166 Repertorio Americano escalones de una loma, y llegamos en pocos minutos a la resi debe aniquilarse a cualquier precio, porque asi como un solo dencia del maestro.
farol da poca luz muchos faroles darán mucha luz.
Una amplia quinta, desierta, con una casa colonial en el No sé si el doctor Dickmann y demás miembros espectacentro, ofrecía la soledad de sus árboles. Al momento unos bles de la Sociedad Luz se dieron por satisfechos. Pero soscuantos compañeros expropiaron la sombra de una tipa fron pecho que sí porque otro ciudadano, médico masajista de la dosa, que al susurro del «céfiro blando» llovia flores amari Facultad de Medicina, según mis informes, preguntó a Tagore llas. Muchas compañeras los imitaron. bajo del árbol gi qué pensaba de Ghandi.
gante, humildemente sentados en el césped, todos aguardaron. El maestro volvió a hablar durante cinco minutos. Esta vez la aparición del poeta. los pocos minutos un jovencito mo con entusiasmo, golpeándose los puños. Primero hizo un eloreno, criollo por los cuatro costados, se anunció como secre gio de Ghandi. Después citó a Jesús, y por último puso fin a tario y traductor de Tagore. El maestro dijo saldrá en se su discurso diciendo que el único inconveniente de las teorías guida. Ya se está vistiendo. agrego: sustentadas por el caudillo hindú estaba en que no se podrían En tanto los que hayan traido libros para que los firme realizar hasta dentro de tres o cuatro siglos, a contar desde pueden entregármelos.
la fecha.
Mi Figaro se adelantó el primero con su ejemplar de Los La concurrencia lo aplaudió sin entusiasmo.
Pensadores. Tras de él dos o tres compañeros más entrega Fué en ese momento que uno de mis amigos hizo llegar ron libros y tarjetas. Una señora obesa se lamento en voz al secretario un papel. Pedia mi compañero, sin malicia, que alta no haber traido la obra completa que tenía en su biblio el maestro expresara su opinión sobre la India que había reteca. No se le había ocurrido. flejado en su obra el más grande de los cuentistas contemEl secretario se llevó los libros, y media hora después poráneos: Rudyard Kipling.
volvió seguido de un anciano alto que vestía sobre amplios El secretario enseñó el papel al maestro. Este lo miro y pantalones de marinero una túnica negra que hacía gran con dijo en voz baja dos o tres palabras que hicieron sonreir al traste con un altisimo gorro de terciopelo marrón, debajo del joven.
cual asomaban luengas guedejas blancas que se confundian todo esto una dama que descendiera en aquel momento con la barba larguísima y pluvial.
de un Packard se agachó sobre el gorro del maestro y dijo. Todos comprendieron al instante que era el divino Rabin a éste en inglés que los amigos del arte habían llegado. dranath Tagore. como movidos por una fuerza extraterrena sin más se lo llevo de un brazo.
se pusieron de pie. El secretario nos hizo entonces presente que el poeta no Pero el altísimo poeta no se dignó saludar. Hierático como había respondido a la última pregunta porque estaba fatigado un gran rabino milagroso, miró la concurrencia a través de Además. agregó tiene todavía que dar una conferencia sobre sus lentes minúsculos, y aguardó que le tendieran una alfom él poeta Shelley, que traducirá para los amigos del arte el brita indigena, de franjas verdes y rojas (puro estilo Riel y marqués de Amposta. Si ustedes quieren pueden quedarse a Fomento. para sentarse a la manera hindú.
escucharla.
Los compañeros volvieron a echarse sobre el césped. El Los de la Sociedad Luz se quedaron. Pero mi amigo, el voluminoso doctor Jiménez el único que dejó de hacerlo por de la pregunta sobre Kipling, quería irse. Estaba decepcionafalta de espacio se adelantó entonces y espetó en castellano dísimo, sobre todo a causa de la misteriosa dama del Packard un breve discurso a Tagore. El secretario y traductor no se que así nos había robado al poeta de un brazo. Yo, sin emtomó el trabajo de transmitir a Tagore los párrafos del doc bargo, conseguí que se quedara. No quería, por mi parte, tor Jiménez. Seguramente porque aquél los escuchó con pro marcharme sin averiguar quién era la hermosa dueña del funda atención. Pero yo, a fuer de cronista fiel, resumiré si Packard y de Tagore. Nos pusimos, pues, en campaña los quiera uno.
cuatro, y a la media hora pudimos saber que se trataba de El doctor Jiménez hizo, ante todo, notar al maestro de una exégeta argentina, autora de un estudio De Francesca La luna nueva, que los que lo rodeaban eran una parte mi a Beatrice. como tuvimos la suerte de dar con un cronista nima de los trabajadores argentinos, que habían bebido «algu social, pudimos también saber quiénes eran los demás amigos nas nociones» en su obra que estaba toda en la Sociedad del arte que habían formado rueda aparte, lejos de los «comLuz. Después lo saludo cordialisimamente en nombre del pue pañeros» de la Sociedad Luz.
blo trabajador.
He aqui una lista casi completa: Hubo algunos aplausos para el doctor Jiménez, y, Tagore, El ya mencionado marqués de Amposta; el rector de la con una voz de queja profunda, dijo, según su secretario, que Universidad de Buenos Aires; un señor candidato a la presipodían preguntarle lo que más les interesaba.
dencia de Chile; el director del Conservatorio Nacional de Entonces el diputado Dickmann que estaba en primera Música; un profesor de declamación; varias poetisas místicas fila, casi a los pies del maestro, le formuló esta pregunta que y algunas damas más, simples «consumidoras de arte. para mayor precisión pongo textual: Confieso que ante tanta gente distinguida, mis camaradas. Nos interesaria que el maestro nos hablara un poco de y yo nos sentimos profundamente emocionados. Por suerte, las preocupaciones mentales de las masas populares de la India. mi buen peluquero había tenido la discreción de no acercárEl secretario transmitió la pregunta al maestro, y éste em seme en toda la tarde. De lo contrario también nosotros hapezó su respuesta en inglés. Pronunciaba las sílabas con cla bríamos sido tomados por tipos «cache. ridad y lentamente. El secretario traducía palabra por pala Con todo, al final de la fiesta, no nos fué mejor que a los bra. Según él. Tagore, más o menos. vino a decir esto: compañeros de la Sociedad Luz. Porque cuando los amigos «El mundo ha llegado a ser ahora una India grande, aunque del arte entraron en la casa donde ya Tagore los esperaba la gente occidental de esta era no se ha dado cuenta todavía con la «toilette» rehecha y el discurso sobre Shelley preparadel hecho. do, nosotros fuimos igualmente despedidos por el simpático.
Luego se extendió en algunas consideraciones históricas, secretario criollo so pretexto de que «el maestro quería silencitó los varios nombres de algunos guerreros de la antigua cio absoluto. India, para acabar diciendo que la causa de la guerra era el Pero lejos de tomarlo a mal, como los socialistas, que viemal ajuste de las diferentes razas. Esa diferencia, sentenció, ron en eso una manifestación más de la antigua lucha de Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica