REPERTORIO AMERICANO 103 isugestión melodiosa, por cuya hechiceria fresca estará en la raza la flor de la poesia. Aplauden al Quijote con grave aprobación, Calderón de la Barca, y Tirso, y Alarcón. con ellas va mi ensueño, va también mi esperanza y el ideal peregrino que motivo mi andanza!
Que cuando cante, cante en su lengua canora, la gloria del que lleva por los largos caminos, coronando el arnés el yelmo de Mambrino; la gloria del que ataja por senderos inciertos, amparando doncellas y desfaciendo entuertos!
La gloria del que viaja y encarnando una idea y es caballero andante de amor por Dulcinea! en su alma quede presa, de la caballería, el alma luminosa, flor de acción y poesia. El fierro de mi lanza pondrá en su vibración el ensueño de gloria que me ha dado razón!
Bolivar Se oyó un galope rudo, tumbar, como un gran trueno los Caballeros miran al horizonte; pleno de brios, tempestuoso, avanzaba un corcel, y Bolívar venia caballero sobre él.
Como una ala de condor la capa le aletea y la espada le brilla cual si fuese una idea. Es Amadis de Gaula que torna de una hazaña?
pregunta don Quijote, alzando la visera: y Mio Cid santiguando su faz adusta y fiera, contesta. He aqui a Santiago, patrón de toda España. Miraba don Quijote a un hidalgo sonriente que de arrugas, tenía muy surcada la frente, y con gesto solemne exclamó de repente. Debiste precederme! Señores, don Miguel de Cervantes Saavedra, entre nosotros se halla!
Sonrie bondadoso, pero yo sé que ante El, toda pluma se rompe, toda lengua se calla. Cervantes así dijo. Proseguid don Quijote, y dejad que mi vena por tus palabras brote.
Yo ofrendaria la espada, no poseo otra cosa ya que es la única gloria de mi vida achacosa!
Yo ofrendaria la mano que perdiera en Lepanto, el metal de mi risa o el oro de mi llanto. Las armas y las letras honraste por igual, la espada de Lepanto, fundid, Manco Inmortal. exclamó don Quijote y continuó exaltado. Don Miguel de Cervantes, Jefe de los hispanos, forjaste con tu verbo los destinos arcanos de todos los que hablamos en lengua de Castilla, y al idioma sonoro que es gracia y maravilla le diste la armonía y el oceánico acervo!
En el principio fuiste joh Cervantes, el Verbo.
Si la sangre gloriosa del de Vivar se agita en las gentes hispanas y en sus pechos palpita, y por ella sentimos hálitos de epopeya, tú nos diste la lengua, pura, graciosa y bella, que desbordo de Iberia, remozó en nuevos vasos y fué delirio y alma que habló en el Chimborazo. Bolívar llega; para de un seco golpe el potro: se desmonta de un salto; tintinean sus medallas, y con gesto de mando que subyuga a los otros Caballeros, avanza muy cerca de la hornalla, tanto, que su gran capa roza el metal hirviente y las llamas parece que le queman. Ia frente; juna frente montuosa con resplandores rojos bajo la cual deliran ralampagueantes ojos!
Desciñę de su cinto la espada que aprisiona, el Cid cree ver en ella la gloria de Tizona. y antes de que la sume al borbotar sonoro de los bronces fundidos, cual si consigo mismo hablase, ebrio de ensueño y sombrio de abismodice así con voz grave al sorprendido coro. Soy retoño del vasco: de la Iberia potente por mis venas circula, generosa e hirviente la sangre de caudillos; sangre de rebeldia, fmpulso de la vida que es lucha y alegría. Mi vida es esta espada. Yo la alce contra Espana y tajé la cabeza de su orgullo y su sanal. Se estremece el Quijote bravo como un león; bajo el peto de hierro pugna su corazón!
Callaba don Quijote: Cervantes sonreía. Dolor, ironía, orgullo, que en su sonrisa había. Contra todos los pueblos de la tierra la alzara si todos se opusieran contra el destino para impedir que mi cóndor de los Andes altivos desplegara sus alas y ascendiera hacia el soll España le di almas, donde tenia cautivos. Yo renuevo la gesta del solar espanol!
Don Quijote prorrumpe. Oh genial Caballero, funde en estos metales la gloria de tu acero!
Se destacó del grupo otro hidalgo: iba envuelto en su lujosa capa; con gesto desenvuelto arrancó de su pecho la Cruz, que condecora el Ingenio del Fénix que renace en las horas, y al torbellino hirviente orgulloso la arroja. La llama de la hoguera fulge entonces más roja!
Cervantes, lo miraba con gran gesto de asombro: iel hidalgo alcanzaba con la cabeza a su hombro. Que tenga esta campana la voz de la poesía, el genio de mi tierra que es toda fantasia, que en su inetal se fundan, espada, flor, estrella, amor, galantería, romance y epopeya.
Que entre sus voces fluya cual manatial sonoro mi verso que celebra la hazaña y el decoro. Esto dijo el hidalgo: El hidalgo era el gran Lope de Vega Carpio, de la Orden de San Juan.
Se acercó don Quijote con aire cortesano al gran Lope de Vega y le besó la mano. Beso esta mano ilustre que realzara ella sola, el genio de mi raza en la escena española: esta mano que rige la espada y el soneto, prendas del caballero que es galante y discreto!
Tus millones de ritmos le darán al metal de esta campana, el tono de su voz musical. Alma de Hispanoamérica, yo te ofrendo mi espada. Ella trazó en los tiempos tu destino. Encantada y ardiente como el alma mía. Yo te la entrego purgada en mis dolores como dantesco fuego. Que su temple de acero de cohesión a tus razas, ya que sangres distintas se inezclan en tus casas.
Que el ideal de Justicia que te confiú el destino, linga de ti el símbolo, vencedor y divino, que una todos los pueblos de la América Jia, en una sola fuerza de Ideal y de armonia!
De armonia en la Justicia y en la eterna verdad de las naciones fuertes, que aman la Libertad. Así dijo Bolívar y al metal tumultuoso, abandonó su espada con un gesto glorie. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica