348 Repertorio Americano reservorio a los expulsados. El contingente francés vale la pena de inspirar serios temores. La cuna de Voltaire y Victor Hugo, el cerebro y corazón del mundo, es también la hija mayor de la Iglesia y la calamidad religiosa del globo terráqueo. Puede asegurarse que sin el brazo, la inteligencia y el metálico del pueblo francés, el Catolicismo habría muerto de consunción. Francia abastece a las cinco partes del mundo, no sólo de todas esas congregaciones masculinas y femeninas que drenan el oro al mismo tiempo que inoculan la superstición, sino de semanas Religiosas, Cruces, historias de Bernadette, aguas de Lourdes, medallas, detentes, cromos, rosarios, Cristos de yeso, Virgenes de terracota y demás bondioserias grotescas. Pero, como a la vez sostiene y vulgariza las ideas humanitarias y redentoras, merecía igualarse con el morticola que en el brazo derecho nos inoculara el virus de la hidrofobia, mientras en el izquierdo nos inyectara el suero antirrábico.
Gambetta, el grande hombre de lentejuelas y papier marché, decia: El anticlericalismo no debe convertirse en articulo de exportación. Lo que buenamente significa: para nosotros los franceses el librepensamiento, y para vosotros los bárbaros el Catolicismo; para nosotros el educador laico, y para los vecinos el padre jesuita o el hermano cristiano; para nosotros la Ciencia, y para los demás el catecismo. Fundándose en doctrina tan original, los republicanos y ateos de Paris envian a las colonias francesas tautos monaguillos como funcionarios; se enorgullecen de que en el Santo Sepulcro algunos frailes cosmopolitas gorjeen uni Que Dieu sauve la République francaise!
se lamentan porque, desde hace unos diez años, en el Cairo celebran la misa consular de Austria con el fin de oponerse a la misa consular de Francia; y deben de extrañar que la colonia francesa de Lima no festeje ya el 14 de Julio con un solemne Tedéum en la iglesia de Guadalupe. Ateos y republicanos de semejante calibre suscitarían reclamaciones diplomáticas, si algún estado sudamericano expulsara las congregaciones francesas o tratara de expropiar sus bienes. Cumple a la Francia de hoy proclamar que el anticlericalismo no debe convertirse en articulo de exportación? Civilizarse es adquirir un alma francesa; pero no el alma de un Gambetta ni de un Casimir Périer, de un Drumont ni de un Déroulède, sino de un Anatole France o de un Guyau, de un Berthelot o de un Claude Bernard.
ego te absolvo y un dominus vobiscum, les tienen elaborados o listos para decir misa predicar, dirigir conciencias, gobernar en las familias y servir de mentores a los presidentes de la República (1. Dado el valor de la materia prima, no debe sorprendernos la calidad del artefacto. Los sacerdotes ingleses, alemanes y franceses, por muy burdos e ignorantes que sean, guardan un resto de elevación, no dejan de mostrarse hombres; los padres españoles, por muy cultos y civilizados que deseen manifestarse, descubren un sedimento sospechoso, no dejan de parecer frailes. Un santo padre afirmó que en los seres más humildes había un átomo de inteligencia, como para significar: Por aqui pasó Dios; en todo fraile español subsiste un rezago de ferocidad y groseria, como para revelar: por aqui pasaron Torquemada y Sancho.
Veamos a los sacerdotes operando en nuestra sociedad.
El francés se muestra insinuante, meloso y cortesano, de modo que rara vez nos causa una impresión desagradable, aunque viene adornado de maravilloso poder extractivo. Beneficia oro en minas donde todos hallaron piedras, recoge trigo en campos donde los demás cosecharon abrojos. Barbero celestial, descañona bolsillos sin dejarles pelo de moneda, vampiro de un orden seráfico, chupa sangre sin turbar el sueño del paciente. Despabila el dinero, dulcemente, calladamente, insensiblemente, compitiendo con las niñas busconas de Quevedo en el arte de sacar bolsas sin dolor. Nadie explota como él la vanagloria y vanidad, ingénitas en el alma de los beatos: con su Lourdes y su Sacré Caur hace dadivoso al Gran Tacano, pródigo al Caballero de la Tenaza. Considerando al pobre como una fruta que no arroja bastante jugo por más que se se la exprima, gusta de operar en las gentes elevadas y ricas, sin predicar una virtud severa ni reñida con lo mundano. Hasta juzga con benevolencia los tropiezos y caidas de pecadoras con traje de seda. Según la moral jesuitica, pecar en una otomana de brocatel ofende menos a Dios que violar el sexto en una estera o colchón de paja. En resumen: el clérigo francés impone un yugo suave, observa una moralidad relativa y apunta más a la bolsa que a las almas.
El italiano diverge del francés en elegir por terreno de evoluciones las clases trabajadoras. No funda liceos ni suena con establecer universidades libres; pero tiende a monopolizar la dirección de los planteles en que se instruye al pueblo, señaladamente las escuelas de artes y oficios. De una laudable tolerancia (quizá mayor que la del francés) no se asusta con pecadillo más o pecadillo menos, ni se fija mucho en la renta del pecador. Como vive en relación intima con los niños, ahorra el viaje a Citeres. Sin embargo hay honrosas excepciones. Cometeríamos una falta imperdonable, si no admiraramos aquí el vigor y la galanteria de algunos clérigos italianos que visan alto, sostienen el buen nombre de la corporación y saben imponer aquellas suavisimas cargas que solo resultan pesadas a los nueve meses. Lima conserva gratisimos recuerdos (quizá memorias vivientes) de monseñores que entonaban dúos al piano, manejaban con blandura de silfide la muta de veloutine y primaban en el arte de ajustar y aflojar los lazos de un corsé.
Los sacerdotes alemanes, ingleses, belgas, etcétera, 110 abundan mucho ni se caracterizan por ninguna peculiarilidad.
Algunos y de modo especial los anglosajones vienen, colectan limosnas para la construcción de una iglesia en Boston o en Tombuctú y luego toman el vapor, sin que se hable más de la iglesia, de los fondos ni de los colectorės: son rayos globulares que penetran en una habitación, voltejean, funden II Según Rochefort, en los clérigos hay tres cosas negras la solana, las uñas y la conciencia. No garantizamos que, por fuera y por dentro, poscan blancura de cisne los frailes hacinados hoy en los conventos de la República.
Los españoles, difícilmente encerrarlan mucho saber y mucha educación, siendo los detritus sociales recogidos en Filipinas, Cataluña y las Provincias Vascongadas. Pensando en cómo se abastece un convento, se mide cuanto vale una comunidad. Cuando escasea la sustancia prima para elaborar descalzos, sale de Lima una comisión de padres con el fin de tirar la red en Manila, Barcelona, Bilbao, etcétera, Verdaderos pescadores de aguas turbias, los comisionados cogen en las redadas a cuantos desperdicios humanos vagamundean y roncan en los muelles o merodean y rastrojean en los campos. La pesca ofrece abundancia milagrosa en la época de las quintas: ansiosos corren a morder el anzuelo divino cuan.
tos mozos desean evadir el serviclo militar. Acopiada la materia prima, comienza la elaboración. Los padres toman a los mozos, les atusan, les embalan en el hábito, les consignian a la América del Sur y les enjaulan en un trasatlántico. En Lima y Ocopa les someten al noviciado. Con enseñarles un (1) Nota del Editor. El clero es firme sostén del odioso despotisino que hoy aflige al Perú. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica