Violence

REPERTORIO AMERICANO zii La jira maravillosa de Faithful UÉ podríamos hacer para que se nos conozca mejor en Europa? En Europa se ignora la vida argentina. Pertenecemos para el europeo a la confusa geografía de América, a ese Continente fantástico que se extiende, como una isla tórrida, entre los dos océanos y que se abanica al viento con las hojas de sus palmeras.
Eso me dijo nuestro secretario de Legación en Copenhague, que se halla en Buenos Aires en uso de licencia y a quien me había en. viado el ministro de Relaciones Exteriores para pedirme que colaborara en un plan de propaganda en el extranjero. El joven diplomático, después de apretar con maestría su cigarro oficial, algo rebelde al tiraje, continuó desarrollaudo su tesis. El incremento del intercambio con las grandes Naciones del Viejo Mundo se ha intensificado considerablemente desde 1914. pesar de eso se nos ignora como antes de la guerra, como antes de 1890, cuando éramos una pequeña República, y nos diferenciábamos apenas, por la violencia de las luchas internas, del nebuloso núcleo colonial. Lo demuestran los libros que se publican sobre el pals. Usted habrá leído el manual de historia de Maurette. Maurette es un prestigioso profesor de Paris, especialista en estudios históricos, y bien: en su reciente volumen, que sirve de texto a los alumnos de las escuelas de rancia, nos atribuye guerras que jamás hemos sostenido, y asegura con su palabra, llena de autoridad universitaria, que somos un pue.
blo de pieles rojas. Es inútil que nuestros embajadores y nuestros ministros den fiestas a las que asiste la aristocracia de cada capital. Ven a los argentinos irreprochablemente vestidos, que bailan con una soltura que da vértigo, y, sin embargo, no se convencen de que un pais que tiene representantes de tal distinción es igual a los países de antigua cultura. Creen, sin duda, que nos disfrazamos de europeos para viajar.
Nos ven en su imaginación como una tribu que vive en chozas, a la orilla del río, y que de noche, a la luz de la luna, celebra sus ritos rústicos junto al vivac en que se tuesta una res. Por fortuna, la visita de los principes contribuirá a qus esa leyenda empiece a desvanecerse. Humberto de Saboya y Eduardo de Windsor contarán, en Roma y en Londres, lo que somos en realidad.
Han visto a Buenos Aires en el esplendor mareante de las recepciones. y han tenido oportunidad de recorrer algunos lugares de a sí mismos, han creado sus industrias, sus artes y su ciencia.
Convencidos de que no necesitan del concurso de los demás, porque ese concurso sólo se solicitaba en esos siglos para llevar a efecto empresas destructoras, se educaron en el sentimiento orgulloso de su suficiencia. No obstante eso, la civilización ha internacionalizado a esos pueblos, no tanto por la prédica de los hombres generosos que aspiraban a una vida menos cruel, como por las nuevas exigencias y las nuevas esperanzas de absorción, que han determinado en los espíritus dominadores los elementos que la civilas provincias. Tengo la certidumbre de que lización iba acumulando. Cómo podemos su testimonio sorprenderá al público euro pretender nosotros que nos conozcan más peo, que acabará por instruirse en los asun de lo que nos conocen? Los pueblos no se tos argentinos, sobre todo si le ayudamos difunden en el mundo por lo que son efec.
con una difusión hábil de los conocimientos tivamente, sino por la forma en que gļavique nos favorecen, que revelan nuestro pro tan en el desenvolvimiento de la hutnanigreso y nuestro bienestar. No cree usted dad. para gravitar sobre esa masa opaca que seria conveniente exhibir en París, en que es la humanidad es necesario, no ya la Londres, en Berlín, en Viena, películas que obra civilizadora, lenta, continua y profunreflejen el adelanto de Buenos Aires? Si da, sino el transcurso del tiempo. Somos vieran, por eiemplo, los edificios de nues un país sin tiempo. Hemos hecho más; tras Pacultades, las casas del barrio norte, para el Continente y para el mundo, que los interiores de los principales palacios, muchas naciones ilustres. Lo sé, pero lo se darían cuenta de que no somos lo que hemos hecho en una rápida centuria. Comsuponen, parada con esa centuria, la tradición de Encendi el cigarro que me ofreció mi cualquier aldea de Europa, de cualquier visitante y le contesté en un largo discurso. municipio de Inglaterra o de Italia, es de Le dije: una vejez inmemorial. No hemos sorpren No es primera vez que oigo esas dido a la tierra con ninguna de esa brutareflexiones. Le confieso que participo de su lidades gloriosas de que se entreteje la asombro penoso ante la inconmensurable poesía épica de la historia. No hemos invaignorancia que muestra el europeo en lo dido puebios, no hemos destruido ciudades, que se refiere a la existencia de los países no hemos ahogado en charcos de sangre a americanos. Pero esa ignorancia nos asom familias humanas. Dónde hemos estado nos.
bra porque se relaciona con nuestros inte otros cuando Europa, ebria de ideal mistireses y porque disminuye en cierto modo co, desoló las fértiles regiones que condunuestra personalidad moral. La América no cen al Asia para rescatar el Santo Sepulcro?
es lo único que el europeo ignora. El eu ¿Dónde hemos estado nosotros cuando Europeo ignora lo que está fuera de los limi ropë se civilizaba a través de seis siglos, tes de su territorio nacional. Los europeos en medio de matanzas abominables. Hemos se ignoran reciprocamente. Ningún francés desencadenado guerras para sostener un posee nociones geográficas precisas de Ita principe contra otro principe? Nacimos un lia y serán muy contados los ingleses que buen día al amparo de una idea sensepan lo que se produce en el Mediodía cilla la idea de la libertad y nos hemos de Francia. Eso se explica. Se trata de puesto a trabajar, confiados en nuestros pueblos de historia milenaria que han brazos, animados por la energía con que dado ya las rutas de sus propias conquis nos nutre el suelo que aramos. Somos un tas, el camino de los bosques de donde pueblo tranquilo de vaqueros y de labrasalieron para establecerse donde están y dores, y aprovechamos lo que los demás donde han formado sus lares, sus costum pueblos han elaborado en sus interminables bres, sus idiomas. En las edades de comu períodos de odio y de inquietud. Durante nicación difícil y en que la guerra, o sea los siglos espesos de carnicería, el hombre la agresión para el saqueo, constituía el europeo concretó la cultura, se perfeccionó único medio de aproximarse, se han bastado en las ciencias, reconstruyó con fatigosa Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica