Lenin

Repertorio Americano 283 Las primeras poesías yo te imagino sabio, con un divino cuerpo de mármol palpitante, Hogar sencillo, pero acomodado, donde no preoque arrastra, como nn manto regio el peso del Tiempo.
Invierno, yo te amo y soy la Primavera.
cupaba el logro de más bienes materiales, dábase Yo sonroso, tú nievas: enorme importancia a lo espiritual. De ahí el entu tú porque todo sabes; siasmo con que la señora de Agustini, más com yo porque todo sueño. prensiva por mujer y por hija de artista, alentó los. Amémonos por eso. Sobre mi lecho en blanco, primeros balbuceos literarios de la niña. El esposo la tan blanco y vaporoso como flor de inocencia; secundaba pronto. El trato entre aquellos seres era como espuma de vicio, cordial, exquisito. Delmira, aunque con poco orden, Invierno, Invierno, Invierno, leía mucho. Dominaba el francés a la perfección.
caigamos en un ramo de rosas y de lirios.
Aquellos tiempos con no estar muy lejanos diferian harto de los actuales, pues la mujer montevideana, La señora de Agustini, arreglando la casa, de punen general, salía poco a la calle. Los transeuntes tillas para no despertar a la «bella durmiente. sufría veian por las tardes a la madre y la hija abrazadas, y gozaba con el divino tormento de su hija. Qué en el balcón. Este amor por la madre se descubre versos habría compuesto aquella noche. Cuando, en unos versos admirativos que Delmira Agustini al fin, los pasos de Delmira sonaban triunfales en el escribió, para un álbum, cuando tenía once años. cuarto, la madre, embebecida, aguardaba la aparición. iOnce años. nótese bien. Por fin salió el sol. la colmaba de besos. Parece que el hacer poeCuando abriendo tu boca perfumada, sías fué en la gran poetisa una cosa espontánea.
la voz dulce y perlada Cuando los padres descubrieron los primeros versos, de tu bella garganta haces brotar, en voces de sirenas ideales, sorprendíanse: y en arpas de sonidos celestiales. Tú has hecho esto?
a mí me hacen pensar.
Si. cómo no decías nada?
Cuando miro tu cuello alabastrino La niña se sincero: y tu cuerpo divino.
que al de Venus, la diosa, ha de igualar. Porque yo pensaba que esto era una cosa que del mármol la blancura, hacía toda la gente.
y del cisne la olímpica figura, Se recuerda su temprana afición a las. palomas, me haces recordar.
a las que había escrito la primera poesía que des. Cuántas veces, ligera como un hada, cubrió la familia, teniendo la niña siete años. los te he visto yo ocupada diez, con la pasión por las flores, hizo esta página en las dulces tareas del hogar; y entonces a mi madre, que va a ser incluida en El Rosario de Eros, libro y a Carlota, de Werther heroina, singular que, con toda la producción que había queme has hecho recordar.
dado inédita, está imprimiendo el editor Maximino Garcia: La adoracion de la señora de Agustini y su hija fué tan grande siempre que, cuando se casó Delmira, Hay belleza en el lirio inmaculado, el esposo de ésta le reprochaba. Parece que estude majestad emblema; vieras enamorada de tu madres. llegó a tener cehay belleza en el cáliz nacarino de la blanca azucena; los de la señora, no descubriéndole a la joven ninhay belleza en la rosa purpurina gún galanteador. La señora de Agustini correspondía y en el albo reseda; bien a aquella pasión filial. Velo siempre el sueño de hay belleza en la nitida corola la niña, máxime cuando, ya consagrada poetisa Delde la nívea camelia; mira, despertábase tarde, pues sus, poemas los hacía hay belleza en el pálido junquillo y en la suave diamela; en la cama, apoyando las carillas en la mesa de luz, hay belleza en el triste pensamiento durante altas horas de la noche y aun de madruy. no hay flor en la cual no haya belleza; gada. Estos insomnios han quedado magníficamente pero hay una que es flor entre las flores descritos en sus versos. mejor que, en ningún con ser la más modesta, otro poema, en su Nocturno, que és una obra maestra: una flor de fragancia incomparable, delicada y pequeña, Fuera, la noche en veste de tragedia solloza, una flor que en un lecho de esmeraldas oculta su belleza, como una enorme viuda pegada a mis cristales.
Mi cuarto.
una flor que un encanto misterioso Por un bello milagro de la luz y del fuego, en su cáliz encierra, mi cuarto es una gruta de oro y gemas raras: un encanto ideal, indefinible, que no hay flor que contenga, Tiene un musgo tan suave, tan hondo de tapices, una flor, para mí, como ninguna, y es tan vívida y cálida, tan dulce que me creo dentro de un corazón.
una flor que se llama ila violeta!
Mi lecho que está en blanco, es blanco y vaporoso En esta página que, como decimos, fué escrita a como flor de inocencia, los diez años, y que va a ir ahora a libro por pricomo espuma de vicio Esta noche hace insomnio; mera vez, asombra la precisión de los adjetivos.
hay noches negras, negras, que llevan en la frente Hay que creer, como advertía Salvador Rueda, que de sol.
Delmira Agustini tuvo siempre la intuición del lenEn estas noches negras y claras no se duerme.
guaje. yo te amo, Invierno!
Violetas, y un ramo de junquillos, fueron las floYo te imagino viejo, res que perfumaron su ataúd. No porque las eligieran una rog Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Univetsidad Nacional, Costa Rica