a la cuna de un hijo tlel páis. Nunca en jamás los indios, escandolosa denegación de justicia, en fin, que es vuelto a estar tan alegres como lo estuvieron el más torpe crimen de la historia. Le contare depuerta del tambo, bailando el cacharpari cía la vieja, chupando el pucho como un biberón el Perdóneme, niñito.
fué cosa de los blancos» santo niño. Ya los mozos de los alrededores No podía sorprenderme esta nueva culpa de mi ban trayendo los pañales de lana roja los raza. Los blancos somos en el Perú para la gente de tos de colores y esos cascabeles con quo a.
color responsables de tres siglos injustos. Vinimos de las llamas en las ferias. cuando llegó el prefeto la tierra española hace mucho tiempo y el indio cayó con el cacique y el rey de los mandingas, todos aterrado bajo el relámpago de nuestras espingardas. callaron, temerosos. cuando el blanco dejó en braDespués trajimos en naos de tres puentes, del Sena zos del niño santo la barra de oro puro, nuestro gal o de allende, con cadena en los pies y mordaza amigo sonrió con desprecio. cuando los otros en la boca, las piezas de ébano, como se dijo avanzaron gimoteando que no tenían para su amito entonces, que bajo el látigo del mayoral gimieron y y señor sino collares do guayruros y esos mates de murieron por los caminos, colores en que sirven la chicha de jora y las mazorTambién debía de ser aquella atrocidad cosa de cas de maíz más doradas que el oro, Su Majestad, blancos, pues la pobre india doncella, aseguraba la como le estaba diciendo, abrió los bracitos y jabló.
vieja, tuvo que fugar a lomo de mula muy lejos, de La mala gente dirán que no podía jablar entuavia: lado de Bolivia, con su esposo, que era carpintero, pero el niño Dios lo puede todo y. Si supiera, niñito, las lindas maderas que trujo de mandingas le oyó clarito estas razones: El color no por alli mi compadre Feliciano!
te ofende, hernano. Entonces un grito de contento El relato de la negra Simona comienza resonó hasta los Andes y todos comprendieron confuso, que es menester resumirlo con sus propias ya no habria amos ni esclavos, ni tuyo ni inío, sino palabras: Gobernadh entonces el departamento que todos iban ser hijos parejos del anno divino un canalla judío como los hay tantos hoy día, niñicomo habían prometido los curas en los mes La to; uno de aquellos que hacen trabajar a los hijos vara de San José estaba abierta lo mismo que del påis pagando coca y aguardiente no más. Si so los floripondios, y los arrieros que llegaban dijeron niegan se les recluta para el ejército. Es la leva, que los blancos gritaban en la casa del cura, con el que llaman. Fué asi como obtuvieron aquellos indios látigo en la mano. Sin que nadie supiera cómo ni que le horadaron el pecho al Santo Cristo; pero esto qné manera, en menos tiempo que dura una salve.
fue más tarde y todavía no había nacido aquí.
se llevaron al niño en Agaunos serones, poniendo al rró y mandó el prefecto que los indios no salieran otro lado chirimoyas para que hicieran contrapeko.
de cada departamento, mientras en la tierra vecina La Virgen y santo Esposo iban detrás cojeando otro que tal, hereje y perdido como él, no quería con el sepo en los pies.
que tuvieran hijos porque se estaba acabando el maiz desde aquel tiempo, ninito, nadie puede hablar en la comarca. Entonces se huyeron, lomo de del estropicio en la provincin sin que lo inanden mula. la Virgen, que era indiecita, y San José, que mudar a chirona. Pero todos sabemos que Su Majesera mulato, Fué en este tambo, mi amito, en que tad murió y resucito después y se vendrá un dia por en la pero rey de los a ser tan que sermones. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica