Repertorio Americano 319 Página lírica de Jaime Torres Bodet Del tomo Poemas, México, MCMXXIV, cuyo envío le agradecemos tanto al autor. Mujer! Si comprendieras a qué saben tus besos, a que otro sabor que tu sonrisa y que tus ojos y que tu silencio, inunca me besarías!
CONFIANZA NARANJAS Naranjitas de China, naranjitas doradas que caían, maduras, al corral de mi casa de una casa vecina, rodando, por las tapias.
Naranjitas de oro que trae, en su canasta, una niña que viene cantando desde el alba: Naranjitas de China. no me compra naranjas. Ay, cómo recuerdan el solar de mi casa, con el color alegre de sus hojitas agrias. Cuántas cosas me dice de mi vida lejana esa niña que viene vendiendo unas naranjas!
Naranjitas de China. no me compra naranjas. Sol. provincia. canciones. Esa niña que pasa no comprende que, a gritos, va vendiendo mi infancia!
Esta tarde ya sé que me quieres.
Me lo dicen tus ojos dormidos, que el silencio es, en ciertas mujeres, una fronda cargada de nidos.
Hay palabras que el alma retiene en tus ojos brumosos y vagos como el ciclo de otoño que viene a morir en la paz de los lagos.
Esta tarde tu amor me penetra como llanto de lluvia en negrura, o, más bien, ese ritmo sin letra que de un verso olvidado perdura. me torna profundo y sencillo como el oro de un sol tamizado que renueva, en las tardes, el brillo del barniz de algún mueble apagado.
LAS TRES HERMANAS DE LA REINA Las tres hermanas de la reina están bailando junto al mar, mientras la tarde azul despeina su cabellera en el palmar.
La primera es pálida y rubia como el corazón de la miel, y en sus ojos color de lluvia verdece un ramo de laurei.
EL PUERTO Eras en ti, mujer, el puerto hermoso de otra mujer más purà, presentida, como en la playa el mar es ya el deseo de otra tierra ideal que se adivina.
Tu voz, tu dulce voz no era tan dulce que bastara a acallar esa tendida flecha de la canción, en tu alma oculta, porque era tu canción sin ser tú misma. tu semblante pálido, perfecto. la belleza interior nunca es precisavelaba en vano el rostro menos bello al que ya el sueño juvenil tendía.
Mujer, cántaro ardiente, que renueve la sed. Sola y distinta!
Puerto de velas blancas y de mástiles trémulos, límite vasto, linea de espuma luminosa en donde empieza el sueño y la verdad termina. a qué tierra profusa de rosas y de pájaros me saben hoy tus besos. La alegria de tus besos me arranca de tu cuerpo como el mar donde es mar ya no es orilla.
Es la segunda como un claro de luna, en una selva gris, o como el són de un nombre raro en el puerto de algún país.
Tiene del fuego la tercera, el misterio y el resplandor en el sol de la cabellera y en el ánimo turbador: Diversas todas en el brillo de la belleza y del mirar, forman, en círculo, un anillo de oro a la orilla del mar.
Todas un mismo són levantan y bailan todas a ese són, y la canción que todas cantan sube de un mismo corazón.
Las tres hermanas de la reina están llorando junto al mar Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica