Democracy

140 Repertorio Americano han repetido, privándola de virtud indígena, una mera imita.
Cada uno de nuestros pueblos tuvo su héroe local, su ción o caricatura cisatlántica de la Revolución francesa. Ambas héroe propio, su héroe vernáculo que, apegado al terruño, no tuvieron, es verdad, principios comunes, o más bien la nuestra traspaso jamás los linderos de la patria. cada uno de nues adoptó principios de la extraña. Pero esos principios comunes, tros pueblos tuvo también su héroe, de aquellos de raigamal cambiar de escenario, cambiaron de importancia, y trascen bre andina y conciencia americana que salvaron las fronteras dencia, de tal suerte que las variaciones impuestas por el con impetu generoso. Reclama uno la estatua egregia; otro el cambio, concluyeron por hacerse características, dando a nues busto hecho de bronce, o de mármol, o de ingenuo barro natra revolución fisonomía y originalidad propias. No era lo tivo; otro, por último, simplemente, un nombre inscrito con mismo proclamar los derechos del hombre en el seno de una caracteres diuturnos en la austera sencillez de una lápida. sociedad como la francesa, de unidad casi perfecta de raza, todos, unos y otros, caben en un solo panteón, que es patrique proclamarlos como Nariño y otros proceres en el seno monio de gloria común a los pueblos de América. La gloria del inmenso imperio español, en el seno, sobre todo, de la de cada uno de ellos, aun la del más obscuro, se refleja con sociedad de nuestra América del Sur, donde intimamente con orgullo de familia sobre la frente de las otras patrias. cada vivían y unánimemente aspiraban a derechos iguales tres una de nuestras patrias debe rendir a los héroes de las otras el razas diversas. La presencia de un hombre de otra raza, de homenaje de su veneración y su respeto. Uno mismo fué el un hombre de color, en el seno de la Convención francesa, ideal que ellos, por nosotros, persiguieron, y unos mismos no pasaba de lo pintoresco y teatral, de ser una nota pro deben ser el homenaje y el tributo. a cada uno, según sea picia al desbordamiento lírico de políticos y oradores. Lo que o se crea de justicia. Pues muy bien podemos reservar las allí era un vano juego sin consecuencias, la ostentación super coronas de nuestra admiración, sin cometer ningún desacato, ficial y espiritual del dilettantismo filosofico, surgia entre para aquellos que, no contentándose con legarnos patrias ennosotros como problema innumerable, cotidiano y viviente. debles o minúsculas, intentaron esculpir, con brazo y pensaGran distancia va de escribir las palabras de libertad, igual miento ciclopeos, en granito de los Andes, o más difícilmente dad y fraternidad al frente de los edificios públicos de Europa, aun, en el espeso bloque de los prejuicios y de la sorda a practicarlas y vivirlas, con todo su contenido profundo en emulación de sus contemporáneos, los preclaros y nobles el seno borrascoso y heterogéneo de nuestras masas. ya lineamientos de una patria grande y fuerte.
antes de terminar la guerra de independencia, ese problema Decir Páez es decir Venezuela; decir Artigas es decir la innumerable y al parecer insoluble, tuvo en la leal y total Banda Oriental del Uruguay; decir Nariño es decir Nueva aceptación del canon democrático su única solución posible. Granada; decir Güemes es decir la República Argentina; pero, Fué una conquista, incruenta de la democracia, o alcanzada decir San Martin, o Sucre, o Bolívar, ya es decir América, con la misma sangre vertida en los campos de la indepen sobre todo decir Bolívar, porque el, Bolívar, con su genialidad dencia, que encontró su natural coronación y símbolo al día avasalladora y múltiple, a todos los compendia estatua egresiguiente de Ayacucho. En las filas del ejército libertador gia, busto o lápida y todos, pequeños y grandes, a el vienen habla hombres que fueron hata la víspera siervos y esclavos. a resumirse en definitiva, como los arroyos y ríos, con su Eran los unos, indios peruanos abrumados por el odioso tri linfa turbia o diáfana, en la azul inmensidad del océano.
buto de la mita, condenado por la ley pero mantenido en la Héroes o divinidades de la tierra del Sol, ya sea adorado el costumbre. Eran los otros, negros o mulatos de quienes hablara uno por los pueblos de la costa, ya sea adorado el con ininteligente menosprecio un general de esos días. fue otro por los hombres de la sierra, ya lo sea el tercero por ron las manos de esos indios peruanos, siervos de la mita, y las gentes mediterráneas, Con, Viracocha y Pachacámac, aún de esos negros y mulatos, esclavos o hijos de esclavos de conservando su mítica o divina entidad, se resuelven en la las ardientes regiones apurenas y de las orillas del Orinoco, gloria de Inti, como las estrellas que, sin menoscabo de su las que plantaron las banderas de la independencia, las ban sér y siguiendo cada una con ritmo inmutable en su orbita deras del Perú y Colombia, de Buenos Aires y Chile, sobre propia, se desvanecen y apagan ante el Padre de la luz.
las altas torres del Cuzco Decir Bollvar no es decir Venezuela, ni la Gran ColomMientras las armas de la revolución, de uno a otro extre bia, ni el Perú, sino América. Es decir América sin ningún mo de América llevaban, en su propia virtud, la simiente de género de limitaciones, o con sólo aquellas que son insitas la democracia integral, gracias a ellas habían germinado y se del genio humano. Pueden San Martín, el Gran Capitán, vendisponían a florecer por la primera vez en la historia prin cedor insigne en Chacabuco y Maipú, y Sucre, el insuperable cipios eternos. Aunque no formulado expresamente, el dere estratega, vencedor en Pichincha y Ayacucho, ganar grandes cho de los pueblos a decidir de si propios, que un siglo des batallas como él, pero ninguno como el es a un tiempo mis.
pués habla de tener inmensa resonancia, tuvo entonces tácito mo el verbo y la espada, el guerrero y el estadista, el poeta y riguroso cumplimiento en la fundación de Bolivia. Por las y el filósofo de la revolución. Fuera muy difícil representarhoméricas lanzas de Junin y la espada de Ayacucho, cuajó nos, con todo su carácter continental y americano, la guerra como fruto de gloria y brillo como nuncio de paz y fraterni de independencia, haciendo abstracción de Bolívar, a menos dad para los pueblos de la América hispana, aquel principio de no representárnosla como un gigantesco monstruo invertedel arbitraje que, enunciado en el Congreso de Panamá e in brado, o como enorme y desarbolado bajel en alta mar, sin corporado desde luego al derecho público universal, fué la gobernalle ni rumbo. Porqué el es en la historia de la revobase diamantina y es el abolengo sin tacha del derecho pú lución lo que son los Andes en la geografía: la columna verblico de América.
tebral de América. El no separa, sino agrega, une, o si queY así como los esfuerzos de todos, locales o generales, réis, trata de unir, de articular, como los Andes, con formidables concentrados o dispersos, vinieron a converger y a culminar articulaciones de granito. Por eso el mejor monumento suyo, en Ayacucho, así los héroes, los libertadores, los hombres de como quería la musa varonil de González Prada, está en el estado, todos los hombres de la revolución, vienen de igual murallón de los Andes. No se puede imaginar su gran sombra modo, con su acción heroica o sus ideas, con su verbo o su sino errando a través de la América, del Avila al Potosí, de espada, con sus defectos o. virtudes, a converger y culminar de cumbre en cumbre. Cuando no lo vemos cabalgando el en el hombre que detrás de Ayacucho se presiente como de istmo panameno, entre el Atlántico y el Pacífico, viendo a la trás del coro de la tragedia griega el protagonista. vez como un dios bifronte al norte y al sur, lo adivinamos Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica