Communism

234 Repertorio Americano personas, pero él entró sin dar siquiera las buenas noches, Habíamos ido juntos a la Estación del Atlántico a despedir lo cual desagradó mucho a más de una de las cortescs criaun amigo. Llegamos muy temprano y apenas uno que otro turas alli reunidas. Buscó el rincón más oscuro y retirado de pasajero estaba en la sala de espera.
la compañía, y se puso a fumar furiosamente. Yo vela brillar Era una mañana de octubre, de temporal, llena de neblina. entre la sombra sus ojos de un modo extraño, y cuando la Nos paseábamos por el andén, cuando pasó en dirección brasa del puro alumbraba su rostro, la palpitación roja de la contraria a la nuestra un hombre en overalls y gorra echada brasa se confundía con la brasa de sus labios, sobre los ojos; mi amigo se estremeció y se volvió como obli Todos se despidieron y el permaneció en su rincón sin gado por un resorte, hacia el individuo que se alejaba. Cierro hablar una palabra. Cuando vio que me disponía a acostarme, los ojos y veo con admirable precisión al hombre en overalls salió en silencio. después, jamás hizo la menor alusión a lo de tela azul, pequeño, ancho de hombros, con las manos en sucedido y a mis preguntas ansiosas sólo me contesto. En los bolsillos. mi me ha conmovido siempre la espalda de eso soy como los perros que sienten venir la muerte. los hombres de trabajo, sobre todo la de los campesinos y la de los obreros, pero recuerdo que la línea en que se inclinaba Paseábamos una noche por un barrio tranquilo de la ciudad.
aquella espalda fuerte, me conmovió profundamente. Por qué Al desembocar en una calle nos salió al encuentro la música senti un interés infinito por la silueta que se esfumaba entre de un vals en un plano. Al acercarnos distinguimos también la neblina?
gajos de voces frescas y de risas juveniles que parecían forEn la puerta de una de las oficinas apareció un empleado.
mar uua alegre ronda con las notas del vals. Mi amigo se acercó y le preguntó señalando al otro. Quién Mi pensamiento yacía desalentado y mustio dentro de mí.
es ese hombre. Es fulano, el maquinista que sale con el tren de pasajeHabíamos caminado más de una hora en silencio, y lo último que mi amigo dijera como, corolario de nuestras filosofías ros de Limón se le contesto.
pesimistas había sido esto. Tal vez el hombre se vaya vol ¿Tiene hijos?
viendo fraternal y puro, conforme el sol se vaya apagando. Si repuso el empleado ¿Por qué?
Pueda ser que nuestros odios y nuestra. lujuria no sean otra Por nada.
cosa que el fermento producido por su calor en nuestra carne.
Mi compañero me tomó por un brazo y me llevó hacia la Quizá cuando el sol brille en los cielos, semejante a esas máquina. El maquinista miraba algo en el tubo de alimentación, luego palmoteó con gesto cordial el cuerpo de acero brasas que asoman su mortecino fulgor entre las cenizas de reluciente de la locomotora, lo mismo que si acariciara las un hogar en la madrugada, los tiempos serán de paz universal, así como lo quieren los comunistas de hoy. Entonces no ancas de su caballo antes de montarlo. Subió enseguida a su habrá clases sociales y todos se harán un puño para calencompartimento y se puso a ver hacia adelante, con ojos distarse. traidos, unos ojos claros que no puedo olvidar, y que parecían, fijos en la línea que se perdia entre la neblina. Aun me paPero aquella algarabía vino a sacudir mis ideas sombrias, y sonreí con ternura, lo mismo que se sonrie ante las traverece tener ante mí, la mano regordeta y curtida sosteniendo suras de un niño sano, de un gatillo o ante un pájaro que se la barbilla. Se echo atrás la gorra con movimiento maquinal baña, se esponja al sol y gorjea. Pocas cosas producen en mi :y volvió a nosotros la mirada. Lázaro me tenía agarrado siemespíritu una sensación friás dulce y amable que esta de oir pre por un brazo y sus dedos temblorosos se me metían en mezcladas voces y risas jóvenes.
la carne hasta hacerme daño. El maquinista pareció interroNos acercamos. Era una casa de gente acomodada. Por la garnos con la mirada. Lázaro se adelantó como para ventana abierta de un saloncito, salían bocanadas de luz tibia.
hablarle.
En esto alguien me abrazó por la espalda. Era nuestro Cuando llegamos frente a ella se inició un coro, y la palabra viajero, quien me llevó consigo y con quien yo tenía que hablar Alegria se repetía varias veces en cada estrofa. Por un espejo algo de importancia. Mi amigo y su maquinista quedaron releveíamos un grupo de adolescentes en torno de un piano. Alegría. Alegría. cantaban las voces.
gados a segundo término.
Un estremecimiento, y la locomotora arrastró el tren, de¡Qué magia adquiría esta palabra al brotar de aquellos labios en flor!
jando tras sí su huella de humo espeso. Qué había sido de En la luna del espejo la escena tenía el encanto de un mi amigo. Al fin había hablado con el maquinista? Nunca cuento de hadas. El iris de los biseles se confundía con el supe lo que pasó entre ellos.
Me volví a buscar a Lázaroi y lo divisé apoyado en un destello de los ojos, el fuego de las mejillas, y las cabezas se agitaban como las margaritas en un prado cuando pasa la pilar. Me acerqué y lo encontré mirando con los ojos muy brisa.
abiertos el recodo por donde había desaparecido, el tren. Hacia ¡Alegría. Alegría! Dentro de mi memoria los versos de un rato que el último pitazo sonara a lo lejos, cuando se volvió himno a la Alegria de Walt Whitmann cantaban también: eran y me dijo con voz opaca. Vamos, niños que danzaban sobre la hierba bañada por el sol y volBajamos la calle de la Estación en un silencio que hacían vian la espalda a la vision sombría sugerida en mi inaginamás helado la llovizna que caía del cielo gris y el lodo negro ción por la fantasia de mi amigo, aquella de la fraternidad de las calles.
universal bajo un sol que agoniza. Alegría, todo cubierto de alegria. En la tarde, los chiquillos vendedores de periódicos grita Habia una voz que sobresalía entre todas. Diríase enban su mercancía y la hacian apetecible al oído goloso de briagada de ilusión.
sensaciones fuertes de los habitantes de la ciudad, con el La mano de Lázaro se agarró nerviosa a mi brazo. Ya siniestro reclamo. Con la graan desgraciaaa de hoy, en el conocía yo ese contacto inquietante. Me estremeci.
tren de pasajeros de Limón. Esa voz. dijo iesa voz!
Compré un diario y lei la noticia del choque del tren de ¡Cuan extraño sonó su acento entre el regocijado!
pasajeros con un tren de trabajo, y de la espantosa muerte. Qué quiere Ud. decir? le pregunté.
del maquinista de aquella mañana. Es la de aquella niña. agregó la de aquella niña que En la noche vino Lázaro a mi cuarto. Estaban alli otras tiene la cabecita como una rosa de oro. Este documento es propiedad de la Biblioteca electronica Scriptorium de la Universidad Nacional, Costa Rica