Repertorio Americano 47 De los poemas pesimistas (Yo soy MARIA ESTUARDO)
selva que le hablaban con voces de sibila evocadora: alimentos, armas, remedios, dioses y leyendas. no conviene olvidar que los sentidos del salvaje son más perfectos que los nuestros. Hay en la Mongolia, al Norte, tribus que ven a simple vista los satélites de Júpiter (Pallas, Ribot. El guaraní veía la larva del anchilostoma duodenalis perforando el integumento del pié (pi sebol, gusanillos de los pies. siglos antes de que cierto sabio, en. Egipto, la sorprendiera en esa donosa operación, a fuerza de microscopio, y no hay. campesina, instruida por la tradición, desde el coloniaje, que desconozca el poder vermífugo del genopodium, otro descubrimiento muy parecido al del sabio del microscopio.
Y, experiencias aparte, la intuición pudo revelarle al hombre primitivo verdades de orden trascendente, intuición en que acaso no se ha insistido lo bastante. Aguja imantada de la especie, en el laberinto biológico!
Es maravillosa, metafísica. Es percepción en un estado psiquico diferente de lo que llamamos inteligencia, visible en la extraña ciencia del himenóptero, verbigracia el spher, que sin saber anatomía, hiere con sus puñaladas infalibles los centros.
locomotrices de sus víctimas al solo efecto de paralizarlas.
Voluntad, dice Schopenhaur, que empuja a la tortuga, al romper su cascarón. hacia el agua que no ve! y guía al gran Pavón, en su orientación sexual, a la campana del entomologo donde está cautiva la prometida de su destino, o alza a la valisneria spiralis del fondo del Ródano, al nivel de la corriente para recibir en el polen ansioso el beso heroico que dice Maeterlinck, o volver a su mansión azul, llevando en el temblor de ese beso el genio de la especie. Se trata de un estado magnético igual al del sonámbulo profético, clarividencia más desarrollada en ciertas razas virginales que en las gastadas por la civilización, perentoria afirmación de Hegel en su Filosofia del espiritu, 407, El citado Maeterlinck, el poeta de los enigmas inquietantes, parece ponerse en la verdad cuando inculca que la esfinge qne el llama. El huésped Desconocido. intuición inspiradora y mucho más, reveló a ciertas razas primitivas sorprendentes secretos terapeúticos. Dicididamente «hay en el hombre cosas más profundas que su pensamiento. MANUEL Dominguez Me pondré mi vestido negro de terciopelo, mi vestido de cola trágicamente larga, ahora que es un cielo sin estrellas, mi cielo y una carga de pesos redoblados, mi carga.
Yo soy María Estuardo, perros innumerables me ladran, soy el vaso de la amargura plena, mudas hoy para siempre, las voces deleitables de mi querida Francia, de mi dulce Lorena. como ella protesto. diciendo: Reina ungida yo soy y con derecho, soberana Señora; tejeré con hilos deshechos de mi vida un pañuelo dę signos; y a Sor Luz de la Aurora le diré. Buenos dias! mi muy querida Hermana, siempre tímida, monja de siete velos, fiel.
discipula de Cristo, vale mas tu mañana que los ojos nocturnos de mi prima Isabel. Me pondré mi escofieta, la que tanto recelo inspiró a Catalina de Médicis mi suegra. y a manera de frailes dominicos, mi velo blanco sobre la noche de mi túnica negra.
Me pondré mi escarcela de encajes, nubecilla del cielo de mi esposo Don Francisco Segundo, tímida vela blanca de mi frágil barquilla para cruzar los mares amargos de este mundo.
Me pondré mi collar de perlas candorosas y deslumbradas, como los cuentos de camino.
en un mes, cuántos viernes, semanas dolorosas van con la cruz a cuestas. Son reflejo divino de la pasión de Cristo, mis perlas deslumbradas.
El collar de la Reina, el collar de las fiestas tiene las aguas vivas, profundas y encantadas de las siete palabras y de la cruz a cuestas.
Es ella matutino cielo de primavera, de mí, dicen que dijo nuestro Pedro Ronsard; hoy diria qué noche más larga, sin manera y qué invierno más pleno de llorar y llorar.
El hacha, doce varas, verdugos y tiranos innumerables. Reina de las flores de lis. y víctimas que pasan abatidas las manos y pecados; en Londres, Edimburgo y París.
Me pondré mi vestido negro de terciopelo, mi vestido de cola trágicamente larga, ahora que es cielo sin estrellas, mi cielo y una carga de pesos redoblados, mi carga.
Vespèral Esfumáronse los últimos destellos de. una. diáfana tarde de verano.
que tenía el mismo color de tus cabellos y la dulce tristeza de tu piano. Aquietose el ramaje en la presencia de vagos aromas vesperales, que me hablaron de tu larga ausencia: y de tus dulces ojos astrales.
Mientras al caminar evocaba tu silueta. delicada, espiritual y fina en mis manos se prendió la inquieta sombra, con agilidad de serpentipa.
Allá muy lejos, se aclaró la montaña al asomar la luna. yo senti una profunda emoción extraña y; el deseo de tejer una estrofa para Ti.
CLARA DIANA San José, Costa Rica, 1924. PALLAIS, Presbítero.
Leon, Nic. 12 de Enero de 1925.
Doctor CONSTANTINO HERDOCIA De la Facultad de Medicina de París MEDICO CIRUJANO Enfermedades de los ojos, oidos, nariz y garganta. Horas de oficina: 10 a 11. 30 a. y de a 5, contiguo al Teatro Variedades.
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