118 Repertorio Americano. Carta usted pretendió poner a perseguir mi sombra. Usted, señor, está en posición harto visible, y fácil es que al Sr. Secretario de Educación Pública, alguno de sus actos, que alguna de sus palabras sean mal comprendidas, y entonces, jay de usted! la caSyracuse, 29 de Marzo de 1925.
calumnia reptará, tanto más escondida, cuanto más ponzoñosa, hasta alcanzarle y atosigar sus días.
Señor Secretario: ahora, con reposado ánimo, diga usted, señor, Dos veces alta es la posición de usted. Es Secre si pudiese usted probar a satisfacción de juez insostario de Educación y lo es de un prócer de la Re pechable, que por fabulosa suma de dinero a una pública. Alce usted su entendimiento a la altura de compañía petrolera yo vendi la República, esto es, su posición doblemente alta.
su Congreso, su Ejecutivo y sus tribunales, desde la Cuando fué usted a la Cámara a pronunciar un Corte Suprema hasta la última alcaldía; si comprodiscurso que si bien no daba lustre a su nombre, base usted que por no menos fabulosa suma yo vendi tampoco desdecía de cuanto pudiera esperarse de a Alemania o a sus agentes. la autorización para una persona que había desempeñado la cátedra de izar bandera costarricense en un barco destinado al lengua española, cruzó acaso por su mente el des transporte de contrabando de guerra; si comprobase venturado pensamiento de que sus palabras habían usted que yo concebi, inspiré, aconsejé, financié y de ser sacras y de que nadie sería osado a discu dirigi la revolución de 1917; si comprobase usted que tirlas? Tal parece confirmar su respuesta a mis ob acepté el Ministerio de Instrucción Pública, no para jeciones.
prolongar la vida de instituciones que yo amaba, sino ¿Cómo ha podido escapar a su inteligencia que para enriquecerme al amparo de la tiranía que yo descendiendo tanto como ha bajado usted me con aconsejaba y exaltaba a sus mayores excesos; si fiere un poder incontrastable sobre su persona. no averiguase usted que mi sueldo entonces fué supese ha dado cuenta de que ahora sé que puedo en rior al suyo de hoy, si confirmase de fedante. modo cualquier instante desplegar una manta roja que le que yo violé todas las leyes humanas. habría comhara perder el sentido y darse de cabeza contra el probado con todo ello que esos programas de edumuro? Pero no haré tal, señor Secretario. Es ya bas cación primaria son inadecuados a la nación a que tante con caída de semejante altura. Ascienda de se destinaron. Habría demostrado con todo ello su nuevo a su sillón y escuche: capacidad para mejorar esa obra que comprendía los Sirvanle a usted los yerros de mi obra para el más serios y sólidos progresos de una educación despliegue de su talento y su cultura; para su edifi integral?
cación, los de mi vida. Nada mermará a la pujanza Señor, los veinticinco años de estudio de que usde sus futuras concepciones la templanza de su pa ted se gloria no aparecen todavía en sus escritos.
labra. Mas si aquellos que usted juzga yerros, en su Es usted leve arista a la merced del soplo de su opinión fueren además daños mortales, entonces, se cólera y yo soy dueño de su cólera! Soy amo de for, en brasas de indignación encienda su voz para sus tempestades. Sé que con mi palabra puedo desdestruirlos por el fuego. Para este remonte no le em atarlas en su interior, hacerle perder la cabeza, propezca la indignidad del adversario. Bastele el respeto nunciar palabras insensatas. Sé, siento que la lucha de sí mismo, bástele el recordar cuántos hombres es desigual; que debería ponerle fin aquí, si no fuese honraron la posición que hoy le honra a usted. que hay un puñado de juventud que reclama mi paNo descienda. Sea usted por la gentileza de su labra. ella, pues, habré de dirigirme.
espiritu, por el ademán caballeroso, por la fulgurante si usted tuviese más que responder, sea con el argumentación el primero entre los maestros que acento. alzado de quien ama las cosas del espíritu, ahora van oirle con atención curiosa, quizás reverente. con palabra ardiente, si gusta, pero luminosa, ya porPues qué. Le viene a usted el recuerdo de aquel que la haya desentrañado de las montañas de oro otro maestro que hizo uso del látigo. Suéltele usted del Pensamiento eterno, ya porque la vista con la y hágalo reverberar contra el dictador intelectual de túnica de luz que a la verdad confiere la belleza otros días; que restalle sobre sus espaldas lejanas; inmortal.
pero hágalo usted con la donosura, con el ingenio riente o la comburente intención de aquel sutil fusR. BRENES MESÉN tigador de dictadores que consumó las Catilinarias y la Mercurial. Ha olvidado usted que el obispo Señor don Napoleon Quesada, Secretario de Educación Pública, Ordóñez se atrevió a condenar los Siete Tratados San José, Costa Rica, de Montalvo, como yo me he atrevido a censurar pasajes de su discurso? El noble ecuatoriano se subió a los montes de su ira y tronó contra el obispo. Qué truenos los suyos! Bajó a las llanuras. y echo a correr los potros de sus cóleras. Mas que bello galopar aquel. Cascos de oro en llanuras de bronce!
Aparte de sus labios la malsonante trompeta con que usted ha querido convocar sus muertos a resurrección de carne. Ni usted tiene aliento para animarles ni poseen ellos espíritu de vida para levantar sus cuerpos. Vuelque usted sus últimos veinticinco años de cultura sobre su patria para bañarla en luz, en vez de pretender galvanizar todas esas larvas que Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica