Democracy

106 REPERTORIO AMERICANO de creciente prosperidad, que sólo había Por esto su nombre es cifra de redención sido turbado por los desastres de la lucha en Costa Rica y debe ser invocado cada contra la invasión extranjera. Mora era, vez que la voracidad de pueblos más granen concepto de los extranjeros, la más alta des pretenda, ya por los medios violentos, representación del patriotismo centroameri ya por los arbitrios astutos de la diplomacano. Sobre todo poseía uno de los cora cia o del influjo financiero, imponernos cazones más nobles y una de las inteligencias denas de esclavitud, como un conjuro del más vivas que se pueden encontrar. Como pueblo costarricense contra las ajenas opreparticular había hecho la felicidad de todos siones y en la protección de su autonomía.
los suyos, derramando beneficios hasta sus Cuando era escolar como vosotros, al oir enemigos. Como Jefe de Estado inauguró el nombre del General don Juan Rafael Mora el gobierno más amplio de que Costa Rica resonando en las cumbres de nuestra epoha gozado. Poseía la fe, la vida interna; peya nacional, siempre me figuré que había sentía la necesidad de grandes horizontes. sido él un militar, una criatura del cuartel Comprendía por instinto todos los desen o de los combates, con todas las asperezas volvimientos y todo el mecanismo del pro externas e internas de ese origen y ese greso. Adivinaba la actividad europea, las medio; por suerte para mí, más tarde, al maravillas del crédito, la utilidad de la fusión conocer mejor su vida, desvaneci ese error de los intereses y de las razas. La Repúy comprobé que fué un hombre esencialblica le debió su primer banco, su primer mente civil, de nervio duro y tan severo ferrocarril y su primer teatro. consigo como con sus enemigos, resuelto Al llamar a las armas a sus compatriotas en los pasos estrechos, pero sin la indole el Presidente Mora, en marzo de 1856, no ni los hábitos que caracterizan al tipo milituvo en mira la conquista de tierras, ni si tar común. Su última carta a su dignisima quiera la de saciar vanidades ciñendo su esposa, escrita momentos antes de morir frente con el laurel ensangrentado de los fusilado en Puntarenas, hoy hace sesenta y jefes que ganan batallas. No. Los riesgos cinco años, y cuyo original. he tenido en para nuestra libertad eran evidentes. La mis manos y leído con veneración profunda, Falange. compuesta por aventureros en su admirando la firmeza de sus rasgos gráficos mayoría norteamericanos, oprimia a Nicara y la grandeza de su sentido, y la manera gua bajo el mando de William Walker y leal como avanzó en busca de la muerte amagaba extender su dominio al resto de por salvar a sus amigos y parientes, deCentro América. Mora concibió bien la si muestran, si no hubiesen otros hechos suyos tuación y preparó a su pueblo para la lucha que lo revelaran, cuánto era su valor y que con su hermosa proclama del 20 de noviem no estaba apegado a este mundo por sí sino bre de 1855; y luego, cuando creyó inminente por los demás, que era un héroe de verdad: el peligro, el 19 de marzo de 1856, lanzó pero también el trozo escrito en El Salvasu otra proclama famosa, invitando a «los dor el diez de setiembre, la víspera de su labriegos sencillos a trocar la tosca herra partida para Costa Rica, refleja la ternura mienta por las armas de defensa. a impe de su corazón y la hidalguía de su ánimo, dir con todos los sacrificios posibles que se al expresar la tristeza y desesperación por hollara el suelo de la Patria. Salvarse del la «idea de que sus hijitos quedaran desamvasallaje y de la institución de la esclavitud parados» y al consignar con frase magnifica y salvar a Nicaragua de la misma ignomi esta advertencia. Hijos míos, no procuréis nia, conservar la independencia de Centro vengar mi muerte, porque la venganza deAmérica. sagrado interés, desprendimiento sasosiega antes y desespera después de purísimo, ese fué el impulso que levanto hecha. Condujo a su pueblo a la lucha, a todo el pueblo costarricense, en todas cruenta, pero sólo cuando una necesidad sus capas, y que lo llevó a la tormenta te imperiosa y un sentimiento de honor y de rrible de la guerra. Ninguna ventaja mate solidaridad centroamericana se lo impusierial para los jefes o soldados, pero ni para ron; mas sus ideas y sus inclinaciones fuela nación misma, ya que a la hora de la ron extrañas a los furores de la guerra, liquidación del conflicto, no añadiria ni una aficionado como era a las amenas satisfacpulgada de superficie a su territorio ni una ciones de la vida social y a las artes de moneda a su tesoro.
la paz, como el comercio y la agricultura, Ruda fué la pelea. Santa Rosa, Rivas, que le dieron riqueza y reputación, y anSan Juan, la Virgen, San Carlos, San Jorge; sioso también de encender siempre, en esJuan Santamaría, miles de muertos en los cuelas e institutos, luces para el entendicampos de batalla, miles de muertos en el miento de sus conciudadanos. país por los estragos del cólera, iniles de Errores tuvo Mora. Si. Uno de ellos, hogares sumidos en el pesar y angustiados quizá el mayor, fué su segunda reelección.
por la pobreza, todos esos recuerdos de Como bien lo observa el historiador doi dolor y de gloria, iluminados por los fulgo Ricardo Fernández Guardia, el pueblo cosres del espíritu de libertad que los engen tarricense nunca ha visto con buenos ojos dró y que los vivifica en nuestras almas. la permanencia prolongada de hombres o Armas primitivas, escasos recursos, soldados círculos en el gobierno, pues concibe los bisoños, jefes inexpertos; enormes dificulta males infinitos que le toca sufrir cuando el des que la dignidad de nuestro pueblo ven poder no se trasmite con alternabilidad ció, gracias a sus poderosas fuerzas morales frecuente y sabe que con ello pierde toda y al estímulo que recibía, durante la brega, virtud su democracia. Cuán distinto habria de la voluntad acerada del caudillo Mora. sido el destino de Mora y del propio país, si al vencimiento de su segundo período ad: ministrativo hubiera dejado el mando: él no habría padecido destierro ni muerte, hubiera seguido durante largos años rodeado por un halo de grandeza, siendo el árbitro en todas las cuestiones nacionales, el Padre de la República; y ésta habría continuado sin tropiezos su desarrollo, sin divisiones profundas entre sus hijos y sin la sombra sobre sus anales de haber fusilado a uno de sus propios fundadores.
Estas consideraciones no deben ser tomadas como censura o muestra de ingratitud.
De los yerros de los seres superiores debemos hablar sólo para recoger las lecciones que nos puedan servir al perfeccionamiento de nuestra conducta o a la purificación de nuestras almas. No caigamos nunca, Dios nos libre, en el anatema que tan noblemente pronunciara Marti tontra los que critican sin generosidad a los libertadores de Hispano América. Un escultor es admirable, porque saca una figura de la piedra bruta; pero esos hombres que hacen pueblos son más que hombres. Quisieron algunas veces lo que no debían querer; pero ¿qué no le perdonará un hijo a su padre? El corazón se llena de ternura al pensar en estos gigantescos fundadores.
Esos son héroes; los que pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y desgracia por defender una gran verdad. Los que pelean por ambición, por hacer esclavos a otros pueblos, por tener más mando; por quitarle a otro puieblo sus tierras, no son héroes, sino criminales. Los hombres no pueden ser más perfectos que el sol. El sol quema con la misma luz que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz. Que de don Juanito Mora siempre se digan palabras llenas de luz en esta escuela, que es el templo de su culto, a cuya sombra se puede decir que, trabajé varios años y cuyo zumbido como de alegre y laboriosa colmena endulzaba y estimulaba mi pensamiento en las labores generosas que tenia a mi cargo. ahora, réstame expresar mi gratitud al señor Director, que tan amables frases ha tenido para mí, y al persunal de la escuela, por esta honra que me han conferido, supe.
rior a mis capacidades y merecimientos, Ofrece el mundo muchos y diversos halagos, así para el alma como para los sentidos; pero declaro, sin que haya exceso en la palabra, que nada ha podido ni podrá colmar tanto mi orgullo, como que se me haya juzgado digno y apto de sembrar en el surco de las conciencias infantiles, sus.
tancia viva de la Patria del porvenir, la devoción al más grande de nuestros proceres, desde la más pura y elevada de las tribunas: la del Maestro.
RICARDO FOURNIER Suscribase al REPERTORIO AMERICANO y recomiéndelo a sus amigos. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica