Repertorio Americano 349 Página lírica de Agustín Acosta MISERERE EL SALVADOR PERFUME Dadme el hacha: me siento leñador de ideales.
Hay que cegar los pozos. Hay que tronchar los árboles.
Maldita el agua negra de los bosques en sombra.
Jugo de las mandrágoras. Cáliz de las ponzoñas. Se quedó sola entre la hierba, herida por el tiro certero. En vano el hábil perro de caza lo olfateaba todo.
La avecilla allá abajo, acurrucada, por un maravilloso mimetismo, con la hierba oh qué bien. se confundía.
Nada valió que el perro se esforzara en hociquear desesperadamente: no pudo hallar a la paloma herida! Maldito el árbol grande de ramas retorcidas, de donde cuelgan, pálidos, los frutos de la envidia.
Maldito sea todo cuanto en el mal prospere.
Maldito sea. alguien me dice: Miserere. CIVILIZACION ¿Cómo falló el sentido del olfato al dogo magistral, a tanto precio para esa horrible búsqueda pagado?
Asesinos. Pensad que entre la hierba, puestas por el Señor, flores había.
Flores que sirven para los altares, para que se coronen las mujeres, y para que los perros auxiliares de vuestra crueldad pierdan la pista.
Verano: el cielo gris acusa tormentas.
Aire de bosques mojados a mis pulmones llega.
Las flores tienen más color.
El viento tumba los frutos.
ESPERANZA Por la noche los perros ladran a las sombras en los conutcos.
El sol me dió un azote continuo hora tras hora; después, el mismo sol me fabricó una sombra.
Una caja civilizada aborta el alma de Caruso.
Amor me dió un dolor intermitente y hondo, y ese dolor me puso dulzuras en los ojos.
Todo tiene en sí mismo su consuelo y su gloria, del mismo modo que la noche trae la aurora.
TORRES DE HUMO.
Humo en el campo: hagámonos la ilusión de que es nieve.
Hay un solo remedio para todo: esperar; todo lo nuestro, todo, en nosotros está.
Humo en el alma: hagámonos la ilusión de que es fuego. PROTESTA VITAL EL DIVINO PUDOR. Para qué más arriba. Para que no me vean. Para qué entre la sombra. Para que se me desconozca.
Muere, oh árbol, la última voluntad de tus hojas, en esta parodia de invierno, y ya la dulce gracia del nido desalojas, que más que tú será prolifico y eterno.
No obstante, allá en tu rama más débil y ligera, como una protesta vital, un serpentino junco se enrosca a la manera de la sierpe del pecado original. yo pienso. Oh Dios mio! Si al árbol quitas vida. por qué le dejas la virtud de protestar en símbolos de vida y en amagos de juventud. Envio del Autor. Jaguey Grande. Cuba. Para qué lo que nadie entiende, lo que nada se comprueba. Yo no soy un vulgar matemático: yo soy un poeta. No ves que blanden la sonrisa como una espada traicionera. No saben nada de la vida y de la muerte nada esperan. si tienen razón aquellos que niegan tu clara visión. No digas eso. Los que niegan jamás han tenido razón. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica