346 Reper torio Americano con la rigidez; desinterés olimpico; abnegación reguliana; perseverancia benedictina; justicia y bondad; modestia, humildad y mansedumbre; vida ejemplar, que, si mórbida y ondulante, como una espira, en pos de la belleza y la plasticidad, es recta, acerada, recalcitrante, en pos de la verdad y el bien.
per, contradicción viviente fúcar y bohemio y misterio andante, por ser «uno en tres y tres en uno» músico, literato y jurisconsulto; allí Alberto Secada, el polemista imperterrito, la péñola rasante, el verbo cálido y pleno de brio; allí Luis Ulloa, matemático y poeta, espíritu múltiple, bipotencia creatriz para la ciencia y para el arte; allí Elías Alzamora, becqueriano ardiente; alli Dionisio Ramirez, el despreocupado, el filósofo, poco menos que raido pero alma repleta de ciencia y de luz, como sus viejos polvorosos libros; alli Carlos Romero, el erudito, el bibliófilo experto, el investigador fecundo; alli Mendiguren y Moncloa, Castor y Pólux del primer Olimpo; allí Ernesto Rivas, el glorificador tendencioso de Nuestros Héroes; y Victor Mantilla, cantor desconsolado de La Cautiva; y Nicolás Augusto González, en quien el foco genial palpita ahogado en el oleaje de una indominable facundia y de una improvisación febril; y Miguel Urbina, el declamador inimitable, a quien el Maestro, nervioso y tímido en medio de su pujanza, confia siempre la pública lectura de sus épicos estallidos; y Gamarra, representante de la generación literaria antecedente, reclamando para esta la estimación y el homenaje que supo conquistar para sí mismo, y Luis Enrique Márquez, el «Precursor. y Carreño Dehesa, vás.
tago de héroes: y el regocijado Blume, experto, como ninguno, en el «ridendo corrigere. y Martinez Izquierdo, y Barriga Alvarez, y Aernán Velarde, y Neptali García, y Ugarte, y Revoredo, y Ríos, y Meza, y tantos otros, que hoy duermen poco menos que olvidados en temprana tumba. en medio de todos, el MAESTRO Fuerte y sano, sereno y majestuoso como una cumbre; albo y róseo, como la helada diadema del Huascarán, tinta en los tonos del crepúsculo; amplia frente, despejada como el Océano, y, como el Océano, plegada y tempestuosa a veces; ojos azulados y bondadosos, pero penetrantes como daga en la exploración honda y secreta de las almas, o flamigeros como el rayo, si encendidos por la santa indignación que le causa el vicio, la abyección, la cobardía, el fanatismo y demás humanas miserias; voz profunda y varonil, aunque velada por la benevolencia o por la humildad, que hacenla resonar como viniente de luengas lejanías; nariz firme, mandíbula angulosa, signos de indominable voluntad; suave sonrisa, sofrenada por recóndito desencanto; boca grave, labios enérgicos, que, como los de Cristo, jamás dilatáranse en descompuesta risa, ni menos desfiguráranse con la carcajada de los necios; modesto y hasta tímido; corto en las palabras; cauto en las respuestas; locuaz en ocasiones; pero, por lo general, silencioso y concentrado: tal el Maestro del selecto núcleo, su eje, su centro, su destrón y su lumbre!
Quizá si en muchos años aún, no se palpe la perfumada floración del sano germen desparramado en el surco por el sembrador. El, con todo, rebotará algún día, como el hilo de la fuente riscosa, colgado de la alta sierra, que allá abajo es catarata hialina y sonora, música de la pradera y dispensadora de fuerza y vida.
Juzguen otros más capaces al Maestro y detallen su obra.
Abrumados por la nueva de su caida, nosotros no tenemos tiempo ni serenidad para dedicarle la magna ofrenda que le es debida, y apenas si alcanzamos a rendirle este recuerdo; siempreviva sin presunciones, lanzada en la soledad, la lobreguez y el rudo desencanto de la nueva tumba que se ha abierto.
Quienes le oímos y le amamos, sentimos la frigidez del horrendo vacio.
Cayó como había vivido: yendo al sacrificio por el deber; en pie, como Vespasiano; sin un quejido, como Leena; erguido, como esas puntas que el rayo busca y calcina de preferencia.
Discutido por algunos; odiado de nadie; y apreciado, respetado por todos, su figura, como el sol agonizante, se magnifica y reenciende en brazos de la extinción final, dolorosa y eterna; y, asi, hundido en las profundidades de extranos horizontes ignorados, rompe, con todo, en llamaradas y chispeos de gloria, como ese otro que, al eliminarse entre el religioso silencio y la melancolia de las primeras sombras, concita en el firmamento el sublime incendio de la tarde.
GERMÁN LEGUÍA MARTINEZ una Lima, julio de 1918.
NOTICIA. Nacid González Prada el de enero de 1848.
Murió el 22 de julio de 1918.
La fotografiu que hoy damos de él, se tomó en 1915 y es muy valiosa, porque González PRADA NO dejaba que que lo retrataran. Envío de don En el estupor y anonadamiento del desastre, su verbo fue toque de llamada a nuevas bregas y energias. Su frase, en bloques ponderosos y rotundos, como ésos que sobre el mitológico muro amontonaranse al son y compás de la orfeana lira, echó los cimientos de la patria del porvenir, ésa que, en tiempos no remotos, han de modelar los pósteros, como él la quiso y la pensó en sus ensueños de iluminado, en sus anhelos de peruano, en sus visiones de patricio.
Erudito, pensador excelso, lidiador atlético; prosador pujante, lapidario, especie de Fidias de la cláusula; herculeo demoledor y, a la vez, reactor y orientador supremo; gran suscitador de enmiendas y esperanzas; creador de impulsos y de estímulos; encendedor de ideales; revolucionario audaz y trascendente; nervio vivo, tenso, descarnado; pluma concisa, nítida, centellante: algo así como alfange vibrador que rasga y hlere, y simultáneamente nutre y cauteriza: hombreejemplo, hombre sinbolo, en que bullen y relampaguean cien virtudes: sinceridad diogénica, hasta crnel; austeridad que frisa Quien hase refiere a bla de la una empresa en su género, singular en Costa Rica.
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